El egipcio Ashraf Marwan fue informante de Israel cuando eran enemigos mortales e influyó en la guerra fronteriza de Yom Kippur; Egipto afirma que era su doble agente
Hombre de vidas paralelas, el espía egipcio Ashraf Marwan es considerado uno de los grandes agentes del siglo XX. Bajo el nombre clave de “El Ángel”, trabajó durante años para el Mossad israelí. Pero también se dice que fue doble agente para Egipto. El extraño resultado es que los dos países, que fueron enemigos mortales, lo definen como un héroe.
¿Pero quién tiene razón? ¿Los israelíes, que sostienen que Marwan les suministraba información esencial sobre las fuerzas armadas egipcias a escondidas de los suyos? ¿O los egipcios, para quienes era un astuto operativo que engañaba a sus contactos del Mossad?
El único capaz de responder de manera categórica era el mismo Marwan, el hombre nacido en 1944 en El Cairo que estudió ingeniería química, se casó con una hija del legendario presidente Gamal Abdel Nasser, escaló bien alto en las filas del gobierno, y se convirtió en hombre de negocios como traficante de armas, inversor inmobiliario y accionista del club Chelsea.
Ambicioso, inquieto y audaz, con “muchos enemigos”, como dijo sobre el final de sus días, se estima que Marwan comenzó su aventura en el espionaje en 1970, cuando cierto día se metió en una de las conocidas cabinas rojas de teléfono londinenses y marcó el número de la embajada israelí. Dijo que era funcionario egipcio, que era el yerno de Nasser, y que tenía cosas para compartir.
Poco después estaba colaborando para el enemigo con informes clasificados por los que cobraba hasta 100.000 dólares por entrega. No está claro por qué lo hizo, aunque el dinero fue sin duda una de las causas. Se dice también que había razones ideológicas, porque Egipto era cercano a la Unión Soviética y el comunismo no era lo suyo.
Pero también habría razones emocionales, como el desprecio que recibía de su poderoso suegro. Poco ayudó a ganarse su confianza cuando, durante una primera estadía de la pareja en Londres, Nasser los hizo volver tras enterarse de la vida disipada de fiesta y derroches que se daba Marwan, incluso asiduas visitas al casino y la probable relación con la hija de un jeque.
A la muerte de Nasser, Marwan no solo se quedó en el gobierno sino que escaló posiciones. Se convirtió en la mano derecha del nuevo presidente, Anwar Sadat, y tuvo acceso a información sensible que transmitió al Mossad, siempre al mismo contacto, un tal Dubi que se ganó su confianza y a quien nunca dejó que lo reemplazaran como enlace. Marwan era un amigo fiel. El jefe del Mossad de la época, Zvi Zamir, lo recordaría como “la mejor fuente que hemos tenido jamás”.
Yom Kippur
El punto culminante de la colaboración fue con la guerra de Yom Kippur de octubre de 1973, cuando Marwan pasó inteligencia sobre los preparativos egipcios. Armas, aliados, estrategias. Qué tenían. Qué les faltaba. El gobierno de Sadat se disponía a recuperar la península del Sinaí, perdida seis años antes en una humillante guerra con los israelíes. Sería una operación con Siria, que daría el zarpazo para recuperar los Altos del Golán, un territorio también perdido en ese conflicto.
Quienes sostienen que era doble agente señalan que Marwan despistó a los israelíes con información errática y confusa de fechas y horarios, y que eso los hizo dudar y les valió ser tomados por sorpresa en un avance relámpago sobre las eternas arenas del Sinaí. Marwan había dado un alerta que no se concretó, meses antes. Y si bien el aviso del 5 de octubre, el día anterior al operativo, resultó ser correcto, esta vez el error estuvo en el horario, que situó varias horas más tarde. Con eso les daba la ventaja táctica a los tanques egipcios en su cruce tierra adentro.
La guerra terminó tres semanas después, con la firma de una tregua. Aunque las tropas israelíes se recuperaron de su inacción inicial, Egipto se quedó con parte del Sinaí reconquistado. Los sirios, que atacaron desde el norte, se quedaron sin nada.
Quienes defienden que Manwar solo le fue fiel al Mossad, en cambio, dicen que Israel no fue tomado por sorpresa debido a una mala información, sino a malas decisiones internas. La inteligencia militar subestimó el alerta del Mossad, con una arrogancia que luego habrá debido tragarse. Según decían los militares, las chances de un avance egipcio eran “más bajas que bajas”.
Como sea, el papel de Marwan en esa guerra, y en su relación con Israel a lo largo de los años, sigue siendo materia de debate. Los egipcios aseguran que estaba todo planeado desde el principio. Y en Israel sostienen que pocos agentes en la historia del Mossad fueron tan valiosos.
Según el autor israelí Uri Bar-Joseph, el alerta de Marwan sobre el ataque habría atenuado las pérdidas. “Su advertencia de última hora de que ‘la guerra empezará mañana’ salvó a Israel de una sorpresa total cuando empezó la guerra de octubre de 1973″, dijo tras la salida de su libro de 2016 The Angel: The Egyptian Spy Who Saved Israel, luego llevado al cine. “Al menos se alcanzó a llamar a filas de las reservas y se evitó casi con seguridad la caída de los Altos del Golán”.
En septiembre de 2023, cerca del 50 aniversario de la guerra de Yom Kippur, el Mossad sacó nuevamente a relucir los galones de Marwan con un informe desclasificado sobre su actuación en las filas de la inteligencia israelí. “El Ángel era un agente importante y estratégico. Quienes no entienden de inteligencia humana tienen dificultades para comprender los matices de un agente y de su controlador”, dijo en un discurso el jefe del Mossad, David Barnea.
Acciones patrióticas
Del otro lado de la frontera circulaban los mismos elogios, aunque a la inversa. Tras la muerte de Marwan, en 2007, el gobierno egipcio montó un funeral multitudinario para rendir homenaje a su héroe. Y el entonces presidente, Hosni Mubarak, declaró que “Marwan llevó adelante acciones patrióticas que todavía no es hora de revelar”.
Marwan siguió unos años en el gobierno egipcio y luego se dedicó a los negocios, comenzando presumiblemente con el tráfico de armas, que conocía de su paso por el poder. Había estado haciendo precisamente esos tratos, pero como funcionario oficial, y en esa posición entró en contacto con otras varias agencias de inteligencia.
Jugador, aventurero, millonario… La vida de Marwan trazó una curva ascendente que el antiguo agente veía elevarse desde la comodidad del quinto piso donde vivía con su familia en Londres. Pero el 27 de junio de 2007, a los 63 años, el Ángel cayó del cielo. Mejor dicho, cayó del balcón.
¿Acaso se tiró del quinto piso, cansado de la vida, como sucede con cualquier suicida? ¿O más bien lo lanzaron al vacío, por meterse con la gente equivocada, como sucede con cualquier antiguo espía y traficante?
Marwan había recibido cinco años antes una visita de su pasado, un fantasma mal enterrado, cuando un historiador y periodista israelí reveló su identidad. No solo dijo que el egipcio ricachón que vivía a la vuelta de Picadilly Circus había sido hombre del Mossad. También presentaba la tesis del doble agente. El Ángel quedaba desnudo. A partir de entonces, según relató su mujer, Marwan se sintió en peligro, y extremó las medidas de seguridad en la casa y en su vida cotidiana.
Pero todo fue en vano. Curtido en esas lides, sabía que nunca estaría a salvo, y tenía razón. La policía dijo que murió “en extrañas circunstancias”, nada demasiado jugado. Y las investigaciones, que comenzaron con pericias mal llevadas, como la desaparición de los zapatos de Marwan cuando estaba desparramado en un charco de sangre en la vereda, nunca aclararon nada. Como en los casos de Sherlock Holmes, la policía londinense no dio muestras de muchas luces.
La muerte del Ángel abría un abanico de dudas. ¿Quién lo asesinó? ¿Cuál era el móvil? ¿Por qué ahora? La familia dijo que estaba trabajando en un libro de memorias, donde relataba su papel en esos intensos años vividos entre palabras susurradas en las sombras y dossiers que cambiaban de manos. Quién sabe qué secretos se disponía a revelar, y a cuántos podría involucrar.
“El día que mi padre fue asesinado, el libro desapareció, todas las grabaciones que hizo también desaparecieron”, declaró el hijo del Ángel, Gamal Marwan, en el programa de la televisión norteamericana 60 Minutes.
Después de tantos peligros, de salvarse de ser descubierto, interrogado, sometido a juicio sumario y ejecutado durante su azarosa carrera, Ashraf Marwan, uno de los grandes agentes del siglo XX, moría, quizás, por la sola razón de sentarse en su escritorio a escribir.
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