Históricamente los Orange-Nassau disfrutaron su tiempo de descanso veraniego y de invierno fuera del reino, pero en los últimos años una serie de percances en los sitios elegidos, hundieron la popularidad de Guillermo y Máxima a sus peores niveles desde el comienzo del reinado
En un país que se enorgullece de su sistema igualitario, donde los reyes no acostumbran usar corona, y no es raro ver al primer ministro o a altos ejecutivos yendo en bicicleta a sus oficinas, la familia real holandesa sueña -como cualquier otra alrededor del mundo- con su temporada de vacaciones. Pero desde hace años, para el rey Guillermo y su esposa Máxima Zorreguieta, el tiempo de descanso de toda la familia real está asociado con percances, escándalos y hasta una tragedia.
De hecho, luego de una polémica vacación de 2020, los monarcas nunca volvieron a recuperar la popularidad que tuvieron en el pasado. Hoy Guillermo es el miembro con menos respaldo de la familia real, con una puntuación de apenas 6.5 sobre 10, y Máxima apenas tiene 7,3, cuando ambos superaban los 8 puntos al acceder al trono en 2013.
“La popularidad de los reyes tuvo una enorme caída tras las vacaciones de octubre de 2020 y ya nunca volvieron a recuperarla”, contó a LA NACION Rick Evers, desde 2010 periodista especializado en la Casa Real holandesa, donde logró ganarse la confianza de la reina y publicó hace poco más de dos años el libro Máxima, más que majestad (Maxima, meer dan Majesteit).
Sin palacios en regiones turísticas
Este país que es la mitad de pequeño que la provincia argentina de Corrientes, y que en su parte continental cuenta con una geografía llana y monótona, no tiene la tradición de disponer de palacios en regiones turísticas para las vacaciones de sus monarcas. Como la mayoría de la realeza europea, los reyes neerlandeses solo tenían palacios de invierno, Huis ten Bosch y Noordeinde, en La Haya, y residencia de verano Het Loo, en Appledoorn, para la temporada de caza, más en contacto la naturaleza. La reina Juliana, abuela de Guillermo, que reinó entre 1948 y 1980, abandonó esa tradición y unificó el palacio Soestdijk, cerca de Utrecht, como lugar de residencia y también despacho. Luego su hija Beatriz inició la costumbre, que continúa aún hoy, de utilizar el palacio de Noordeinde para despacho y recibir invitados, y Huis ten Bosch como residencia. El Palacio Real en Amsterdam queda para actos protocolares.
En ese contexto, nunca llamó la atención que los reyes optaran por viajar fuera de su país cuando se tomaban vacaciones de verano o invierno.
En 1975, luego de nueve años de casada con el príncipe Klaus von Amsberg y cuando aún no había accedido al trono, Beatriz recibió como regalo del conde italiano Vasco Vicini una casona en la Toscana a la que bautizó Rocca dei Dragoni, el mismo nombre de su castillo Drakensteyn, donde vivía siendo princesa -y reside hoy- en los Países Bajos. Beatriz puso esa propiedad a nombre de sus hijos, Guillermo, entonces de 8 años, Friso, de 7 años y Constantino, de 6 años.
“Rocca dei dragoni es un refugio muy querido por toda la familia, en el que se siguen reuniendo todos los años los Orange-Nassau para celebrar la Pascua, y donde Beatriz disfruta haciendo tareas de jardinería, recibiendo amigos y realizando paseos por las ciudades cercanas de la Toscana”, contó Evers.
La austeridad del lugar debe haber sorprendido incluso a los ladrones que en plena pandemia, en julio de 2020, ingresaron al lugar y revolvieron toda la residencia para luego escapar sin llevarse nada de valor, según el reporte de los carabineros. Solo huyeron con un vehículo todoterreno de la familia real, que abandonaron a poca distancia del lugar. El percance solo sumó una anécdota más a las malas experiencias de los Orange-Nassau y sus vacaciones.
La más trágica de ellas ocurrió sin dudas en 2012 en otro sitio muy apreciado por la familia desde hace décadas.
Tragedia en Lech, Austria
En 1960, la reina Juliana y su esposo pasaron por primera vez sus vacaciones de invierno en el hotel Gasthof Post en Lech, Austria y se hicieron muy amigos de los dueños, Erich e Irma Moosbrugger.
Varias generaciones más tarde, los Orange y los Moosbrugger siguen siendo grandes amigos, y la familia real guarda la costumbre de ir a esquiar allí en algún momento de la temporada invernal.
El 17 de febrero de 2012, el príncipe Friso, un año menor que Guillermo, salió a esquiar fuera de pistas precisamente con Florian Moosbrugger, amigo de la infancia y actual propietario del Gasthof Post.
Ante el peligro de avalanchas, Moosbrugger llevó consigo un airbag que forma una burbuja de aire en caso de un alud y permite la respiración, pero Friso se negó a ponerse ese seguro. Fue así como luego de una trágica avalancha, el príncipe pasó 25 minutos bajo la nieve y sin oxígeno hasta que pudo ser rescatado. La reanimación duró 50 minutos pero el daño cerebral fue grave. Nunca salió del coma y falleció un año y medio más tarde, casi cuatro meses después de que su hermano mayor accediera al trono.
“La trágica muerte de su hijo en Lech, no impidió que Beatriz siga yendo a su tradicional suite en el Gasthof Post. Guillermo y Máxima prefieren en cambio alojarse ahora en casa de unos conocidos en el otro extremo de Lech, una ciudad que en invierno está superpoblada de holandeses millonarios a quienes les gusta codearse con la realeza en las pistas”, comentó Evers.
Fuera de sus vacaciones de bajo perfil en la Argentina, especialmente en el sur donde vive el hermano de Máxima, la pareja real neerlandesa tiene un historial de desaciertos con sus sitios de descanso veraniego.
El primer paso en falso lo dieron en 2007, cuando aún eran príncipes y se asociaron a un proyecto inmobiliario en Mozambique, para construir en la península de Machangulo un lujoso resort vacacional en el que contarían también con su propio sitio de descanso sobre las doradas arenas del Océano Índico. Lo positivo era que se trataba de un proyecto ecológicamente responsable y con una fuerte inversión para la población local (en infraestructura, escuelas y viviendas). Pero poco a poco comenzó a haber versiones sobre turbios antecedentes de la empresa constructora, denuncias de corrupción y hasta vínculos con el narcotráfico. Por lo que finalmente, en 2009 se anunció que los príncipes venderían su propiedad en Machangulo, una vez concluidas las obras.
Como un recordatorio de la participación de los Orange-Nassau en el proyecto, el lujoso resort se llama hoy The Monarch Villa.
La villa griega
El segundo paso en falso lo dieron en Grecia. Esta vez no hubo objeciones a la mansión que se compraron en 2012 por 4,5 millones de dólares, en Kranidi, al sur de Grecia, en una zona privilegiada del Peloponeso donde tienen casas de verano personalidades importantes como el actor Sean Connery y numerosos multimillonarios griegos. La residencia cuenta con tres viviendas y 4000 m2 de terreno, una gran piscina, playa y puerto de embarque privados.
Pero el entusiasmo de la pareja real por su villa griega pudo más que el sentido común.
En agosto de 2020, en plena pandemia y cuando regía el confinamiento para todos los neerlandeses, se fotografiaron junto al propietario de un restaurante en Grecia sin mantener la distancia de seguridad para evitar contraer el virus, por lo que luego pidieron disculpas por su error.
Pero meses después, en octubre, se volvieron a ir de vacaciones a su villa griega, en una de las peores semanas de la emergencia sanitaria, cuando los Países Bajos se convirtieron en el tercer país en número de casos dentro de la Unión Europea, se decretó el cierre de la hotelería, faltaban camas de Terapia Intensiva y Alemania se ofreció a trasladar a los pacientes neerlandeses en peor estado.
Justo esa semana se conocieron las fotos de la pareja real divirtiéndose en su yate en el Peloponeso
El escándalo hizo que Máxima y Guillermo no solo tuvieran que emprender un regreso apresurado a Amsterdam, sino que dieran un mensaje televisado con un inusual pedido de disculpas. “Nos duele haber traicionado la confianza que ustedes pusieron en nosotros”, dijo Guillermo, con rostro adusto, sentado junto a Máxima. Finalmente concluyó “No somos infalibles”.
Pero aún superada la pandemia, los reyes nunca volvieron a recuperar el afecto que el pueblo les tenía al comienzo de su reinado.
Para Rick Evers, la situación podría tener un desenlace diferente.
“¿No sería una buena oportunidad para renovar alguna antigua mansión en el Caribe? Hay cuatro naciones que constituyen el reino: los Países Bajos, Aruba, St Maarten y Curaçao. Creo que el Caribe sería una gran posibilidad de combinar diversión y relax, con un mayor contacto con la gente de las seis islas que forman parte del reino. Pero los holandeses definitivamente no entienden ni aceptan tanto interés de sus reyes en las vacaciones”, concluyó Evers.
“Las vacaciones de los líderes” es una serie de notas sobre los destinos y las historias de los mandatarios internacionales en su tiempo libre. Podés acceder a todas las notas en este link.
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