Zamora pisotea dos siglos de historia
Urge devolver la institucionalidad a Santiago del Estero, donde bajo el régimen actual imperan la falta de justicia, la corrupción y la droga
Alzando la voz para los propios, el gobernador de la provincia de Santiago del Estero se ha referido a nuestro editorial "Vergonzosa ausencia de institucionalidad". Como acostumbra obrar, cada vez que alguien osa denunciar sus numerosos atropellos al Estado de Derecho, la enorme corrupción reinante en la provincia y la complicidad con el narcotráfico , redobla la apuesta. En referencia al editorial mencionado, Gerardo Zamora expresó que "la subestimación del centralismo en todos sus aspectos que descalifica a los pueblos de provincia como la nuestra, porque eso no es algo nuevo, tiene dos siglos de historia", y agrega: "No somos inferiores a nadie".
Desde estas columnas siempre hemos expresado nuestro más profundo compromiso con la defensa de las instituciones que nos legaron los padres fundadores, es decir, con la tradición republicana y federal argentina. Desde hace casi 149 años nos hemos opuesto a cualquier forma de oligarquía que haya pretendido someter al pueblo de nuestra nación. Zamora busca, con base en palabras huecas -no argumentos sólidos-, disimular o justificar el ahogo de las libertades individuales, el sometimiento de los otros poderes del gobierno y el silenciamiento de cualquier atisbo de una prensa independiente en la provincia que gobierna.
A la provincia de Santiago del Estero le corresponden más de cuatro puntos de coparticipación federal, cuando cuenta con el 2 por ciento de la población nacional. Aun así, tiene los peores índices de pobreza y de educación del país, lo que habla por sí solo respecto de la falta de idoneidad de la familia Zamora para gobernar.
Volviendo sobre la opinión efectuada desde estas columnas días atrás, conviene recordar que la ley establece taxativamente que todo gobierno debe explicar el destino de los fondos que desea retirar de un banco. Argumenta Zamora que su intención era sacarlos del Banco Hipotecario y depositarlos en el de Santiago del Estero, su agente financiero. Pero con ello no responde una pregunta elemental: por qué no hizo una simple transferencia de una institución a la otra. Tampoco explica cuál fue el motivo que lo llevó a retirar en efectivo 32 millones de dólares, cuando no era necesario. Aduce que el Banco Hipotecario no tenía los fondos. Ciertamente, en una economía provincial pequeña, en la que el gobierno no puede pagar un mes de sueldos de su frondosa burocracia sin el auxilio de los fondos federales recaudados en las provincias desarrolladas, ninguna entidad financiera tiene esa cantidad de dólares disponible. Lo mismo ocurrió con el banco más importante del país, el de la Nación Argentina, cuando ese mismo gobierno pretendió retirar casi dos millones de dólares y debió contentarse con la mitad, en razón de que era todo lo que había en la entidad.
Nuestro diario siente una especial simpatía por la querida provincia de Santiago del Estero, en la que Bartolomé Mitre tenía tantos amigos y aliados políticos: desde Benjamín Gorostiaga, redactor de la Constitución de 1853, que se incorporó a la Corte Suprema designado por Mitre en su presidencia, y los hermanos Taboada, hasta personalidades como Ricardo Rojas o Bernardo Canal Feijóo, vinculados a esta casa.
Sabemos del enorme potencial que aguarda a Santiago del Estero si acaso logra restablecer la institucionalidad perdida, con pleno respeto a la Constitución y la sana división de poderes. Pero mientras sea administrada como una verdadera autocracia que desprecia los principios republicanos, valiéndose de la designación de jueces federales serviles al gobierno provincial, estará condenada a la decadencia.
La falta de justicia, como los hechos de corrupción que, en la década pasada , ligaron a su gobierno con el entonces ministro Julio De Vido , hoy en prisión, es cosa de todos los días en el feudo de los Zamora. Varios capítulos más podrían escribirse sobre los pseudoempresarios santiagueños que prosperan gracias a sus vinculaciones con el ejecutivo provincial; el flagelo del narcotráfico, que utiliza la provincia como un "portaaviones" de la droga, y las usurpaciones de campos avaladas por un registro de la propiedad al servicio de vaya uno a saber a qué intereses.
LA NACION sabe bien lo que pasa en Santiago del Estero porque muchos ciudadanos no tienen otra manera, ante el silencio de los medios provinciales, que hacer llegar a nuestra Redacción sus reclamos. Tal el caso de los propietarios afectados por las usurpaciones de sus propiedades y la falta de respuesta que hallan en la Justicia provincial, obsecuente apéndice del gobernador.
Somos un diario que, tal como nuestro nombre lo indica, pretende defender los derechos y libertades de los ciudadanos de toda la nación. Y nunca lo dejaremos de hacer porque nuestro compromiso es con los pueblos y no con los que pretenden eternizarse en el poder, erigidos en caudillejos de sus provincias a las que toman como patrimonio familiar.