Los peligros que se ciernen sobre el Mercosur
Las elecciones de mañana en Brasil se hacen luego de un largo período de crisis que llevaron a la destitución de la presidenta Rousseff , por un impeachment y en el marco de un profundo deterioro de la situación económica. Se suma que el político más popular, Lula da Silva , está preso, acusado por corrupción.
Los comicios cobran importancia singular no solo para Brasil, sino para toda la región, por tratarse de la mayor economía de América del Sur. Lo que pase en Brasil influirá, sin lugar a dudas, a todos los países de América.
Por esa importancia, algunos expertos argentinos parecen desear que gane el candidato de ultraderecha y antiguo represor, Jair Bolsonaro , demostrando una visión estrecha de cuáles son las ventajas y desventajas de esta elección para el desarrollo de todos nuestros países.
No se dan cuenta ellos del peligro que corren la Argentina y el Mercosur si Bolsonaro asume la presidencia de nuestro principal socio y vecino. Además de ser probablemente el fin de la única alianza estratégica que se ha construido en la región, sería un gran retroceso para la democracia, para los derechos humanos y para la igualdad de género.
Este apoyo a Bolsonaro se basa fundamentalmente en considerar (erróneamente) que Lula es igual a Cristina Fernández y que el Partido de los Trabajadores es igual al kirchnerismo. Más allá de coincidencias casuales, como son los procesos judiciales que tanto Lula da Silva como Cristina Fernández afrontan, la diferencia es enorme en lo personal y en sus caminos y carreras políticas.
Más Perón que Cristina
Lula no es como Cristina, su parecido se encuentra muy cerca de Juan Perón. Ambos, Perón y Lula, se apoyaron para gobernar en los sectores populares a la que le otorgaron movilidad social ascendente (no a la clase media), promovieron la industrialización y tuvieron como base social a los trabajadores sindicalizados, no a las organizaciones sociales.
Es importante destacar la crisis de los partidos políticos brasileños, que ha hecho que tanto el PMDB, partido tradicional que puso a la mayoría de los vicepresidentes (Sarney, Itamar Franco, Temer) como el PSBD, del expresidente Fernando Cardoso, no tengan posibilidades electorales.
Quedan entonces dos opciones. Una la de la ultraderecha apoyada por algunas iglesias protestantes y por exmilitares que ha encontrado, por primera vez desde el regreso de la democracia en Brasil, a una figura que expresa sin titubeos ideas reaccionarias y discriminatorias.
Bolsonaro, su líder, es un exmilitar, diputado, que desde un discurso populista-nacionalista, antiprogresista, trata de captar todo el descrédito de la corrupción de los años de gobierno del PT y rescata a la dictadura por su dura represión, habla contra los homosexuales, ataca a las mujeres y trata de conquistar a los sectores medios, asustados por el avance de la droga y de la violencia.
Enfrente se encuentra el candidato del PT, Fernando Haddad, un exministro de Educación de Lula, elegido por éste para sucederlo.
Según las encuestas, Haddad tiene posibilidades de ganar en una segunda vuelta. Su postulación fue realizada sin el apoyo de los sectores duros del PT que querían obligar a Lula a "mejor-peor" impulsando su candidatura, buscando la proscripción y una eventual rebelión popular para liberarlo. Pero Lula optó por Haddad, acompañándolo por una dirigente del Partido Comunista, Manuela D'Avila, como forma de atraer votos femeninos. Lula siguió en cierta forma el mismo trayecto de Perón en 1973 cuando regresaba al país y el gobierno de Lanusse lo proscribió.
Perón eligió a Cámpora y Lula a Haddad para despejar el camino hacia el poder de sus agrupaciones. En el caso de Perón, después del triunfo y ante el riesgo de que el gobierno de Cámpora fuera cooptado por los sectores de la izquierda, se llamó a elecciones y fue elegido presidente. Veremos qué poder tiene Lula y qué decide hacer Haddad con él si gana, aunque no solo depende de su voluntad, sino del pueblo brasileño y sus instituciones.
El autor es abogado y diplomático
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