De Belarús a Bahrein, pequeños países se hacen grandes en las criptomonedas
Lejos de las regulaciones de los grandes centros financieros, elaboran normas específicas para atraer a las empresas
LONDRES.- Cuando el presidente bielorruso Alexander Lukashenko se reunió con el empresario Viktor Prokopenya en marzo de 2017, estaba programado que su debate durara una hora, pero el tiempo se prolongó tres veces más allá de lo previsto. Según Prokopenya, al final de la reunión, Lukashenko le pidió que propusiera regulaciones para impulsar el sector tecnológico del país. Prokopenya había trabajado con empresas de tecnología y abogados en la redacción de directrices para sacar provecho de una industria digital emergente: las criptomonedas.
Unos dos años más tarde, las normas están vigentes. Los inversores pueden negociar bitcoins en una bolsa de divisas gestionada por Prokopenya, mientras otras empresas están lanzando sus propias plataformas de criptomonedas. "La idea era crear todo desde cero", dijo Prokopenya en una entrevista. "Para asegurarse de que es libre en algunos de los aspectos donde necesita serlo, y muy estricto en otros aspectos".
Belarús se encuentra entre un puñado de países relativamente pequeños que están elaborando reglas específicas para las monedas digitales. Sus esfuerzos podrían ayudar a dar forma al desarrollo del mercado global y al crecimiento de las empresas de esta industria, desde las plataformas de intercambio hasta los "brokers" o intermediarios.
Hasta ahora, las empresas de criptomonedas han tenido que elegir entre dos extremos a la hora de decidir dónde instalarse.
Los grandes centros como Londres y Nueva York, que aplican las normas tradicionales de servicios financieros al sector, pueden resultar atractivos para las grandes instituciones que buscan seguridad, pero la complejidad de la normativa y los costos excluyen a muchas de las empresas emergentes del núcleo de esta incipiente industria.
Por el contrario, jurisdicciones poco reguladas como las Seychelles y Belice permiten un acceso al mercado mucho más fácil. Pero los Estados con reglas menos estrictas pueden ofrecer menos protección a los inversores y tienen controles menos estrictos sobre el blanqueo de capitales, según abogados consultados. Belarús y otros nuevos participantes, como Bahrein, Malta y Gibraltar, intentan ofrecer una tercera vía: la elaboración de normas específicas para el sector de las criptomonedas, con la idea de atraer a las empresas ofreciéndoles seguridad normativa y ventajas, pero también desgravaciones fiscales.
Aunque no hay garantías de éxito, las criptomonedas representan una rara oportunidad para que estos Estados o territorios se apropien de una cuota de un mercado emergente, atrayendo inversiones y creando puestos de trabajo, en un momento en el que los grandes centros financieros están adoptando un enfoque más conservador, a la espera de acontecimientos.
"Hay jurisdicciones con una actitud de lavarse las manos", dijo Jesse Overall, un abogado de Clifford Chance en Nueva York que se especializa en la regulación de las criptomonedas. "En el otro extremo están Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea. Están en el medio, esa es la parte jugosa del espectro".
Overall considera que tanto los países como las empresas podrían beneficiarse de la aparición de marcos específicos para las criptodivisas. Sin embargo, los Estados que no aplican bien las normativas podrían infringir las reglas globales a la hora de erradicar el uso ilícito de las monedas digitales, agregó.
De hecho, existen importantes interrogantes sobre si estos países serán capaces de evitar de manera sistemática los ataques cibernéticos y las actividades ilegales, como el blanqueo de dinero, que asolan a un sector opaco y podrían dañar su reputación como centros seguros. Otro riesgo a la hora de crear normas para una industria impredecible y en rápida evolución es que pronto podrían quedar obsoletas.
Zanahorias sin palos
ZPX, una empresa del área con sede en Singapur, lanzará el mes que viene una plataforma de negociación de criptomonedas, Qume, que dará servicio a los inversores institucionales, entre ellas firmas de negociación de alta frecuencia o HFT y fondos de inversión.
Ha decidido situar su sede en la capital de Bahrein, Manama, y las cuestiones a las que se ha enfrentado son representativas del dilema que encaran muchos protagonistas de la industria.
El CEO de ZPX, Ramani Ramachandran, dijo que había decidido no operar en una de las así llamadas jurisdicciones offshore con ventajas fiscales y con poca o ninguna regulación. Ubicarse en un lugar de este tipo podría disuadir a los grandes inversores, al aumentar el escrutinio a las monedas digitales por parte de reguladores y políticos de todo el mundo, según el directivo.
"A medida que el mercado madura de manera análoga a los mercados de capital tradicionales, el capital institucional dominante buscará cada vez más acudir a los mercados regulados, como Qume, en contraposición a los lugares de normativa ligera en las jurisdicciones offshore", explicó.
Bahrein lanzó en febrero reglas para las empresas de criptodivisas, entre ellas las plataformas de negociación, que incluyen rigurosas comprobaciones de los antecedentes de los clientes, normas de gobernanza y controles sobre los riesgos de seguridad cibernética.
También suele ser más barato en términos de cumplimiento de la legislación y costos administrativos establecerse en lugares más pequeños como Bahrein que en los principales centros financieros, según Ramachandran.
ZPX estima que los costos ascenderían a unos 200.000 dólares anuales en Bahrein, frente a los 750.000 dólares anuales de Londres.
Tom Wilson
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