Distendido y con mucho humor, "Pepe" conquistó Washington
En la gira, que incluyó visitas al Banco Mundial y a Obama, se metió en el bolsillo a sus audiencias
WASHINGTON.- "Soy «el Pepe»." Por más que el presidente de Uruguay, José Mujica, tratara de "desmitificar" su imagen, durante sus cuatro días de visita oficial a Washington no hizo más que meterse en el bolsillo a sus audiencias, desde la Casa Blanca hasta los foros de universidades y organismos multilaterales.
A su par norteamericano, Barack Obama, no logró quitarle la corbata que él jamás se puso. Pero sí consiguió arrancarle más de una sonrisa, bromeando -entre otras cuestiones- con su creciente cabello blanco. Todo viniendo de un hombre, como tampoco se cansó de recordar "Pepe", que roza ya los 79 años.
Y de ahí en adelante, con campechanía y muchas bromas -que escondían, sin embargo, críticas abiertas -, el ex guerrillero devenido en presidente logró esta semana fascinar a un Washington normalmente muy serio, en el que la palabra socialismo casi sigue provocando alergia.
Así, ante los empresarios en la todopoderosa Cámara de Comercio estadounidense se atrevió a criticar duramente los tratados de libre comercio y defendió que el crecimiento sólo tiene sentido si la riqueza lograda se "distribuye" entre la población, empezando por salarios dignos para los trabajadores.
"Nos pasamos 40 o 50 años en esa comedia intentando montar un mecanismo de libre comercio negociado para el mundo entero (...) no un bloque contra otro, y hemos retrocedido firmando tratados de libre comercio a troche y moche, de tal modo que hoy hay que poner un semáforo para entender el comercio mundial", criticó frente a sus serios interlocutores, que aplaudieron sus palabras.
Un tema que también retomó ante el Banco Mundial (BM), institución que incluso creó un evento a la medida precisa del presidente uruguayo: una conversación "sin corbata", pese a que muchos de los asistentes no pudieron evitar mantener ese casi obligado elemento del vestir masculino en las instituciones oficiales de la capital estadounidense.
En la sede del BM, a apenas una decena de metros de la del Fondo Monetario Internacional (FMI), demonizado por tantas izquierdas, Mujica acabó definitivamente de encantar a un Washington que escuchaba entre risas, pero visiblemente fascinado, a un mandatario sin pelos en la lengua. Rechazó tajante cualquier comparación de su imagen con otro ícono político, Nelson Mandela, y repartió filosofía de vida en grandes dosis. "No soy Mandela, soy «el Pepe», un muchacho de barrio que se dio un juego y me tocó jugar este partido. Mandela rompió el molde, primero que se bancó 28 años de cárcel y yo casi 14, no, no, Mandela juega en otra liga", insistió casi ruborizado, saltando rápidamente a la broma para pasar el trago. "Me comí un montón de años de cana [prisión], pero no por vocación de héroe, me los comí porque me agarraron", bromeó. Y subrayó: "Hay que desmitificar".
Pero pese a sus esfuerzos, buena parte del atestado aforo absorbía fascinado sus palabras. Muchos de ellos conscientes, además, de que podría ser la última vez que ven al mandatario que tanta curiosidad despertó en el mundo por su persona y por su país, en vista de que el propio Mujica dejó en claro que cuando termine su mandato tiene planes ajenos a la vida pública.
"No voy a ser un viejo de esos que salen por ahí a dar conferencias y cobran caché, no me interesa la guita, me interesa la gente pobre que tenga un oficio para ganarse la vida", aseveró.
Quizá por ello, muchos tomaron escrupulosamente de sus consejos sobre la vida, venidos de un hombre que vio mucho y vivió más aún. "Lo que perdiste no te pases toda la vida llorando, arrancá de nuevo", dijo. "Lo importante es vivir, y no se puede vivir bostezando, o llorando o quejándose. Hay que vivir al tope, porque estar vivo es un milagro, muchacho."
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