La invasión a Ucrania: Rusia cambia y ahora apuesta a una larga guerra de desgaste
El foco del Kremlin está puesto en el Donbass, y el levantamiento del sitio de Kiev deja preparado el escenario para un conflicto prolongado
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NUEVA YORK.- La guerra de Rusia en Ucrania dio un giro esta semana cuando el Kremlin hizo un reconocimiento implícito de su incapacidad para sostener una ofensiva rápida en múltiples frentes y empezó a retirar las fuerzas que sitiaban Kiev y otras ciudades del norte para enfocarse, por ahora, en la captura y ocupación de la región oriental del país.
El giro se produjo tras cinco días de intensos combates que dejaron muy en claro la intensidad y eficacia de la resistencia de los ucranianos, hecho confirmado por la aparente decisión del Kremlin de apostar a partir de ahora a una larga guerra de desgaste.
Los contraataques de Ucrania –incluido un ataque de helicópteros dentro de territorio ruso- y el repliegue de las fuerzas de Rusia hacia la región oriental del Donbass sugieren que ambos bandos creen que pueden ganar, y por eso es poco probable que las negociaciones de paz lleven a un acuerdo en lo inmediato.
“La estrategia militar y política de Rusia no ha cambiado: sigue siendo aniquilar a Ucrania”, dice Andriy Zagorodnyuk, exministro de Defensa ucraniano y asesor del gobierno del presidente Volodimir Zelensky. “El problema es que sus capacidades no están a la altura de su visión estratégica”.
Esa podría ser una receta para un conflicto prolongado, con mayores dificultades de ambas partes para reunir tropas y acceder a armas, municiones y pertrechos. Para Ucrania y sus modestos recursos militares, la consecuencia de ese giro hacia una guerra convencional prolongada implica tener que conseguir armas pesadas, como tanques y artillería.
Al enfocarse en la toma del Donbass, Rusia podrá concentrar su potencia de fuego en un frente más pequeño, tener líneas de suministro más cortas y contar con mejor apoyo aéreo, dando a Moscú mejores chances de alzarse con un éxito militar. El cambio también dejará a Rusia en mejor situación para intentar rodear a algunas de las mejores unidades del Ejército de Ucrania, que están estacionadas en esa región.
La retirada rusa de Kiev, sin embargo, también le permite a Ucrania enviar recursos adicionales al frente oriental del Donbass, y hacerlo mucho más rápido por rutas más cortas.
Al principio los funcionarios ucranianos desconfiaron del anuncio de Rusia de que limitaría sus operaciones militares cerca de Kiev y Chernihiv, pero el jueves los largos convoyes de vehículos blindados rusos comenzaron a abandonar la zona, y las tropas ucranianas ya han recuperado decenas de pueblos en el norte de Ucrania tras la salida de los rusos.
Inicialmente Rusia parecía decidida a mantener una pequeña fuerza de bloqueo alrededor de Kiev como amenaza constante a la capital ucraniana y así evitar un gran redespliegue ucraniano en el Donbass, dicen funcionarios ucranianos. Pero el riesgo inminente de que las fuerzas rusas apostadas en el noroeste o nordeste de Kiev fuesen rodeadas precipitó una rápida retirada hacia la frontera con Bielorrusia, bajo el fuego de los ucranianos.
“El enemigo no logra retener con éxito las zonas que desea conservar. Nuestras fuerzas lo están expulsando del noroeste y el noreste del país, alejando al enemigo de Kiev y haciendo imposible otro intento de toma por asalto”, dijo el viernes el asesor presidencial ucraniano Oleksiy Arestovych.
Rusia envió a Kiev y al norte de Ucrania a algunas de sus mejores unidades, pero muchas quedaron muy golpeadas tras los feroces combates y necesitarían un tiempo considerable para rearmarse y estar listas para un nuevo despliegue, dicen los analistas militares.
Bajas rusas
Los funcionarios de Estados Unidos calculan que Rusia ha perdido a unos 10.000 soldados de los 190.000 que envió a Ucrania y decenas de miles más han resultado heridos o fueron hechos prisioneros. La 4ª División de Guardia de Tanques, la temible elite de la Kantemirovskaya, perdió 46 de sus 220 tanques T-80, según evidencia visual compilada por analistas militares.
Para reponer sus fuerzas, Rusia ha convocado a reservistas, ha reasignado a Ucrania a las tropas que tienen desplegadas en la conflictiva región transcaucásica del Alto Karabaj y Osetia del Sur, y también nuevos reclutas. Algunas de estas tropas, particularmente de la Guardia Nacional Rusa, que suele dedicarse a tareas de seguridad interna, han rechazado la orden de desplegarse en Ucrania.
El mariscal del aire británico Edward Stringer, que dirigió las operaciones del Ministerio de Defensa británico y ayudó a crear el programa de entrenamiento militar de Gran Bretaña en Ucrania, dice que Rusia ya no le quedan demasiadas reservas adicionales para lanzar nuevas ofensivas.
“La mayor parte de los efectivos con poder de combate ya están en la guerra”, dice Stringer. Así que el presidente Putin, “tiene que reconstruirse o concentrar el poder de combate que tiene”.
Muchos funcionarios y analistas militares ucranianos creen que es probable que el conflicto se prolongue durante meses o más, incluso mientras Kiev y Moscú siguen con las negociaciones de paz. Si bien los negociadores lograron algunos avances –Ucrania abandonó su aspiración de unirse a la OTAN a cambio de garantías de seguridad vinculantes de Occidente y Rusia–, lo cierto es que Kiev y Moscú siguen muy alejados en cuanto al estatus territorial del Donbass y Crimea, entre varios otros temas.
Aunque Rusia tiene una población mucho mayor –145 millones frente a los 37 millones de Ucrania– y mucho más equipamiento militar, en una larga guerra de desgaste el tiempo no necesariamente juega a favor de Moscú.
“El potencial militar, como cualquier sistema, es tan fuerte como su eslabón más débil. Y el eslabón militar más débil de Rusia es su gente. Tienen mucho equipo, mucho armamento, pero tienen una gran carencia de personal capacitado”, dice Zagorodnyuk.
Por el contrario, Ucrania, que al comienzo de la guerra tenía un Ejército de unas 200.000 tropas, de ser necesario podría desplegar otra fuerza de tamaño similar. “En caso de una guerra larga, la única pregunta es si Ucrania tendrá el apoyo de nuestros socios occidentales, en primer lugar de Estados Unidos. Si contamos con ese apoyo, podemos sobrevivir a Rusia”, dice el exministro de Defensa ucraniano.
Hasta hace una semana, el suministro de armas a Ucrania de parte de Estados Unidos y la OTAN se basó en estimaciones de que Kiev colapsaría rápidamente y que la guerra tomaría la forma de una insurgencia. Las armas enviadas, como los misiles antiaéreos Stinger y los misiles antitanques Javelin y NLAW, pueden ser transportadas por una sola persona y han sido muy útiles para las tropas ucranianas, que se mueven en unidades ágiles de pocos combatientes.
Pero Ucrania terminó librando una guerra convencional a gran escala, con artillería de largo alcance, tanques, defensas aéreas y sus propios aviones de guerra y helicópteros de combate, y ese equipamiento militar se ha ido perdiendo sin que Occidente lo reponga.
De a poco eso está empezando a cambiar. El secretario de Defensa de Gran Bretaña, Ben Wallace, dijo el jueves que un conglomerado de donantes de 35 naciones acordó proporcionar a Ucrania artillería de largo alcance, vehículos blindados, sistemas de contrabatería y armas antiaéreas y de defensa costera. Si bien eso no incluye los tanques y aviones de combate que reclamó el presidente Zelensky, si se despachan rápido, esos suministros mejorarían significativamente las chances bélicas de Ucrania.
“Las próximas tres semanas son decisivas porque entonces sabremos si la guerra de desgaste de Rusia puede tener éxito”, dice el teniente general retirado Ben Hodges, excomandante del Ejército estadounidense en Europa. “Si entendemos la urgencia y le damos a Ucrania lo que pide, tendrán posibilidades de quebrar a los rusos. De lo contrario, los rusos tendrán tiempo para reagruparse, repensar su logística y seguir desgastando a las ciudades y Fuerzas Armadas ucranianas”.
Yaroslav Trofimov
Traducción de Jaime Arrambide
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