La crisis del coronavirus complica a Jair Bolsonaro: echó a un ministro clave
Enfrentado con el titular de Salud por sus diferencias en la gestión de la pandemia, lo reemplazó por un oncólogo que prometió una paulatina "vuelta a la normalidad"; hay 1924 muertos y 30.425 casos
RÍO DE JANEIRO.- El número de contagios de coronavirus en Brasil pasó ayer los 30.000. Los muertos, desde hace días, se cuentan de a 200 y ya son casi 2000. Y en el medio, las turbulencias políticas abren cada vez más interrogantes sobre la capacidad de gestión de Jair Bolsonaro, un presidente debilitado frente a la crisis que intenta retomar la iniciativa.
El líder ultraderechista avanzó ayer con una maniobra arriesgada. Cuando Brasil ingresa en una delicada etapa de aceleración de contagios y muertes, desplazó a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta. De la mano del cambio de conducción, Bolsonaro buscará "reabrir los empleos" ablandando las medidas de aislamiento social.
Nelson Teich, un respetado médico oncólogo sin experiencia en la salud pública, asumió el lugar de Mandetta. En un breve discurso de presentación, en el que garantizó que la "vuelta a la normalidad" será paulatina, señaló que preservar la economía y la salud no es incompatible, en palabras casi calcadas de las del presidente.
Teich anticipó que el camino será de flexibilización de las medidas de cuarentena y buscó ahuyentar fantasmas al resaltar que actuará basado en la "ciencia" y en la "técnica". En un artículo reciente, había defendido el aislamiento "horizontal", en sintonía con Mandetta. Ayer propuso una estrategia de "testeos en masa" para retomar la vida normal, aunque no explicó cómo planea conseguir los recursos y los insumos para aplicar ese programa.
En una semana la cifra de muertos creció más de 80%. Ayer se contabilizaron 188 decesos más (suman 1924) y 2105 nuevos contagios, que totalizan 30.425.
La gestión de la crisis ha sido hasta ahora un proceso de desgaste permanente para Bolsonaro. La salida de Mandetta, con quien el presidente arrastraba un enfrentamiento público por la importancia del aislamiento social para combatir el virus, no causó sorpresa.
Preocupado por la economía, el presidente minimizó el impacto del virus y propuso flexibilizar el aislamiento social, postura que lo dejó en una posición irreconciliable con su exministro. Bolsonaro calificó la salida como un "divorcio consensuado".
"La cuestión del empleo no fue tratada como debería ser. No condeno, no recrimino a Mandetta. Hizo lo que como médico debía hacer", dijo Bolsonaro, en un mensaje en el Palacio del Planalto, que precedió la presentación de Teich.
"Una persona desempleada estará más propensa a sufrir problemas de salud que otra empleada. Desde el comienzo de la pandemia hablé de la importancia de la vida y del empleo", aseguró el presidente, que remarcó que en Brasil se instaló un clima de "terror" e "histeria", que incluso predispone a la población a contraer enfermedades.
En las capitales de San Pablo y Río de Janeiro, los dos estados con más enfermos de Covid-19, la decisión del mandatario generó cacerolazos y gritos de "fuera Bolsonaro".
A diferencia del presidente, la crisis fortaleció a Mandetta. Un desconocido para la mayoría de la población hasta 2019, el médico y exdiputado federal por Mato Grosso del Sur deja el gobierno con una aprobación de más del 70% y con el respaldo de buena parte de la comunidad médica y científica. "Hicimos un buen combate hasta aquí. Estamos solo en el comienzo de la batalla", dijo en la despedida.
El cambio de cabeza en el Ministerio de Salud achica todavía más el margen de error de Bolsonaro. "Se tornó a partir de ayer en el único político responsable por lo que pasará con la pandemia", señaló a LA NACION Mauricio Santoro, politólogo y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).
Bolsonaro dijo que acordó con Teich que gradualmente deben "abrirse los empleos" en Brasil, refiriéndose a una paulatina vuelta a la normalidad, mientras se acelera la diseminación del virus.
Alarma en hospitales
En tanto, el perfil de los enfermos ha empezado a cambiar. De los primeros contagiados, en su mayoría de una clase media alta vinculada a quienes habían viajado al exterior y su círculo más cercano, en las últimas semanas el virus comenzó a penetrar en barrios humildes y favelas, explicaron las autoridades, donde las condiciones precarias de higiene y vivienda multiplican el desafío.
Desde algunos estados llegan datos que comienzan a revelar un desborde del sistema de salud. Ceará (nordeste) ocupó ayer el 100% de las camas públicas de unidades de terapia intensiva, según confirmó la Secretaría de Salud estatal. Amazonas (norte) presenta una situación todavía más grave, con el inminente colapso del sistema público y privado.
Con la salud de millones de brasileños en juego, el presidente cambió su principal carta y ahora deberá asumir, en soledad, los costos de lo que vendrá.
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