García Márquez no tiene quien lo filme
"La mala hora" ("O veneno da madrugada", Brasil-Argentina-Portugal/2004, color; hablada en portugués). Dirección: Ruy Guerra. Con Leonardo Medeiros, Juliana Carneiro da Cunha, Emilio de Mello, Fábio Sabag, Fernando Alves Pinto, Jean Pierre Noher, Zózimo Bulbul, António Melo, Luis Luque, Maria João Bastos, Mario Paolucci. Guión: Ruy Guerra y Tairone Feitosa, sobre la novela de Gabriel García Márquez. Fotografía: Walter Carvalho. Música: Guilherme Vaz. Edición: Mair Tavares. Presentada por UIP. 118 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años, con reservas.
Nuestra opinión: regular
En la biografía de Ruy Guerra, el realizador mozambiqueño que fue puntal del cinema novo ("Os cafajestes", "Os fuzis") y responsable de títulos bien recordados aquí como la "Opera do malandro", será muy breve el espacio que merecerá esta malograda adaptación cinematográfica de la novela de García Márquez, la tercera que aborda después de "Eréndira" y "La fábula de la bella palomera".
Adaptación muy libre, por cierto, ya que el veterano cineasta alteró la linealidad del original y apostó a una narración "desestructurada" que le permitiera contar tres veces, con algunas variaciones, la historia de los viejos conflictos que han puesto en pie de guerra a un impreciso pueblito latinoamericano castigado por la lluvia, la miseria y la represión política. Si su intención era dotar al film de unidad de tiempo y espacio, sólo consiguió añadir confusión, además de una latosa y forzada reiteración de situaciones. La acción (es decir, la oscura guerra de todos contra todos) progresa a los tumbos a partir de la llegada de un enviado del gobierno y de la misteriosa proliferación de unos panfletos anónimos que descubren antiguas traiciones, corrupciones, infidelidades, crímenes y otros pecados inconfesables entre las familias más prominentes. La metáfora de la lucha por el poder buscada por Guerra se diluye en obviedades.
El error principal deviene de la adaptación y no alcanzan para disimularlo ni todo el preciosismo fotográfico de Walter Carvalho, con sus imágenes contrastadas, su luz del color de las brasas y su trabajo con los contraluces y las sombras proyectadas, ni el oficio y la sensibilidad plástica de Guerra, que consigue imponer cierto clima febril a algunas escenas, sobre todo al final, y ni siquiera la belleza de los textos extraídos de la novela de García Márquez. Con sus personajes faltos de vida, sus actuaciones artificiosas, su pomposa teatralidad y su regodeo en textos que pueden ser leídos, pero suenan falsos cuando se los oye decir (peor aún si se los declama) y también con sus idas y venidas en el tiempo, "La mala hora" se parece a cierta desviación literaria y artificiosa de la nouvelle vague, un cine que prendió con mucha fuerza en Brasil, echó a perder buena parte de lo que quedaba del cinema novo y ahuyentó al público de las salas durante años.
Del tedio irremediable que produce "La mala hora" apenas podrá rescatarse el recuerdo de algunas bellas imágenes.





