Cambios en la política de la Fed: ¿qué pasará con las tasas en Estados Unidos?
La Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA, por sus siglas en inglés) dio a conocer el viernes pasado su primera estimación del Producto Bruto Interno (PBI) correspondiente al segundo trimestre del año. Los analistas esperaban con mucha atención esa información porque tendría un fuerte impacto en la decisión que la autoridad monetaria (Fed) habría de tomar en su próxima reunión del 31 de julio respecto a su tasa de referencia, actualmente en el nivel de 2,5%.
En efecto, si se confirmara la desaceleración de la actividad económica que actualmente estaban mostrando la mayoría de los indicadores, entonces aumentaría la probabilidad de una baja.
Como referencia es necesario mencionar que, a partir de comienzos de este año, la posición de la autoridad monetaria -hasta ese momento en modo restrictivo- comenzó a cambiar cuando advirtió que "los problemas asociados al crecimiento" iban dando lugar a un escenario con "mayores riesgos a la baja de los niveles de actividad".
Dicho de otro modo: las probabilidades de una desaceleración iban en aumento. A juicio de la Fed, los problemas en cuestión se estaban generando por débiles expansiones en Europa y China, mayor rigidez en los mercados financieros globales y el fin de los impactos positivos de las reformas fiscales implementadas por la administración del presidente Donald Trump.
También se sumaba el creciente agravamiento de las tensiones geopolíticas: conflicto comercial de China con Estados Unidos, posibilidad de un Brexit "duro", aumento de partidos populistas y proteccionistas especialmente en Europa, numerosos conflictos armados, alta volatilidad del precio del petróleo y creciente actividad terrorista.
Como se ha dicho, a partir de esta inestable situación, la entidad comenzó a dar señales de que en un futuro cercano -de continuar o agravarse los desequilibrios mencionados- y a los efectos de evitar o al menos mitigar un escenario de desaceleración, iría en aumento la probabilidad de un cese en su actual política restrictiva y su reemplazo por una opuesta estrategia "adaptable" (baja de tasas y cese de la absorción monetaria).
Así las cosas, en las distintas reuniones que se fueron sucediendo mensualmente, la entidad fue remarcando con claridad e insistencia que los peligros que amenazaban la marcha de la economía presentaban cada vez mayor intensidad.
Por otra parte, influyó además la indebida presión del presidente Trump para que la autoridad monetaria no demorara más la baja porque, a su juicio, la tardanza en iniciar un nuevo ciclo "adaptable" era lo que impedía que la economía fortaleciera su crecimiento y se evitara la tan temida desaceleración.
Ante este escenario, la pregunta que surge es: ¿por qué la Fed aún no ha tomado ninguna decisión al respecto? La respuesta debe hallarse en la tradicional prudencia de la entidad y en su propósito de salvaguardar la fundamental e histórica independencia de la entidad respecto al poder político.
Se comprende entonces que, dado este escenario de conflicto, el dato del PBI iba a ser decisivo para que la Fed -con motivos estrictamente de racionalidad económica- pudiera decidir si avanzaba o no con un nuevo ciclo de baja de tasas que contribuya a evitar una brusca desaceleración.
Entonces: ¿cuál fue la información suministrada por el BEA? Según una primera estimación el PBI creció respecto al trimestre anterior un 2,1% anualizado; por encima de la opinión del "consenso" (1,9%), pero bien por debajo de la expansión del 3,1% del período anterior y del 2,8% y 2,5% del 2017 y 2018, respectivamente.
A nuestro juicio, este débil crecimiento –sumado a indicadores de igual tendencia- reflejaron con claridad una evidente desaceleración en los niveles de actividad que, seguramente, será advertido por el Comité de Política Monetaria de la Fed.
En consecuencia, nuestro escenario base es que en su reunión del próximo 31 de julio la autoridad monetaria iniciaría un nuevo ciclo "acomodaticio" con una baja inicial de 25 puntos básicos (pb), siendo menos probable una de 50 pb.
De la misma manera, estimamos que durante el segundo semestre la economía crecería dentro del rango 2,0% - 2,5% anual.
No debe descartarse, en función de la evolución de los indicadores económicos locales y los desequilibrios geopolíticos globales, una o dos bajas adicionales hasta fin de año.