Tras dos meses, se le complica a Sánchez la formación de un nuevo gobierno
MADRID.- Hace dos meses celebraba, eufórico, el primer triunfo del socialismo español en muchos años. Pero, desde entonces, el presidente Pedro Sánchez sigue sin dar con la fórmula para sumar los apoyos indispensables para convertir ese resultado en su investidura formal como jefe del gobierno español.
"Le pedimos a la oposición que asuma su responsabilidad y que facilite" la investidura de Pedro Sánchez, "que es lo que quiere la gente", reclamó la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo.
Pidió así a la oposición de derecha, encarnada por los partidos Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), que adopte una estrategia parlamentaria facilitadora de la aprobación que Sánchez necesita del Congreso.
Pero no parecen dispuestas a ceder. Como tampoco parece flexible la izquierda radical de Podemos -el socio natural de Sánchez-, que ha puesto en sillones de ministerio el precio de sus votos. Y no piensa hacer rebaja.
"Lo que queremos es un gobierno de coalición y eso implica cargos en el gobierno", insiste el líder de la agrupación, Pablo Iglesias.
Lo que pretende es, al menos, el Ministerio de Trabajo. Pero Sánchez no parece dispuesto a ceder. Porque entiende que un gobierno "de coalición" con Podemos lo acotaría políticamente.
Una vez más el futuro político de España parece signado por las mayorías insuficientes para gobernar y por una matemática política difícil de destrabar.
A Sánchez los números no le dan. Con un resultado por encima de lo que esperaba, obtuvo 123 diputados en las pasadas elecciones presidenciales.
Le faltan 53 más para sumar los 176 necesarios para que el Congreso lo convierta en presidente en primera vuelta. Los 42 que obtuvo Podemos tampoco le alcanzan.
Le quedan cortos por poco. Pero eso significaría que, de mantenerse en la alianza con la izquierda, tendría que buscar de nuevo el apoyo del independentismo catalán. Algo que no parece cuajar.
Encima, Iglesias le reclama que -a cambio de los 42 votos de su bloque- se forme un gobierno con figuras de su partido en puestos de poder real.
Sánchez e Iglesias mantuvieron ya cuatro reuniones cara a cara. Ninguno de esos encuentros sirvió para acercar posiciones.
Lo más lejos que llegó La Moncloa fue a conceder un gobierno "de cooperación" con cargos de nivel medio para los de Podemos. Iglesias dijo que no.
Irene Montero, la "número dos" del partido, lamentó la posición del socialista y advirtió que "no es tiempo de ponerse soberbios, sino de trabajar para un gobierno de izquierdas".
Pedido
Mientras el acuerdo con la izquierda y los independentistas no llega, Sánchez trasladó su "pedido de colaboración" a la derecha.
Con la idea de que el PP y Cs se "abstengan" de votar en segunda vuelta, donde no es necesario tener mayoría, sino más votos afirmativos que negativos.
De todas formas, aunque la modalidad que se adopte sea la de una "abstención" su puesta en práctica significaría, en los hechos, algún tipo de acuerdo del socialismo con la derecha. "Eso sería lamentable", insisten desde Podemos.
Para poner presión y pese a que los apoyos aún no están, La Moncloa decidió apurar y llamar a sesión de investidura para los próximos días.
Lo previsible es que esa sesión fracase. Si así ocurriera, empezaría a correr el reloj institucional, que, en el peor de los casos y luego de varias instancias, desembocaría en nuevas elecciones en España.
Todavía falta recorrido para eso. Pero en La Moncloa ya lo deslizan como escenario. Por lo menos, para apurar a los indecisos y "que queden retratados".