Belleza y sensibilidad en Soy Festival!
E l predio de Tecnópolis abrió sus puertas para Soy Festival!, un encuentro que privilegia a los niños. Los nombres de las salas son un síntoma de ello: Peter Pan, Pinocho, Caperucita Roja, Gulliver, Escenario Pulgarcito. Sin embargo, y a pesar de los nombres, no predominan los clásicos en sentido estricto. Y si aparecen, sin duda, conllevan una vuelta de tuerca.
Carilló, la propuesta de la compañía La Tal, se presenta al aire libre en el Espacio Pulgarcito. Empiezan puntuales porque el público se congrega de manera automática. Como si hubiera sido parte del espectáculo. Lo que hacen es verdaderamente notable. El escenario está presidido por un reloj pero, como si fuera frente y revés, vemos las agujas y también el mecanismo que las mueve. Como se trata de un espectáculo callejero tiene los ingredientes con los que se atrae a los transeúntes que circulan: un vestuario atractivo, un trabajo sonoro impecable, pequeñas historias que pueden observarse aisladas, mucho humor en la larga tradición de los payasos. Con dos puertas a los costados, se desplazan hacia un lado o hacia otro desapareciendo de la vista de los espectadores. Los objetos contribuyen al armado de los relatos: martillos de diferentes tamaños, espadas, guantes de box. En sentido estricto lo que hacen es simple, pero el modo que emplean es definitivamente fantástico. Los intérpretes, Enric Casso, Jordi Magdaleno y Sergio Pons, reproducen con maestría los gestos automáticos. Trabajan como un mecanismo de relojería. Los duelos son la excusa perfecta para la combinación entre lo coreográfico y lo humorístico. A su vez, los sonidos exacerbados ocupan todo el espacio. La mujer se toca la cabeza y suena una campana, un quejido se escucha de manera repetida cuando se produce algún golpe y, sin embargo, no coincide con el lamento del golpeado salvo en ocasiones. La ruptura de expectativa construye todo el tiempo la sorpresa y desata el humor.
Por otra parte, ¿Podés silbar? es una propuesta de títeres de un grupo emblemático, Atacados por el Arte. Desde hace años, sigue girando para dar belleza y provocar ternura por los lugares en los que se presenta. Una valija y un reloj que lleva cartas en lugar de números presiden el escenario. Del reloj cae una carta, un rojo corazón que se desprende. Mientras tanto, frente a un subibaja, dos niños títeres discurren sobre la felicidad de tener un abuelo. Uno lo tiene, el otro carece de él. Con el razonamiento simple de los niños encuentran una solución: existe un lugar en donde hay muchos ancianos. Entre ellos, seguro que se podrá encontrar a alguien que oficie de abuelo. Las cartas están echadas y en la visita al geriátrico se produce la elección. Metafóricamente se asoman a las valijas, miden, comparan. Finalmente llega el elegido. ¿Cómo actuar ante él? ¿Qué se le pide? ¿Qué se le ofrece? Lo que sigue serán las aventuras de un nieto con un abuelo que acepta rápidamente acomodarse a ese rol. Una anciana títere interrumpe y construye las zonas más humorísticas con ternura, emoción, algún nudo en la garganta, mucha inteligencia y sutileza para contar lo que es poco habitual para nuestros niños: la vejez, la soledad, la posibilidad de que dos seres un poco desamparados se hagan mutuamente felices. Con un delicioso trabajo de manipulación a cargo de Jorge Onofri y Dardo Sánchez y unos títeres bellos, ¿Podés silbar? es una de esas piezas imperdibles que articula lo real y la metáfora en un entramado cálido y conmovedor.
Cyrano de más acá es una producción del Teatro Nacional Cervantes que adaptó y dirigió Emiliano Dionisi. Una versión deliciosa de la obra de Edmond Rostand, adaptada para toda la familia, que tiene todos los ingredientes para que disfruten desde los más chicos hasta los más grandes. Aventuras, mucho humor, romance, cuatro intérpretes geniales (Julia Gárriz, Roberto Peloni, Talo Silveyra y Horacio San Yar) y un ritmo a toda prueba. Es uno de esos montajes que permiten disfrutar y emocionarse. La clásica historia del poeta narigón y el lindo corto de palabras se convierte en esta versión en una ágil propuesta, con todos los mecanismos para comprender una historia decimonónica, incluidos los personajes que describen y explican para que nadie se quede fuera del relato por ninguna razón. Y es el humor el que descarta la redundancia. De este modo, logran que los grandes y los chicos se rían en los mismos lugares, apelando, en simultáneo, a mecanismos distintos.
El festival sigue con múltiples propuestas de enorme calidad para ver teatro para niños que conquistan también los corazones y la inteligencia de los adultos. Toda la programación en tecnopolis.gob.ar.
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