Ariel Cortazzo fue un fértil argumentista
Fueron sepultados ayer los restos de Ariel Cortazzo, uno de los guionistas de cine, radio y televisión más prolíficos de la Argentina. En su oficio perteneció a la gran época del cine nacional, a la que enriqueció con capacidad de observación, muy buen humor cuando hizo falta y dosis de lágrimas en el lugar oportuno.
Era porteño, nacido en 1915, y promovió tanto la comedia como el relato dramático, la adaptación de textos literarios preexistentes y los motivos originales. En 1940 fue convocado por primera vez para dar vida a personajes de la pantalla grande, con motivo de la venida a la Argentina del mexicano Tito Guizar, para filmar "De México llegó el amor".
Entre 1940 y 1983 ejercitó su imaginación con soltura inigualable. El CD ROM de la Cinemateca Argentina anota la friolera de 63 títulos de guiones originales y de adaptaciones debidos a Cortazzo y no aclara que se trate de la filmografía completa.
Basta transcribir una serie de ellos para dar cuenta de épocas, estilos y variedad de trabajos, en relación con las necesidades de la industria en tiempos tan cambiantes.
Importante producción
Después del film citado vinieron "El astro del tango" (1940, con Hugo del Carril); "Orquesta de señoritas" (1940, con Niní Marshall); "Melodías de América", (1941, con la visita de José Mojica); "En el último piso" (1942, con Zully Moreno); "Cinco besos", (1945, con Mirtha Legrand); "Las tres ratas" (1946, con Mecha Ortiz, Amelia Bence y María Duval); "Madame Bovary", 1947, con Mecha Ortiz); "Historia de una mala mujer" (1947, con Dolores del Río); "La serpiente de cascabel", (1947, con María Duval). "Filomena Marturano" (1949, con Tita Merello); "Avivato", (1949, con Pepe Iglesias El Zorro); "Vidalita", (1949, con Mirtha Legrand y Narciso Ibáñez Menta).
Entre otras muchas: "Qué hermanita (1950, con Olga Zubarry); "El ladrón canta boleros" (1950, con Mario Clavell); "Por cuatro días locos" (1953, con Alberto Castillo); "Un muchacho como yo" (1968, con Palito Ortega); "Los reyes del sablazo" (1983, con Alberto Olmedo y Jorge Porcel).
En tiempos de los grandes estudios, Cortazzo no estuvo ausente en ninguno de ellos y no hubo director que no requiriera su impulso productor, que se caracterizó por su sensibilidad y adecuación a cada caso.
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