José Luis Caravias: "Yo estoy con vida gracias a Bergoglio, que me sugirió que regresara a España"
En la mira de la Triple A debido a su trabajo social, el sacerdote español cuenta que escapó de la Argentina por recomendación del entonces superior provincial jesuita
ASUNCIÓN.- El sacerdote jesuita español José Luis Caravias puede dar testimonio en primera persona sobre cuál fue la actitud de su entonces superior provincial, Jorge Mario Bergoglio, en los años 70 y cómo lo salvó de la muerte. "Yo estoy con vida gracias a Bergoglio", contó a LA NACION.
Caravias, nacido en Andalucía, siempre sintió el llamado de las "periferias". A fines de los 60 trabajó con las ligas agrarias en Paraguay, luego con los hacheros del Chaco argentino y más adelante en las villas de Buenos Aires.
Vive en una de las zonas más pobres de Paraguay, Bañado Sur, a unos seis kilómetros del centro de Asunción. En la parroquia cuentan con un comedor solidario para chicos y ancianos y hacen un intenso trabajo social. "Siempre voy a estar agradecido por todo lo que hizo por mí", dijo sobre el Papa.
-¿Cómo conoció a Bergoglio?
-En 1974 llegué a Buenos Aires, justo el año en que él fue nombrado provincial. Yo vivía en el Colegio Máximo de San Miguel y, como hablo guaraní, trabajaba en la villa con los paraguayos. Eran los tiempos de Isabelita y López Rega. En mayo de ese año asesinaron al padre Carlos Mugica y, poco después, me convocó Bergoglio para conversar. Me dijo: "Tengo noticias de que la Triple A decretó tu muerte y la de otros dos jesuitas, Francisco Jalics y Orlando Yorio", a quienes yo sólo conocía de nombre. Y me sugirió que regresara a mi país, España. Le hice caso. Estoy convencido de que me hubieran matado si él no me hubiera avisado.
-¿Y por qué lo perseguían?
-La dictadura de Alfredo Stroessner me había expulsado de Paraguay en 1972 por mi tarea con los campesinos. Luego estuve con los hacheros chaqueños y las villas de Buenos Aires. Entonces quienes me querían hacer desaparecer conocían muy bien mi compromiso social.
-Usted conoce la polémica que hubo sobre si Bergoglio hizo o no lo suficiente para proteger a Jalics y Yorio, secuestrados por la dictadura. ¿Cómo lo vivió?
-Yo soy testigo de que él, en primer lugar, les advirtió sobre los riesgos, y luego hizo más que lo que se podía hacer en aquel momento hasta que consiguió la liberación de los dos con vida. ¡Había que estar en aquel momento donde el solo hecho de interesarse por la suerte de un detenido podía significar la cárcel! Posiblemente, si Bergoglio no los hubiera buscado como los buscó, ellos habrían sido dos desaparecidos más.
-¿Y por qué cree que Jalics y Yorio desoyeron las advertencias de Bergoglio?
-Ellos recién estaban comenzando su trabajo en las villas, y quizás sintieron que con esas amenazas se estaba poniendo a prueba la lealtad de su compromiso con los más pobres.
-¿Cómo era el Bergoglio de aquellos tiempos? ¿Le objetó alguna vez su trabajo con los pobres?
-Era un superior muy amable y atento, pero bastante serio. No era el hombre sonriente que vemos ahora todos los días. Quizás sería porque recibió muy joven, a los 37 años, el cargo de superior provincial... y en un tiempo tan difícil de la Argentina. Pero en nuestros diálogos nunca me objetó nada de lo que yo estaba haciendo. Fue muy respetuoso de mi tarea.
-¿Y cómo siguió su relación cuando usted volvió a España?
-A los 15 o 20 días de llegar me mandó un telegrama en el que me insistía en que no regresase a la Argentina. Y en julio de 1975 me envió también una carta "en código", que decía que si regresaba a Buenos Aires tenía riesgo de un "contagio grave de salud" (risas).
-¿Cómo reaccionó cuando se enteró de su elección como Papa?
-Fue una gran sorpresa, como para todos. Además tenía idea de que su salud no era muy buena. Pero aquí estamos viendo que es un papa muy activo, incluso con esta gira tan larga y por tres países diferentes.
-¿Y qué es lo que más valora de su tarea como papa?
-Su apertura. Su exhortación a que salgamos de los templos, invitarnos a ser pastores con olor a oveja. Su llamado a abrir las puertas a todos. Todo eso implica una apertura muy grande al mundo moderno, tal como la que tuvo en su momento el fundador de nuestra orden, San Ignacio de Loyola, que se abrió al Renacimiento. En ese sentido, yo creo que Francisco está haciendo todos los cambios que se pueden hacer hoy en la Iglesia.
Más leídas de El Mundo
A partir de hoy. Bukele entró en licencia en El Salvador: por qué dejó la presidencia y quién lo reemplazará
Escándalo. Un libro revela quiénes fueron los “racistas reales” que preguntaron por el color de piel del hijo de Harry y Meghan
Uno es el marido de una argentina. Un kibutz de Israel masacrado por Hamas anunció que tres de sus residentes murieron en cautiverio en Gaza