Un año que marcó una nueva etapa en la región
WASHINGTON.- La encuesta de GDA a líderes de opinión muestra que 2015 marcó una nueva etapa para el continente americano, e ilustra los temas que serán centrales en el año que comienza. Fue un año de avances en la resolución de conflictos históricos y de cambio político en muchos países, que deberán consolidarse en 2016.
El primer indicio de estos nuevos tiempos fue la normalización diplomática entre Estados Unidos y Cuba tras más de 50 años. Ambos países aún tienen obstáculos que superar, especialmente el embargo comercial y la situación de los derechos humanos en la isla. Es improbable que el próximo presidente revierta la nueva política hacia Cuba, pero el desafío será aprovecharla para generar una agenda constructiva entre Estados Unidos y toda América latina.
Para este acercamiento fue clave el rol del personaje del año, Francisco. El primer papa de la región es una poderosa voz a favor del diálogo, el entendimiento y la protección de los más débiles. Por su carisma, compasión y humildad, se convirtió en un símbolo moral no sólo para América latina, sino para todo el mundo.
Al visitar Cuba y Estados Unidos, rodeado de muestras de afecto, Francisco envió un fuerte mensaje de conciliación. Sin dudas, su viaje a México en febrero próximo será una nueva oportunidad para estar en contacto con América latina y continuar su prédica contra la pobreza y el cambio climático. Él es, sobre todo, un constructor de puentes, que en pocos años de pontificado ha tenido una impronta global.
Otro largo conflicto que parece estar llegando a su fin es el colombiano. Tras más de tres años de negociaciones en La Habana, es inminente un acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, que terminará el conflicto más prolongado en el hemisferio occidental. Salvo imprevistos, 2016 será el año en el que Colombia alcance por fin la paz después de cinco décadas de guerra. La implementación de los acuerdos, sin embargo, será larga y dificultosa.
Este año, además, los ciudadanos del continente usaron las urnas y las calles para demostrar su voluntad de cambio. Detrás de estos cambios no hay un viraje ideológico, sino más bien el reclamo por una economía más dinámica e instituciones democráticas más sólidas. La desaceleración económica y los casos de corrupción marcaron en varios países el inicio de nuevos ciclos políticos, tras un largo período de relativa estabilidad.
En la Argentina, los votantes decidieron el final de más de una década de gobiernos kirchneristas en un contexto de polarización política y estancamiento económico. El nuevo gobierno de Mauricio Macri no tendrá la tradicional "luna de miel". Tendrá que probar que es capaz de producir un cambio político y, al mismo tiempo, encauzar la economía. En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff está asediada por escándalos y una fuerte crisis económica, que continuarán en 2016.
El caso más significativo ha sido Venezuela. Pocas veces se vio en la región un caso tan profundo de degradación social, política y económica. Por primera vez en 17 años, los venezolanos le han dado la espalda a la revolución chavista, y las fuerzas de oposición consiguieron una resonante victoria en las elecciones parlamentarias. Leopoldo López, símbolo de los presos políticos y personaje latinoamericano en 2015, sin dudas se convertirá en el líder de la oposición en una Venezuela que se acerca peligrosamente al choque de poderes y aún más división.
En Estados Unidos también habrá un cambio político, tras las elecciones de noviembre. Luego de ocho años, la esperanza que generó Barack Obama fue reemplazada por ansiedad y enojo, como lo demuestra el auge de alternativas populistas y xenófobas. Sin embargo, según los sondeos esa tendencia no prevalecerá en las elecciones. Esperamos que así sea.
El autor es presidente de Inter-American Dialogue
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