Mujeres sin tapas
Frente a un culto exacerbado de la belleza, continúan alzándose voces disidentes. Se han instalado como patrones de normalidad lo que en realidad son solo ejemplos ficticios o de excepcionalidad cuyo alcance se traduce masivamente, en cuestiones peligrosas como trastornos de conductas alimentarias (TCA), obsesión por comer alimentos sanos (ortorexia) o compulsión por un aspecto deportivo y musculoso (vigorexia).
Esa aceptación de la diversidad corporal, sexual y de género presupone desaprender ciertos mandatos. La Fundación Bellamente fomenta el cuidado de la salud mental, el fortalecimiento de la autoestima y el bienestar estableciendo alianzas con impacto en la comunidad. Ofrece también una guía online sobre TCA con apoyo del Ministerio de Salud de la Nación.
Afortunadamente, muchos trabajan para revertir aquella tendencia, incluso tempranamente a través de alianzas con escuelas, a fin de incluir imágenes corporales diversas y alejadas de los endiosados cánones que por años nos han regido. En tiempos en que la cuestión de género cobra tanto protagonismo, vienen siendo tradicionalmente las mujeres las más afectadas, cosificadas y victimizadas. Compararse compulsivamente con cuerpos ideales promueve prácticas dañinas para la salud.
En reiteradas ocasiones nos hemos ocupado desde estas columnas de la ley de talles, finalmente reglamentada en 2021 y, con el mismo entusiasmo, celebramos que la temporada estival promueva la visibilización de mujeres tan reales como diversas instalando una nueva conversación. Mujeres Que No Fueron Tapa impulsa una transformación social que supere los estereotipos y mandatos, construyendo narrativas diferentes desde lo corporal, pero también desde lo económico y psicológico. Por esa razón, lanzó una original invitación a mostrar las panzas tal como son. Bajo el hashtag #HermanaSoltaLaPanza recibió más de 3500 fotos de mujeres reales y sin inhibiciones dispuestas a enfrentar el agresivo “operativo bikini” que en estos meses hace foco en el “parecer” más que en el “ser”.
Erradicar el enorme peso que impone una estética culturalmente instalada plantea nuevos desafíos. Las jóvenes generaciones parecen más dispuestas a dar esta batalla. Enhorabuena.