Tropas yugoslavas atacaron en Albania
En una ofensiva relámpago, 50 soldados cruzaron la frontera para destruir un poblado fronterizo con Kosovo; las fuerzas de Tirana respondieron el fuego.
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TROPOJE (En la frontera albanesa-kosovar).- La amenaza de que el conflicto de Kosovo se extienda a otros países pareció hacerse realidad ayer, cuando tropas serbias ingresaron y destruyeron un poblado de Albania, cerca de esta frontera, que ha sido escenario de enfrentamientos en los últimos cinco días.
La ofensiva relámpago, que constituye una escalada en las hostilidades y proyecta una sombra negra sobre toda la región, fue confirmada anoche por un vocero de la Organización de Seguridad y Cooperación Europea (OSCE), presente en la zona, que afirmó que unos 50 efectivos de infantería serbios tomaron parte del ataque.
Las tropas serbias cruzaron el límite a las 13.25, atacaron el caserío de Kamenica -distante unos 5 kilómetros al este de Tropoje- y quemaron cinco viviendas, entre ellas una en la que funcionaba desde hace un año una sede de la OSCE. La incursión fue negada por Belgrado, pero ratificada a La Nación por pobladores de esta zona de difícil acceso.
Tras el ataque, las fuerzas albanesas recibieron la orden de defenderse de lo que consideraron una flagrante provocación serbia. Respondieron los disparos, pero se vieron obligados a retirarse. Es la primera vez que Albania abrió fuego desde que comenzó la guerra en Kosovo.
La incursión serbia, no obstante, tuvo una duración breve, ya que, siempre según la OSCE, culminó a las 13.45, y una hora más tarde los atacantes se retiraron.
Trabalka Yacupi, de 27 años, dijo a La Nación que su casa de Kamenica fue quemada. El, como la mayoría de los habitantes del lugar, no estaba allí cuando comenzó al ataque: ya había huido hace unos días porque toda esta zona fronteriza es víctima de disparos de morteros y bombardeos serbios desde que comenzó la operación de la OTAN, el 24 de marzo último.
Se trata de una zona montañosa, muy poco poblada y rural, distante apenas unos 220 kilómetros de Tirana.
Acceder hasta aquí, sin embargo, no es nada fácil: hacen falta nueve horas de viaje por caminos de cornisa y maltrechos, a lo que hay que agregar un trayecto de dos horas de ferry remontando el lago Fierzef, que en realidad parece un río enclavado en medio de un cañadón fascinante.
El lugar sería una trampa mortal para una eventual invasión terrestre de tropas de la OTAN.
En el ferry -una pieza de colección- viajan autos, furgones, campesinos del lugar y jóvenes del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), la guerrilla separatista que lucha por la independencia de la provincia. Con la vetusta barcaza se llega al puerto de Fierze, y de allí se sigue por otro camino de cornisa hasta el pueblo de Bajram Curri.
Caos y descontrol
El lugar está lleno de hombres desaliñados y vestidos con uniformes camuflados y armados con fusiles Kalashnikov, que, nerviosos, se comunican por radio. El ambiente es caótico y descontrolado -se oyen ráfagas de tiros y explosiones todo el tiempo- y es imposible entender quién es quién, si policías o integrantes del ELK, entre tantas armas y ropas de combate.
También se oyen disparos, que, curiosamente, no son producto de combates entre serbios y el ELK. Sucede que, además del conflicto por Kosovo, en esta zona se está librando una guerra de mafias entre bandas albanesas.
La delincuencia es tal que ayer dos vehículos de la OSCE fueron robados -y hasta ahora no encontrados- y se aconseja al recién llegado no moverse por la zona sin escoltas de policías o de gente del lugar que asegure "protección".
Es común que los efectivos policiales o paramilitares que se encuentran aquí discutan y se peleen entre ellos. O, lo que es peor, que se les escape un tiro de Kalashnikov, como ocurrió ayer ante esta enviada. Y todo sin que a nadie parezca importarle demasiado.
Al margen de los clanes albaneses, la situación aquí es sumamente delicada y tensa. Según un capitán de policía, desde que comenzó la operación aérea de la OTAN, cada día, y en el mismo momento en que comienzan los bombardeos aliados, los serbios que controlan esta región de frontera desde unas colinas cercanas también empiezan a tirar contra suelo albanés.
Por eso no es de extrañar que Tropoje, una aldea rural que queda también a sólo 5 kilómetros de la frontera, se convirtiera en un pueblo fantasma desde el domingo, día en que un fuerte bombardeo serbio provocó el éxodo de sus 700 habitantes y la muerte de 8 personas, dos civiles y seis miembros del ELK.
Al respecto, la policía albanesa negó ayer a La Nación la información sobre la muerte de 150 efectivos del ELK y dijo que en realidad fueron ocho las víctimas fatales en los últimos choques. Es más, dijo que el ELK tomó el puesto de frontera de Padesh, después de una lucha de cuatro días, y mantiene en su poder también el puesto de Koshara.
Tras la incursión serbia, el Consejo de Seguridad Nacional albanés dio orden a las fuerzas fronterizas de abrir fuego "contra cualquier intento de quebrantar la seguridad y la integridad del país". El organismo consideró que "las provocaciones serbias pretenden implicar a Albania en el conflicto y con ello cambiar la esencia del conflicto actual".
Las paredes hablan
En Tropoje, las secuelas del ataque de anteayer todavía pueden verse en los muros de algunas casas, destruidos por disparos de morteros.
La ofensiva contra este pueblo de campesinos fue tan fuerte que la gente se tuvo que refugiar en los búnkers construidos en la década del 70 por el presidente comunista Enver Hoxha. Paradójicamente, los refugios fueron utilizados ahora por primera vez, cuando la Guerra Fría ya es un recuerdo.
La ofensiva serbia incluyó el empleo de granadas que, según un habitante del lugar, Petrit Mulaj,quedaron hundidas en tierra y ahora funcionan como virtuales minas terrestres, de efecto pavoroso: un niño perdió los brazos al tocar uno de estos artefactos.
Ese drama representa, en sí mismo, los peligros latentes en esta frontera al rojo vivo. Y refleja, con toda su furia, el fastidio que causó en los serbios que Albania abriera sus puertas a la OTAN.
Advertencia
OSLO (Reuter).- Estados Unidos advirtió ayer a Belgrado que sufrirá "serias consecuencias" si extiende el conflicto de Kosovo, tras la incursión serbia en Albania. Tres funcionarios del gobierno de Clinton utilizaron casi las mismas palabras para llevar ese mensaje a Milosevic.
"Si los serbios amplían el conflicto habrá serias consecuencias", dijo la secretaria de Estado, Madeleine Albright, en una conferencia de prensa en Oslo, tras haberse reunido con el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov.
El vocero del Departamento de Estado, James Rubin, señaló que Estados Unidos considera "de la mayor gravedad" cualquier esfuerzo de los serbios por extender el conflicto. Por último, en Washington, el vocero presidencial Joe Lockhart dijo que "si Milosevic trata de ampliar esta guerra, será un gran error".
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