Un año lleno de convulsiones que acaban de empezar
WASHINGTON.- Como ya es tradición, la encuesta del GDA de personajes y noticias nos permite hacer un balance del año que culmina y trazar escenarios para el futuro. Esta reflexión es hoy prácticamente una necesidad, dada la profundidad de los cambios que trajo 2016. El epicentro de este sacudón de alcance global, así lo refleja la encuesta, ha sido la sorprendente victoria de Donald Trump. El multimillonario y estrella de reality TV supo conectar con el deseo de cambio de una parte importante de la sociedad norteamericana. Con un discurso de enfrentamiento, a veces abiertamente racista y desagradablemente sexista, Trump puso de cabeza las nociones tradicionales sobre cómo debe comportarse un aspirante a la presidencia de los Estados Unidos.
La llegada de Trump a la Casa Blanca también abre interrogantes para América latina y la perspectiva de cambios en el vínculo con Washington. A lo largo de la campaña, Trump estigmatizó a los inmigrantes, especialmente a los de origen mexicano; prometió construir un muro en la frontera sur de Estados Unidos y expulsar a millones de inmigrantes, y dijo que quería renegociar el Nafta. Cuánto de sus promesas electorales podrá –o querrá—aplicar Trump es aún un misterio, y existen algunos indicios de que será más pragmático como presidente que como candidato. Pero las dudas son muchas más que las certezas.
El triunfo electoral de Trump es significativo también porque forma parte de una tendencia global hacia el ultranacionalismo, el proteccionismo y el rechazo al orden liberal occidental vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La victoria de Trump, la negativa de la mayoría de Europa a acoger a los refugiados de Siria, el Brexit y el ascenso de la ultraderecha en Francia marcan el inicio de esta nueva etapa. Angela Merkel, la canciller alemana, que se presentará a un cuarto mandato el próximo año, parece ser la última líder global que defiende ese legado liberal.
En un mundo convulsionado, América latina tiene tal vez una de las pocas buenas noticias del año: Colombia ha logrado una paz difícil y polémica, pero probablemente irreversible. El presidente Juan Manuel Santos, elegido personaje latinoamericano GDA de 2016, gastó todo su capital político en lograr un acuerdo con la guerrilla de las FARC, que los votantes colombianos rechazaron en un cerrado plebiscito el 2 de octubre. Impulsado por el reconocimiento del Nobel de la Paz, Santos renegoció el acuerdo e incorporó algunas de las propuestas de la campaña del no y logró su ratificación en el Congreso. Puede que Colombia haya alcanzado la paz, pero con un alto precio en polarización y tensión social. Por lo tanto, la implementación del acuerdo no será nada fácil.
A pesar del estancamiento económico, las tensiones políticas y la atroz crisis venezolana, América latina es una zona de relativa calma en un mundo convulsionado. La muerte de Fidel Castro acentúa todavía más la tendencia hacia el pragmatismo y la moderación política de la región. Un gran interrogante para 2017 será si esta tendencia se mantendrá en países como la Argentina y Brasil, donde está siendo desafiada por grandes niveles de descontento ciudadano y movilizaciones, especialmente en el segundo. Dadas las condiciones políticas y económicas en América latina, no se puede descartar un retorno a gobiernos de corte “populista”.
A nivel global, el panorama es todavía menos alentador. El período de lento pero constante avance hacia la liberalización económica, el respeto por las reglas de la democracia republicana y el pluralismo social y cultural sufrió un duro revés y podría estar en retirada. El orden internacional basado en el liderazgo comprometido de los Estados Unidos parece terminar. Aún no está claro qué lo reemplazará.
El autor es presidente del think tank Diálogo Interamericano
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