A 30 años de su estreno, una mirada sobre el Dick Tracy de Warren Beatty y cinco títulos del eterno seductor de Hollywood
De la mano de Warren Beatty, Dick Tracy llegó al cine hace 30 años. La película tuvo su estreno mundial en Estados Unidos el 14 de junio de 1990 y llegó a la Argentina un mes después, el 19 de julio. Es el trigésimo aniversario de una rareza, concepto que todavía hoy parece el más adecuado para definir la llegada al cine del personaje quintaesencial de las historietas policiales que en forma de tiras se hicieron extraordinariamente populares en Estados Unidos después de la Ley Seca y de la Gran Depresión. Aquella década de 1930 se había iniciado con la llegada de Dick Tracy a los hogares estadounidense a través de las muy leídas páginas de historietas de los diarios.
En el primer tomo de la Historia de los Cómics, publicado en España en 1983 y dirigido por Javier Coma, se lee esta descripción muy precisa del personaje escrita por su propio creador y dibujante, Chester Gould: "La batalla en pro de la ley y el orden parecía estar por encima de la plegaria…La policía y el resto de la comunidad encargada de velar por el cumplimiento de la ley sencillamente no hacían su trabajo. Había que hacer algo, alguien tenía que hacerlo. Fue entonces cuando entró en escena Dick Tracy, moderno equivalente del caballero de armadura reluciente montado en un caballo blanco. Al país no le hacía falta un detective que se pasara el rato en un sillón y teorizando… necesitaba alguien tan duro como los propios gángsters… Dick Tracy era ese hombre".
La primera historieta de Dick Tracy se publicó el domingo 4 de octubre de 1931. Todos los personajes, dibujados en blanco y negro, estaban marcados a fuego por una tensión básica, constante, que Gould mantuvo durante los siguientes 50 años. Era el bien contra el mal. Tracy tenía rasgos muy duros, como tallados en la piedra. Su autor nunca glorificó la violencia, pero siempre dijo que había pensado en Tracy como la representación de un valor que se estaba perdiendo: el respeto irrestricto de la ley y de su cumplimiento.
Los villanos de la historieta tenían la misma característica. Trazos precisos, escasos y muy concretos que destacaban sobre todo algún rasgo fisonómico inusual. Soplos, Murmullo, El Hombros, Tembleque, Craneoplano, Cara de Pasa fueron entre otros los nombres de estos personajes en las versiones hispanas de la historieta. Siempre en blanco y negro.
Hasta que llegó Beatty con todo el respaldo de los estudios Walt Disney. Fiel a su estilo excéntrico, provocador y sorprendente en algunos giros inesperados, Beatty inventó para el cine su propio Dick Tracy llenándolo de colores fuertes mezclados con contraluces. El sobretodo de Tracy era de un amarillo brillante que viraba hacia el color crema (como su sombrero) en la oscuridad, un escenario constante de la acción. Del otro lado estaban los villanos, una galería de grandes actores ocultos detrás de kilos y kilos de maquillaje que los hacían irreconocibles: Al Pacino (Big Boy Caprice, el principal), Dustin Hoffman, Mandy Patinkin, Paul Sorvino, James Caan y un fugaz Dick Van Dyke, entre muchos otros.
En el medio estaba la femme fatale encarnada por Madonna, pareja por entonces de Beatty. Su personaje en la película era Breathless Mahoney, una de las integrantes de esa galería del mal, conocida también como "Quitaliento" Mahoney en las versiones de la historieta que llegaron al mundo de habla hispana. "I'm Breathless" se convirtió desde allí en una de las canciones infaltables en cualquier antología de la carrera de Madonna.
La película superó las expectativas. Beatty nunca tuvo ni antes ni después un éxito de taquilla similar. Su búsqueda estética del Dick Tracy del cine encontró la respuesta buscada. Y Disney pudo recuperar una inversión considerable, sobre todo en materia de decorados y ambientación. Fue una de las últimas películas de Hollywood que en cada decorado tenía los fondos completamente pintados. La era que culminaba en tiempos de Dick Tracy le dejaba su lugar a una nueva y definitiva, marcada por los efectos visuales y la puesta en escena de esos mismos fondos a través de la computadora, del diseño digital.
Pero toda esa impronta visual imaginada por Beatty desconcertaba a los cultores de la historieta. En la pluma de Gould, los trazos casi deformes de los rostros de cada villano eran representaciones del mal y la elección del camino del crimen. Paradójicamente, esos retratos casi monstruosos le otorgaban mucho mayor realismo a una historieta que llegaba con una idea revolucionaria: la acción transcurría en las calles de una gran ciudad, lejos de cualquier escenario mítico, exótico o fantástico.
Pero Beatty se salió con la suya y le aportó las elegantes facciones de su rostro y la apostura de gran seductor a un personaje que en la historieta escapaba de todo glamour y no era lo que podría definirse como un hombre bien parecido. Atributo que el actor se había ganado por derecho propio, muy por encima del resto de los galanes de Hollywood.
Quien supo encontrar mejor que nadie la definición perfecta para Beatty fue el ensayista Peter Biskind, que tituló su biografía del actor –la mejor de las muchas que se escribieron sobre él–con una sola palabra: Star (Estrella). En ese libro publicado en 2010 aparecía una cifra que sintetizó todos los chismes y rumores que circularon alrededor de Beatty a lo largo de casi medio siglo de triunfos en Hollywood. Decía allí Biskind que Beatty había compartido la cama con 12.775 mujeres.
A muchos, empezando por el propio protagonista de la historia, les pareció muy exagerado ese número. Pero hay un consenso unánime acerca de que ninguna estrella masculina de la historia de Hollywood llegó tan lejos como Beatty en eso de romper corazones femeninos famosos, empezando por (casi) todas y cada una de sus partenaires en la pantalla, convertidas con el tiempo en amantes fugaces o un poco más prolongadas de un eterno símbolo sexual.
¿Nombres? Además de Madonna aparecen Diane Keaton, Natalie Wood, Cher, Joan Collins, Candice Bergen, Leslie Caron, Julie Christie, Vivien Leigh, Faye Dunaway, Carly Simon, Brigitte Bardot, Britt Ekland, Joni Mitchell, Goldie Hawn, Kate Jackson, Melanie Griffith, Diana Ross, Isabelle Adjani, Elle MacPherson y unas cuantas más. Hasta que sentó cabeza en 1992 con Annette Bening, su actual esposa y madre de sus cuatro hijos.
A los 83 años, Beatty hoy prefiere por supuesto hablar de sus múltiples proyectos en el cine, de su historia en Hollywood y de todo lo que su cabeza guarda, recuerdos que merecerían unos cuantos tomos de memorias definitivas que quizás nunca vean la luz. En esa evocación debería ocupar un lugar minúsculo el último gran episodio del que fue protagonista, la histórica gaffe en el anuncio del ganador del Oscar 2017 que iba ser para La La Land y terminó en manos de Luz de luna. Frente a todo el mundo y dejando también muy mal parada a Dunaway, elegida junto a Beatty para anunciar el premio como reconocimiento a los 50 años de Bonnie & Clyde, una de sus películas más y mejor recordadas.
La posibilidad de redescubrir vía streaming en la Argentina la carrera cinematográfica de Beatty es muy limitada. Lamentablemente no tenemos acceso fácil a dos de las películas que mejor lo definieron como artista múltiple y como un obsesivo buceador de los entretelones del poder, del comportamiento de sus dueños y del alcance y la influencia de las decisiones de quienes tienen el control. Son Reds (1981) y El senador Bulworth (1998), dos grandes frescos del comportamiento de la sociedad estadounidense y su conducta muy activa frente a fenómenos políticos clave de la historia reciente de Estados Unidos. Aquí se pasa revista a cinco películas de distintas etapas de la carrera de Beatty, raro poseedor de una doble condición: seductor natural y hombre inquieto por la materia de su arte y por los asuntos público de su país.
Esplendor en la hierba (Splendor in the Grass, 1961), de Elia Kazan
Drama romántico ambientado en el Medio Oeste rural estadounidense a fines de la década de 1920, con una joven pareja central interpretada por Natalie Wood y Beatty, cuyo acercamiento afectivo choca con la represión de la época y las exigencias sociales y familiares respecto de las relaciones prematrimoniales. La relación termina convirtiéndose en tragedia y altera el equilibrio emocional de sus dos protagonistas, cuya química en pantalla resulta indiscutible. Disponible en Qubit TV.
Bonnie & Clyde (1967), de Arthur Penn
Una historia real que fascinó a los estadounidenses en los años 30, la que protagonizó una pareja de fugitivos cuyo camino delictivo nació en robos de poca monta en estaciones de servicio y terminó con todas las fuerzas federales tratando de capturarlos. La película es todo un retrato de la época de transición en la que se filmó, expuesta a transformaciones culturales y estilísticas que le abrieron la puerta a un "nuevo Hollywood". En este escenario, Beatty aparece como una de las figuras más difíciles de encasillar: puede resultar demasiado moderno para los clásicos y demasiado apegado a la identidad tradicional de Hollywood para los vanguardistas. La escena de la emboscada final de la policía contra la pareja de ladrones enamorados e idealizados desde la pantalla quedará en la antología del cine de su tiempo. Disponible en Qubit TV.
El cielo puede esperar (Heaven Can Wait, 1978), de Warren Beatty y Buck Henry
La simpatía natural de Beatty queda a la vista en esta comedia fantástica que juega con el encanto clásico, la sátira y una sensibilidad que llega naturalmente a públicos muy variados. Inspirada en una película de 1941, El difunto protesta (Here Comes Mr. Jordan), de Alexander Hall, Beatty encarna a un deportista que fallece pero como las cosas no están listas para él en el Más Allá regresa reencarnado en el cuerpo de un multimillonario. Escrita y dirigida con mucho ingenio, la película también saca provecho de la conexión entre Beatty y Julie Christie, una de sus mejores parejas en la pantalla. Disponible en Telecentro Play, iTunes y Google Play Películas.
Bugsy (1991), de Barry Levinson
Gran retrato biográfico de Ben Bugsy Siegel, un gánster con visión de emprendedor que logra transformar un desierto en un espacio de luces, vida y juego bautizado para siempre como Las Vegas. Beatty explota a la perfección las profundas contradicciones de este personaje, fascinante y execrable al mismo tiempo. La destinataria de su poder de seducción es aquí una brillante Annette Bening. Los dos se conocieron durante el rodaje de la película y nunca se separaron en la vida real desde ese momento.Disponible en HBO Go.
Las reglas no aplican (Rules Don’t Apply, 2016), de Warren Beatty
Nadie entendió la última película dirigida hasta ahora por Beatty. Esa injusta incomprensión tal vez se debió a un gigantesco malentendido: película se "vendió" como una biografía cinematográfica del excéntrico y escurridizo magnate Howard Hughes, un personaje real con más de un punto en común con Beatty. Pero en verdad, el actor y director recurre a Hughes solo como vehículo para contar su mirada sobre el Hollywood de los años 50 que conoció en sus comienzos. Mirada desde esta perspectiva, la película (compleja, sinuosa, nada fácil) resulta mucho más atractiva. Disponible en Netflix.
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