Venezuela, derrotada en la ONU
El régimen del dictador Nicolás Maduro sufrió dos serias derrotas en el terreno de los derechos humanos, tan sensible en el plano internacional. La primera, cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó renovar por dos años el mandato de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre Venezuela. En la misma resolución se prorrogó la labor de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, con sede en Caracas, por igual período.
La segunda derrota se produjo al quedar Venezuela fuera del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El régimen aspiraba a permanecer allí un bienio más, lugar para el que compitió con Chile y Costa Rica. La candidatura chilena obtuvo 144 votos; la costarricense, 134, y 88 la venezolana.
Al respecto, el director para las Naciones Unidas de Human Rights Watch, Louis Charbonneau, opinó que “la brutal arremetida contra opositores en Venezuela hace que el país no tenga las credenciales para pertenecer al máximo órgano de derechos de la ONU’'.
Con la salida de Venezuela, China y Rusia, perdieron un aliado clave en el organismo, como quedó demostrado últimamente cuando Venezuela se opuso a un simple debate sobre el informe de la alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, que denunció al gobierno de China por gravísimas violaciones de los derechos humanos del pueblo uigur.
Haber extendido las tareas de la Misión Internacional Independiente y excluido a Maduro del Consejo de Derechos Humanos representa una condena categórica a un régimen que viola de forma continua el Estado de Derecho y que ha convertido la persecución, la violencia, el chantaje y la intimidación social y política en una práctica recurrente, sin que exista una justicia independiente a la cual poder recurrir.
Si bien la resolución que creó el Consejo de Derechos Humanos recomendó que se tuvieran en cuenta los comportamientos de los potenciales candidatos en el referido campo, en la práctica el reparto de las sillas ha respondido generalmente a intereses políticos. Debe celebrarse que la comunidad internacional haya dejado de lado la política y priorizado los derechos humanos.