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5 estrellas
El mejor álbum de Dylan, el que nunca se propuso hacer –horas de blues, country, baladas de folk y surrealismo recién compuesto grabadas de la forma más independiente posible en 1967– tardó cincuenta años en llegar, y lo hizo en olas de provocaciones y sorpresa (bootlegs, el LP doble de Columbia en 1975, nuevas tomas desenterradas), como un tesoro en un baúl con varios fondos falsos. En estos seis discos están, nos aseguran, todas las grabaciones que Dylan registró con sus compañeros, la futura The Band, en las afueras de Nueva York luego del frenesí insostenible de su gira de 1965-66 y de su accidente de moto, en julio de 1966.
La impresión inmediata de este conjunto (al principio casi todos covers) es que las sesiones comenzaron como unas vacaciones, un recreo para sanar después del ascenso enloquecedor y la adulación sofocante. Para The Band era natural jugar con viejas canciones de boogie y con éxitos de los 40 Principales; Robbie Robertson, Rick Danko, Richard Manuel, Levon Helm y Garth Hudson (que manejó el magnetófono) eran veteranos muy curtidos en los bares. Pero en su unión (sobre todo como armonizadores) y en la facilidad de movimiento entre géneros, Dylan encontró unos colegas inesperados y empáticos. La advertencia apocalíptica "This Wheel’s on Fire" y la derrota descorazonada de "Tears of Rage" fueron compuestas con Danko y Manuel, respectivamente. Hay además una línea clara y deliciosa en las interpretaciones de "Big River" de Johnny Cash y "Joshua Gone Barbados" de Eric von Schmidt, y hasta en la comedia grupal en "Million Dollar Bash" de Dylan y el dadaísmo quejumbroso de "Yea! Heavy and a Bottle of Bread". Dylan ha liderado muchas bandas buenísimas, pero nunca encontró espíritus más afines que éstos.
Hay algo que todavía hoy produce shock: la lentitud de la música, como si Dylan se hubiese bajado de la autopista 61 y se hubiera metido en un bosque denso, aparte del descubrimiento de gemas que no habían salido a la luz como "One for the Road" y el R&B fanfarrón "Silent Weekend". En octubre de 1967, Dylan estaba solo otra vez, grabando John Wesley Harding. Pero el baúl de tesoros que él y The Band produjeron en su corta temporada de evasión sigue dando frutos.
Por David Fricke






