
Descubren otro final de "8 y 1/2"
Se rescataron 2800 fotos y cintas magnetofónicas inéditas y descartadas por Fellini
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"¿Una crisis de `inspiration´? ¿Y si no fuera algo meramente pasajero? ¿Si fuera la caída final de un farsante sin talento?" El que se debate en esa duda es Federico Fellini, mientras trata penosamente de armar un film que aún no sabe en qué consistirá, pero la pone en boca de Guido, su alter ego, interpretado por Marcello Mastroianni, en un pasaje de "8 y 1/2", considerada por muchos -adherimos- la pieza capital del realizador. Coincidentemente con los 40 años del estreno del film (fue el 14 de febrero de 1963) acaba de producirse un precioso rescate: 2800 fotografías y cintas magnetofónicas que documentan un final que fue descartado.
Las conservaba el fotógrafo y cinéfilo alemán Gideon Bachman, autor del documental "Ciao Federico", y las acaba de comprar la Cinemazero de Pordenone, una cinemateca empeñada en recuperar materiales valiosos. Esa secuencia constituía originalmente el cierre del film, pero F. F. decidió reemplazarlo por otro, el que conocemos: el impresionante descenso por una escalinata de los 152 personajes que intervenían en la película, vestidos de blanco, que luego armaban una gigantesca ronda en la base del andamiaje escenográfico que simulaba una estructura de lanzamiento de una nave espacial. La música de Nino Rota atronaba con aquella marcha circense que se convirtió en la marca sonora más felliniana del cine.
Un rodaje conflictuado
Se sabía que, antes de registrar ese antológico desfile-ronda que aún hoy eriza la piel, F. F. había filmado otro final del film, con los mismos personajes, en un fantástico vagón restaurante de un tren. El súbito viraje fue uno de los proverbiales arranques, geniales por cierto, de un realizador que trabajaba con un plan mínimo, casi sin guión, modalidad de trabajo que a algunos de sus actores los ponía muy nerviosos. Eso mismo ocurría en el interior de la ficción de "8 y 1/2", cuyo director -Guido- no sabe qué quiere filmar.
El embrión de esta película data de fines de 1960, meses después del estreno de "La dolce vita", tres de cuyos guionistas (Tullio Pinelli, Ennio Flaiano y Brunello Rondi) concibieron con el realizador un boceto para un nuevo film que incluía un harén, una exploración por unos baños termales (que F. F. frecuentó durante el descanso en Ischia que siguió a "La dolce vita") y una ambigua figura masculina que, en crisis con su profesión, se apoyaba sentimentalmente en su mujer, su amante y un mago.
El proyecto se interrumpió por la participación de Fellini con un corto en "Boccaccio 70" (1962), junto con otros tres realizadores, De Sica, Visconti y Monicelli (°quién pudiera volver a reunir ese cuarteto!). Pero el boceto de la aún inexistente "8 y 1/2" no fue olvidado. Al retomarlo definieron la profesión del protagonista y decidieron que se trataba de un cineasta en crisis, personaje para el que Fellini quería... a Charles Chaplin. Mandó a construir la estructura de una planta de lanzamiento de una nave espacial, que más tarde no tendría cabida en los acontecimientos del tenue relato, pero que sería aprovechada para ese segundo final súbitamente improvisado por el director. Era evidente que Fellini no sabía a ciencia cierta qué era lo que quería filmar y hasta pensó en suspender el proyecto.
Que, por lo demás, es exactamente lo que ocurre en la ficción, cuando Guido decide no hacer la película y desarman el decorado: lo que hizo F. F. fue capitalizar su propia indecisión. Como lo señala Christian Metz en su famoso estudio sobre la "construcción en abismo" de este film, se trata de "una meditación poderosamente creadora acerca de la impotencia de crear". A lo que se asiste en "8 y 1/2" es al penoso proceso de una película que no logra armarse a causa de las indecisiones de un cineasta que se debate entre sus recuerdos infantiles, sus miedos y los tironeos de varias mujeres.
Confrontado con ellas, por lo demás, tampoco logra clarificar sus elecciones; en esos devaneos, Sandra Milo es su voluptuosa amante Carla, Anouk Aymée es su paciente esposa Luisa (obvia referencia a la abnegada compañía de Giulietta Masina, la mujer del realizador en la vida real) y Claudia Cardinale encarna alternativamente a la "mujer ideal" y a una deslumbrante actriz profesional de la que Guido parece enamorado.
El otro final
El hallazgo de las fotografías del final que no fue, ha generado una feliz iniciativa: el crítico y cinéfilo Mario Sesti compaginará las 2800 imágenes en un documental de 50 minutos que se conocerá en mayo, en el próximo Festival de Cannes, con el título de "L´ultima sequenza". "Con el material hallado -explica Sesti- se puede reconstruir esa secuencia (el metraje filmado se perdió), ambientada en un tren recreado en estudios, donde Guido-Mastroianni, sentado frente a su esposa-Anouk Aymée, elige continuar la vida con ella, mientras todos los personajes de su vida y de su fantasía, sentados en otras mesas, los rodean; vestidos de blanco, tendrían cada uno un primer plano de saludo."
No pocos testimonios contribuyen a sostener la memoria de ese legendario rodaje. La escritora Fausta Leoni (actualmente en Buenos Aires), amiga personal de F. F., evoca en su nuevo libro la gestación de "8 y 1/2" (damos a conocer, aparte, un fragmento de ese volumen). Por su parte, Sandra Milo evoca, a los 67 años, la mágica semana en la que se filmó el "final perdido" en el vagón restaurante de un tren: "Estábamos vestidos de blanco, todos alrededor de Marcello, reconciliados, con un aire feliz, sin angustia. Ninguno de nosotros sabía qué ocurría en la escena, nadie acertaba a saber qué historia contaba el film: lo único que yo sabía era que encarnaba a la amante de Guido, el protagonista. Entonces le pregunté a Federico: ¿no será que estamos todos muertos y nos dirigimos vaya a saber adónde, por un túnel? Puede ser, me respondió, es una idea. Me gustaba la escena, daba idea de un viaje, de un traslado tal vez definitivo".
Según Fellini, la producción les hizo filmar un corto promocional con todos los actores haciendo una ronda alrededor de la pista circular. "Cuando vi las tomas quedé tan impresionado que decidí cambiar el final", dijo el cineasta. Y lo cambió, no sin antes confrontar los dos finales en una proyección con varios amigos. El crítico Tullio Kezich, que asistió a esa proyección, cuenta que después de ver las dos versiones F. F. se decidió por la que conocemos, pero que sus amigos insistieron para que la otra, descartada, fuera conservada porque era hermosa, irreal, como fuera del tiempo.
Sea como fuere y a despecho de la nostalgia por la secuencia perdida, hay que decir que el final de "8 y 1/2" es el que es, y se ha integrado a la historia del cine como uno de los cierres más conmocionantes e inolvidables, unas imágenes que muchos cinéfilos elegirían para llevarse a cualquier retiro definitivo, sea el de la hipotética isla desierta o, tal vez, el del otro mundo.
Una obra capital
Icono privilegiado de la estimulante cultura de los 60, "8 y 1/2" fue estrenada el 14 de febrero de 1963. El afiche que se reproduce a la derecha es el original que acompañó el lanzamiento de esta legendaria realización que protagonizó Marcello Mastroianni.
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