
España, el país que se apropió de su llamado
En ningún otro lugar la obra del filósofo tuvo tanta repercusión como en la Puerta del Sol
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MADRID (DPA).- Era un librito de apenas 32 páginas, pero con pólvora suficiente para que la aletargada sociedad española hiciera suyo el grito de ¡Indígnense! , que cristalizó en la madrileña Puerta del Sol en mayo de 2011. Hoy, esos indignados se quedan huérfanos.
Stéphane Hessel se convirtió en padre intelectual de un movimiento que dio la vuelta al mundo llamando a la insurrección pacífica contra los poderes del capitalismo. Un abuelo de 93 años, entonces único redactor vivo de la Declaración de los Derechos Humanos, había logrado conectar con todos esos jóvenes que veían cómo la crisis les negaba un futuro. Y estallaron.
¡Indígnense! fue un libro "bandera", que "catalizó los sentimientos de gente muy diversa", dijo su editor en España, Ramón Perelló. "Yo no sospechaba que en solo tres días tuviéramos que imprimir de urgencia una segunda edición, ¡y eso que la primera salió con 45.000 ejemplares!"
Prologado por José Luis Sampedro, este fuerte llamado contra la indiferencia gritaba que "es tiempo de acción, de participación, de no resignarse". Exigía "democracia genuina" y pedía a la sociedad que se movilizara, que abandonara el cómodo sillón de su casa y dejara de comportarse como espectador impasible.
Funcionó. En los días que siguieron al 15 de mayo de 2011, la Puerta del Sol comenzó a llenarse de carpas, en una "ocupación" al principio caótica, pero que poco a poco se fue profesionalizando. "¡Que no, que no, que no nos representan!", clamaban y siguen clamando hoy contra los líderes políticos los miles de indignados que forman esa amalgama hoy llamada 15-M.
Hessel y Sampedro se convirtieron así en los "nonas", como cariñosamente se apodó a estos nonagenarios en un juego de palabras con la generación etiquetada como "nini". Pero entre esos jóvenes que supuestamente ni estudiaban ni trabajaban había muchos universitarios que, dos años después, engrosan una insostenible tasa de desempleo juvenil de más del 55%.
"¡Indígnense! ayudó a canalizar ese sentimiento que ya se estaba gestando en las redes sociales", dijo Pablo Gallego, vocero de Democracia Real Ya, la organización horizontal que impulsó la primera manifestación de mayo de 2011. "Dejaba dos puntos clave: por un lado, un paralelismo de lucha contra dos dictaduras, la fascista y la de los mercados, y por otro, que no sólo hay que indignarse, sino también comprometerse", declaró.
Hoy, los indignados se quedan huérfanos, pero Hessel dejó para ellos un último grito: "¡No se rindan! Con España en la trinchera, por la libertad y el progreso" es el imperativo que el escritor lanzará ya póstumamente a los españoles, exhortándolos a mantener viva la mecha de compromiso cívico frente a los excesos de los poderosos.
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