Ola de ataques con cuchillos en Gran Bretaña
En una tendencia alarmante, 21 adolescentes murieron en 2008 por armas blancas en hechos de violencia
LONDRES.- "Los cuadernos, la calculadora, los auriculares para el iPod, algo de plata para una bebida... y uno o dos cuchillos de la cocina." Por insólito que parezca, listados como éste parecen haberse convertido en algo frecuente para un número significativo de adolescentes británicos cuando preparan su mochila para ir a la escuela.
Portar un arma blanca, afirman, es tanto una moda como una necesidad. Las disputas que antes se arreglaban "a las piñas", ahora se resuelven a navajazos. Y quien no cuenta con un arma para defenderse, sea grande como un machete o pequeña como una hoja de afeitar, es considerado un cordero listo para el matadero.
Este razonamiento explica en gran medida por qué en lo que va del año 21 jóvenes de entre 14 y 19 años perdieron la vida acuchillados en Londres. La cifra podría parecer irrelevante de no ser porque, por más que los londinenses constituyen menos del 14% de la población de Inglaterra y Gales, el último año sufrieron la tercera parte de las muertes por arma blanca. Eso no es todo: de acuerdo con el reporte anual de la Encuesta del Crimen Británico, cada cuatro minutos una persona cae víctima de un agresión con armas de filo en Gran Bretaña.
En 2007, las diferentes fuerzas del país registraron 22.151 casos de este tipo de agresión, 7400 de ellos en Londres. Los hospitales de Inglaterra y Gales recibieron el año pasado 12.340 personas heridas con cuchillos y objetos punzantes, un 19% más que hace cinco años. La estadística incluye los accidentes domésticos. Y está bien que lo haga, porque muchos de los incidentes son encubiertos tanto por las víctimas como por amigos y familiares que, escudándose tras la frase " boys will be boys ", califican todo de simple "travesura".
Para la policía, la situación está lejos de ser un juego de niños. El subcomisionado de Scotland Yard, sir Paul Stephenson, confirmó esta semana que la batalla contra las armas blancas se ha convertido en la "prioridad número uno", por encima incluso del terrorismo. Más de una docena de los 75 oficiales que integran ahora una fuerza dedicada a remover los cuchillos de las calles y forman parte de la operación Blunt (Desafilar) provienen justamente de las filas de la Unidad Antiterrorista de Scotland Yard.
Esta contundente reacción oficial responde a una serie de sucesos que acapararon la atención de la prensa. Hace un mes, Londres se estremeció con seis homicidios por arma blanca en 24 horas. Un día antes, dos jóvenes franceses habían muerto apuñalados en su departamento. Habían venido a hacer un posgrado, pero sus cadáveres regresaron a Francia con más de 250 puñaladas entre ambos. Con este incidente todavía fresco, los británicos se enteraron de la muerte a la salida de una discoteca en Islington (el barrio de clase media alta que fue hogar de Tony Blair) de Ben Kinsella, de 16 años, hermano de Brooke Kinsella, actriz de la popular telenovela de la BBC EastEnders . Estas noticias han contribuido a crear la sensación de que en Gran Bretaña impera la ley de la selva y que Londres no es otra cosa que el Nueva York de la época de Serpico .
El primer ministro, Gordon Brown, admite que la situación es seria, pero afirma que en términos globales se cometen ahora menos crímenes que en 1997, cuando el Nuevo Laborismo llegó el poder. Las estadísticas le dan parcialmente la razón. Pero lo que ha cambiado no es tanto el número como la naturaleza y localización de los crímenes: los casos de uso de armas blancas que eran habituales entre bandas de delincuentes de los barrios pobres se están volviendo más raros, al tiempo que los protagonizados por chicos de clase media van en aumento.
Razones
Karyn McCluskey, una psiquiatra que trabaja en la Unidad de Reducción de Violencia de la policía escocesa, estima que el uso de armas blancas es una "enfermedad" y que su incremento debe considerarse una epidemia. "La alta incidencia de la violencia está asociada con la ausencia de modelos en la sociedad, particularmente en el seno de la familia y en la escuela", estimó.
La psicoanalista Dorothy Rowe, autora del libro Beyond Fear (Más allá del miedo) atribuye el fenómeno a una creciente sensación de desesperación.
"Los que antes se llamaban «rebeldes sin causa» ahora tienen causa. Los peligros del calentamiento global y del terrorismo les dan razones de sobra para no detenerse a pensar en el futuro y menos aún en las consecuencias de sus acciones. A esto tenemos que agregar el consumismo, que los ha acostumbrado a creer que tienen derecho a obtener todo lo que desean. Cuando esto no ocurre, la forma más fácil de expresar frustración es con violencia."
La ministra del Interior, Jacqui Smith, reconoció que ella misma tendría miedo de pasear de noche sola por Londres. Pero en su mirada persiste la figura del delincuente del proletariado. Por eso propuso monitorear a las 100.000 familias más conflictivas y recortar los beneficios sociales a quienes no controlen a sus hijos, una de las viejas propuestas de Tony Blair.
Pero la más criticada de sus ideas consiste en obligar a los atacantes a visitar los servicios de urgencia de los hospitales para que vean con sus propios ojos el trauma físico y psicológico que provocan en sus víctimas, lo que ha despertado críticas en las asociaciones de médicos y enfermeras.
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