Brexit: en Londres se respira una calma engañosa que disimula la incertidumbre
LONDRES (Enviada especial).– Apenas faltan 24 horas para que el Reino Unido deje definitivamente la Unión Europea y todo parece indicar que los británicos —resignados o satisfechos— han dado vuelta la página: el Brexit está prácticamente ausente de las páginas de los diarios, no hay manifestaciones populares ni conversaciones acaloradas en los pubs. Londres, sobre todo, vivió este jueves idéntica a sí misma. La más cosmopolita de las ciudades europeas espera indiferente el momento en que, por primera vez en 47 años, desaparecerán las banderas europeas de sus edificios oficiales.
Hace frío, llueve y un cielo gris acompaña impasible a los miles de británicos y extranjeros que van y vienen por la ciudad. Los negocios están llenos, los cafés repletos y los taxis reciben a los pasajeros con la misma cordialidad de siempre. Ni siquiera ellos —termómetro de toda crisis social— parecen dispuestos a hacer alusión al cambio brutal que se avecina. Tal vez ese sea el secreto de la célebre "flema inglesa": al mal tiempo, buena cara.
En la City, aquellos que trabajan en el corazón financiero de Gran Bretaña hablan un poco más.
-¿Business as usual, en suma?
-Para nada. Se trata de una calma engañosa. Sobre todo aquí. Hay poca agitación justamente porque el interrogante de lo que nos espera es total. Que mañana dejemos la UE no quiere decir nada, en realidad —, explica Bryce de Saint Florent, asociado en la firma Oliver Wyman.
La incertidumbre es tal que el anunciado éxodo de gran cantidad de bancos hacia el continente todavía no se ha producido.
"El sector bancario, como el resto del Reino Unido, entrará mañana en un periodo de transición: durante 11 meses, los famosos "pasaportes" que permiten a la finanza británica servir su clientela en toda la UE seguirán siendo válidos", señala Saint Florent.
El famoso periodo de transición también serena a los europeos que trabajan en Londres.
"Por el momento nada cambia. Al menos el gobierno ha intentado tranquilizarnos y los servicios de regularización creados para nuestros casos funcionan medianamente bien, salvo algunas excepciones", dice Isabel Rojas, una joven catalana de 21 años que vende ropa masculina en Jermyn Street.
"¿Por qué tanta tranquilidad? Porque estábamos cansados de parálisis y bloqueos. Nuestra clase política consiguió hartarnos durante tres años y medio. Ahora podemos pensar en el futuro", reflexiona a su vez Bernie Johnson, un agente inmobiliario de la exclusiva zona de Marylebone, a escasas cuadras de Oxford Street.
El mensaje subyacente de esa aparente apatía parece ser: "Wait and see" (esperemos a ver qué sucede). Los cambios, es verdad, llegarán poco a poco. Mañana, ni siquiera habrá grandes celebraciones. Una hora antes de las 23, momento preciso en que el Reino Unido dejará de pertenecer al bloque, un reloj será proyectado en la fachada del 10 Downing Street, mientras que el ultra-eurófobo Nigel Farage animará una reunión triunfal en Parliament Square, donde flamearán decenas de banderas británicas.
La fiesta durará apenas 15 minutos, hasta las 23h15, por decisión del alcalde pro-europeo de la capital, Zadiq Khan. Zancadillas políticas aparte, Londres no vivirá nada parecido a las imponentes celebraciones que marcaron aquel 1 de enero de 1973, cuando el primer ministro Edward Heath viajó a Bruselas junto a sus predecesores, Harold Macmillan, Alec Douglas-Home y una plétora de líderes de todo el espectro político británico, para asistir al ingreso oficial del Reino Unido a la Comunidad Europea.
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