Juegos de poder: un drama sucesorio estilo chino, con Xi Jinping como protagonista

NUEVA YORK.- Un dirigente provincial en ascenso cubrió de elogios a Xi Jinping y dijo que era “la mayor garantía” del Partido Comunista Chino (PCCh). El jefe partidario de una importante ciudad costera instó a los funcionarios a honrar “la nobleza de porte y el carisma personal” del líder Xi. Y un alto general del ejército dijo que Xi había enfrentado “serios riesgos políticos” para lograr “la reinvención revolucionaria” de las fuerzas militares de China.

Esa adulación orquestada desde el arranque de 2022 parece confirmar que durante el congreso del PCCh previsto para fines de este año Xi buscará asegurarse otro mandato de cinco como líder máximo de China. En tiempos de agitación y oportunidades a nivel global, dicen los altos funcionarios de Pekín, China necesita concentrar el poder en un hombre fuerte y decidido como Xi, que asegure el ascenso del país al nivel de superpotencia.

Pero sobre China se cierne una incertidumbre concreta y pergeñada por el propio Xi: nadie sabe, salvo tal vez un estrechísimo círculo mudo de altos funcionarios, cuánto tiempo más espera quedarse en el poder el actual presidente chino, ni cuándo o cómo elegirá a su heredero político. Y parece que a Xi le gusta que así sea.

“El genio político de Xi radica en su uso estratégico de la incertidumbre: le gusta tenerlos a todos en vilo”, dice Christopher K. Johnson, presidente del Grupo de Estrategias de China y exanalista de política china de CIA.

Es muy probable que el congreso partidario confirme a Xi en el puesto clave de secretario general del Partido Comunista durante cinco años más, torciendo así la idea de que los líderes chinos se estaban adaptando a un patrón de recambio de una década. En 2018, los legisladores chinos abolieron los límites de mandato en la presidencia y allanaron el camino para que Xi, de 68 años, pueda concentrar todos los cargos máximos de forma indefinida: presidente, líder del partido y comandante en jefe de las fuerzas militares.

Muchos años más, ¿pero cuántos? ¿Y a quién pasarle la posta después de eso? El dilema del “cómo y el cuándo” poner en marcha un plan para dejar formalmente sus cargos y confirmar un heredero podrían poner a prueba las temibles habilidades políticas de Xi.

Dejarlos a todos en ascuas puede ayudarlo a reforzar lealtades y darle más tiempo para estudiar a sus posibles sucesores. Al mismo tiempo, si no da señales en ninguna dirección, la élite de China puede ponerse nerviosa, o incluso empezar a dividirse.

“En cierto sentido, cuando elija un heredero Xi pasaría a ser un pato rengo”, dice Guoguang Wu, profesor de la Universidad de Victoria en Canadá y exasesor de Zhao Ziyang, el líder chino expulsado del partido en 1989. “Pero también aliviaría un poco la tensión que debe enfrentar para pelear por su tercer mandato”.

Xi ya ha dicho que la confianza es crucial para proteger el poder del partido, y no quiere sorpresas que alteren los preparativos de su triunfal congreso en noviembre.

En sus prioridades económicas para 2022, las autoridades chinas recalcaron siete veces la palabra “estabilidad”. Aunque la mayoría de los países han abandonado la estrategia de “covid cero”, Pekín no vacila y se mantiene imperturbable. Este año, además, Xi se dará un baño de estadista con los Juegos Olímpicos de Invierno y los planes de lanzamiento de una estación espacial.

Pero el resplandor de la propaganda arrojará pocas pistas sobre las deliberaciones intestinas durante el congreso partidario. El secretismo, muy arraigado en la élite política china, con Xi se ha profundizado. La clase política se ve a sí misma como protectora del auge de China y de su poder unipartidario en un mundo mayormente hostil.

Alfombra roja

Tal vez los juegos de poder de Xi empiecen a entenderse más cabalmente cuando finalice el congreso y la nueva cúpula se presente sobre la alfombra roja del Gran Salón del Pueblo.

Como quiere mantener abiertas todas sus opciones, es probable que Xi se abstenga incluso ahí de señalar específicamente a un sucesor, que según los analistas de seguro sería un nuevo ingresado al Comité Permanente del Politburó, máximo círculo de poder del partido.

Xi y el primer ministro Li Keqiang accedieron al Comité Permanente en 2007, y eso los confirmó como los “líderes en espera” de aquel momento.

En vez de hacer un movimiento similar, es más probable que Xi haga ingresar a toda una camada de funcionarios de la próxima generación al Politburó general, que tiene 25 miembros y es el nivel siguiente por debajo del Comité Permanente, creando así un banco de reserva cuya lealtad y valor serían puestos a prueba en estos próximos años.

“Lo más probable es que la jugada de Xi apunte al Politburó, y no al Comité Permanente”, dice Johnson, el exanalista de la CIA. “Es muy improbable que de alguna señal de un sucesor por el momento.”

Pero si Xi se mantiene en la cima del poder durante otra década o más, también se les pasará el turno a los posibles sucesores que todavía son jóvenes y actualmente trabajan en la oscuridad en ministerios y gobiernos provinciales.

“Si Xi conserva la buena salud y evita los desastres políticos, puede seguir siendo un gran líder nacional y un formidable operador político durante un par de décadas más”, dijo Neil Thomas, analista de política china para el Grupo Eurasia.

Chris Buckley

The New York Times

Traducción de Jaime Arrambide

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