Rajoy se puso en campaña contralos "remedios mágicos" de Podemos
Durante el discurso sobre el estado de la Nación, se presentó como la última barrera frente al populismo; sin nombrar a la ascendente agrupación, pidió estar atentos a las "ventoleras ideológicas"
MADRID.- Entre los estragos de la crisis económica y los escándalos de corrupción en sus filas, Mariano Rajoy gobernó tres años al filo del abismo. Las encuestas reflejan un duro deterioro de su imagen pública, y el Partido Popular (PP) ve amenazado el liderazgo electoral en España. Pero si algo él no pierde es la calma.
El presidente se lanzó ayer de lleno a la campaña por retener el poder con un discurso ante el Congreso en el que se presentó como la última barrera contra el populismo del ascendente Podemos y anunció un paquete de medidas sociales con las que aspira a demostrar que la recuperación financiera bajará finalmente a los ciudadanos.
"Hemos salido de la pesadilla. Ahora ya estamos en condiciones de hacer políticas sociales", dijo Rajoy, en uno de los momentos centrales del debate del estado de la Nación, una sesión de día entero, áspera, cargada de tensión, en la que la oposición le achacó hacer gala de un triunfalismo "ajeno de la realidad".
El mensaje del líder conservador mezcló la esperanza y el miedo. Por un lado, prometió la creación de 500.000 empleos al año, lanzó un plan para aliviar las deudas personales y limitar los desalojos, dijo que aprobará por decreto "cheques familiares" de 100 euros al mes a madres solteras y que reducirá impuestos para las clases medias. Por otro lado, exhibió el fantasma de Grecia y la recaída en la crisis si España da un giro político.
"Nada de lo que hemos conseguido es irreversible. Todo se puede deshacer como un azucarillo en el agua. Estemos atentos a las ventoleras ideológicas y a los que quieren vender remedios mágicos", advirtió.
Aludía sin nombrarlos a Podemos y a su secretario general, Pablo Iglesias: ausente de cuerpo -su partido no tiene representación legislativa-, pero protagonista en espíritu del debate político más importante del año en Madrid.
Rajoy ha sido en las últimas semanas uno de los líderes más estrictos en la negociación para extender el auxilio financiero al gobierno griego de Alexis Tsipras, jefe del partido de izquierda radical Syriza y aliado clave de Iglesias. En la Moncloa admiten que este año Bruselas y Berlín le han dado un margen mayor para hacer políticas expansivas frente al desafío populista.
El próximo presidente español surgirá de las elecciones de noviembre, en las que Rajoy pretende conseguir otros cuatro años. Los sondeos reflejan una dramática caída del apoyo al PP. Pasó del 44,6%, que le permitió ganar en 2011 su actual mayoría absoluta, a una intención de voto que oscila hoy entre el 20 y el 27%, según la consultora.
Podemos, fundado hace 13 meses, lidera la mayoría de las encuestas conocidas. Además, el último mes irrumpió con fuerza Ciudadanos, un partido originado en Cataluña que apunta al electorado de centro. Su fundador, Albert Rivera, de 35 años, ronda el 15% en las primeras mediciones que lo registran como candidato.
Con ese escenario, el de ayer habrá sido el último gran debate del bipartidismo de conservadores y socialistas: se descuenta que el próximo parlamento tendrá una composición fragmentada y de mayorías inciertas.
Rajoy apuesta a aglutinar el voto de centroderecha y reconquistar prestigio con la mejora macroeconómica que evidencia España. Ayer dijo que el país crecerá 2,4% en 2015, más que ninguno de los países grandes de Europa.
Se vanaglorió de haberlo conseguido sin pedir un salvataje financiero como el de Grecia, país al que mencionó una y otra vez como el ejemplo de lo que podría haberle ocurrido a España sin las políticas de recortes y austeridad fiscal que caracterizaron su mandato.
"El gran mérito ha sido evitar el rescate. La Nación se rescató a sí misma. Fue un esfuerzo de todos los españoles, que nos evitó mucho sufrimiento", dijo Rajoy.
Admitió también el gran problema del desempleo -con una tasa de 23%, superior a la que recibió en 2011 después del dramático final del socialista José Luis Rodríguez Zapatero-. Pero fijó "como objetivo de país" crear 3 millones de empleos en los próximos seis años.
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