Con cerveza y salchichas, Obama y Merkel limaron las asperezas
Las relaciones bilaterales se vieron afectadas tras la polémica por las escuchas a la canciller
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KRÜN, Alemania.- Tras las rispideces por el escándalo de espionaje, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la canciller alemana, Angela Merkel, escenificaron ayer, cerveza en mano, su sintonía y amistad en la cumbre del G-7 en los idílicos Alpes bávaros.
Obama comenzó su visita a la cumbre del G-7 de líderes mundiales con énfasis en reparar las relaciones con la anfitriona, Alemania, con una visita a un pintoresco pueblo alpino con Merkel.
Vestidos con sus mejores trajes regionales, impolutos y sonrientes, muchos de los 2000 habitantes de la aldea de Krün, en la frontera entre Alemania y Austria, esperaban expectantes en la plaza mayor desde la mañana, la llegada de la caravana oficial. "¡Gruss Gott!", saludó apenas llegó un sonriente Obama en el dialecto local, lo que provocó el aplauso y las risas casi nerviosas de los asistentes.
Krün había sido elegido como la primera etapa del encuentro bilateral de Merkel y Obama, que aprovecharon las horas previas al arranque formal de la cumbre del G-7 para mostrarse cercanos entre sí, pese a los malentendidos a causa del espionaje.
Obama, consciente de su papel, no dudó en bromear con los vecinos: "Tengo que reconocer que se me ha olvidado traer mis Lederhosen", señaló en referencia de los pantalones de cuero cortos típicos de Baviera.
"La verdad -prosiguió el presidente estadounidense- es que cuando me enteré de que Angela iba a organizar el G-7 en Baviera, deseé que ocurriese durante la Oktoberfest. Pero bueno, nunca es un mal día para una cerveza y una salchicha blanca", remató entre aplausos.
Tras su intervención, sobre las 11 de la mañana, Merkel y Obama se acercaron a unas típicas mesas corridas bávaras y allí brindaron con unas jarras de cerveza de medio litro y degustaron unos "pretzel" de grandes dimensiones.
Las protestas, que han atraído a varios miles de críticos, han logrado cortar carreteras de provincia y vías del tren de forma temporal, pero por el momento han transcurrido de forma mayoritariamente pacífica.
El presidente norteamericano está más próximo a Merkel que a la mayoría de los jefes de Estado, aunque su relación se vio puesta a prueba en los últimos tiempos, especialmente cuando se desveló que la Agencia de Seguridad Nacional había pinchado el celular de Merkel. Esa revelación fue especialmente mal recibida en Alemania, con su historia de opresiva vigilancia secreta gubernamental.
La polémica sobre espionaje creció en las últimas semanas, en medio de noticias sobre la posibilidad de que la Agencia Federal de Inteligencia alemana podría haber ayudado a Estados Unidos a espiar a empresas y cargos europeos a partir de 2008. El jefe de gabinete de Merkel supervisa esa agencia, y sus socios de coalición, los socialdemócratas, usaron el asunto para presionarla.
En carruaje con el marido de Merkel
- Joachim Sauer, el marido de la canciller Angela Merkel, invitó ayer a algunas de las mujeres de los líderes de los siete países más industrializados del mundo (G-7) que acudieron a la cumbre a dar una vuelta en carruaje por los alrededores del palacio de Elmau, sur de Alemania.
- Sauer, catedrático de Química, ejerció su papel de pareja de la canciller desde primera hora, cuando la acompañó para dar la bienvenida a Obama, en la cercana localidad de Krün. Siempre en un segundo plano y fuera de los focos, no es la primera ocasión en que el marido de Merkel ejerce de anfitrión para las parejas de los jefes de Estado.
Agencias AP y EFE


