La caza del voto protesta
SANTIAGO, Chile (De un enviado especial).– Hoy empieza una nueva campaña en Chile. Sebastián Piñera logró una victoria más contundente de lo que su comando esperaba, y Eduardo Frei respiró tranquilo al asegurarse un lugar en la segunda vuelta. Algo tienen en común: deberán lanzarse ya mismo a la caza del voto protesta que atrajo Marco Enríquez-Ominami.
Piñera está cerca de la presidencia, pero no puede dormirse en los laureles. Tendrá que esforzarse para captar a aquellos votantes de Enríquez-Ominami más desencantados con la Concertación y más de centro si pretende darle a la derecha la primera victoria electoral en medio siglo.
"A partir de ahora va a ser muy importante cada palabra y cada sílaba que pronuncie Enríquez-Ominami", dijo a LA NACION Luis Argandoña, analista de la consultora Conecta Research.
Enríquez-Ominami es un político del riñón de la Concertación y ya ha dejado en claro que "no da lo mismo que gane la derecha". Sin embargo, la coalición oficialista tampoco puede descansar en que captará a todo su caudal electoral, porque el diputado díscolo, más allá de algún guiño, parece decidido a no apoyar abiertamente a Frei en la segunda vuelta.
Y aunque sí lo hiciera, sus votantes conforman un grupo bastante heterogéneo, y los sondeos anticipan que por lo menos un tercio de ellos sienten un profundo malestar con la Concertación y se inclinarían por Piñera en la segunda vuelta, el 17 de enero.
"Los votantes de Enríquez-Ominami tienen un perfil que es muy antidemócrata cristiano, y esta campaña ha sido muy dura. Es difícil que se recompongan las relaciones tan rápidamente", señaló Argandoña.
La coalición oficialista intentó transmitir ayer un discurso triunfalista, basado en que la derecha obtuvo un menor porcentaje de votos que en la primera vuelta de 2005, cuando Piñera y el otro candidato de la derecha, Joaquín Lavín, sumaron en conjunto más votos que quien finalmente ganó la presidencia, Michelle Bachelet.
Pero la Concertación no puede darse el lujo de analizar la elección de ayer como una victoria. Más bien, deberá bucear muy hondo en las causas de su derrota si pretende dar vuelta la historia.
"Estas son las primeras elecciones en las que la Concertación no gana en primera vuelta; esa en sí es la gran noticia", señaló a LA NACION el analista político Patricio Navia.
"Hay varias razones por las que no ganó. La primera es el tiempo: van 20 años y hay agotamiento por la falta de renovación. Volvieron con un Frei 16 años más viejo, que tuvo una campaña bastante deficitaria. Justamente ese fue un segundo factor. La tercera variable es que la Concertación eligió al candidato de arriba hacia abajo. En esta vuelta no hubo primarias, y la falta de democracia generó un descontento que terminó en apoyo para Enríquez-Ominami", añadió Navia.
La Concertación no tiene margen de error. Si realmente pretende reconquistar a todos los desencantados que arrastró Enríquez-Ominami en la primera vuelta, deberá reinventarse en tiempo récord.
"Esto obliga a Frei a correr riesgos, a hacer concesiones, a abrirse hacia el mundo de Enríquez-Ominami, y José Arrate, de lo contrario, no tiene posibilidades de victoria. La inercia aquí no es suficiente", señaló a LA NACION el sociólogo chileno Eugenio Tironi.
Lo que sí está claro es que, en el próximo mes de campaña, cada candidato apostará a polarizar al electorado.
Como ya ha lo hizo en el tramo final de la campaña, al incluir en la agenda el tema de las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet, la Concertación probablemente apele a su estrategia clásica de presentar la elección como una oposición entre autoritarismo y democracia.
"Eso, a mi juicio, es muy riesgoso, porque los votantes que ellos necesitan son los votantes menos ideologizados, en los cuales un llamado de polarización tiene menos efecto. Es una estrategia típica de estos dirigentes, que ha dado muy buenos resultados antes, pero que ahora no va a tener tanto éxito", explicó Argandoña.
Piñera, en tanto, buscará romper ese eje y continuar con un discurso integrador, poco ideológico y, sobre todo, en función de la idea de cambio, un concepto que había sido monopolizado por Enríquez-Ominami en los últimos meses de campaña.
"Ahora, con Enríquez-Ominami fuera del escenario, Piñera puede tomar ese concepto que en estas elecciones ha resonado en mucha gente", señaló Argandoña.
Hijos de Allende y Lagos, al Senado
- SANTIAGO, Chile (ANSA).– La hija del depuesto presidente Salvador Allende, la actual diputada socialista Isabel Allende, y el hijo del ex presidente socialista Ricardo Lagos Escobar, el economista Ricardo Lagos Weber, ocuparán desde marzo próximo una banca en el Senado chileno.
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