Jean Pierre Léaud: "Me gusta ser una leyenda"
MAR DEL PLATA.- La palabra ícono se utiliza mucho en estos tiempos; tal vez demasiado. En realidad, son pocos los artistas que merecen llevar ese título. Jean-Pierre Léaud es uno de ellos. El actor francés, a quien se le rinde homenaje en el festival de cine de esta ciudad, es la cara de la Nouvelle Vague, el movimiento francés que revolucionó el cine en la década del 60. Fue su rostro de adolescente el que retrató François Truffaut en Los 400 golpes, la película que en 1959 inauguró esta nueva ola cinematográfica.Su personaje, Antoine Doinel, sería el centro de varias películas del director francés. Esa colaboración ya hubiese sido mérito suficiente para que Léaud ingresara a la historia del séptimo arte. Pero el actor trabajó también con otro gran director de la Nouvelle Vague, Jean-Luc Godard; en Último tango en París, de Bernardo Bertolucci y a las órdenes de Philippe Garrel, Pier Paolo Pasolini, Raúl Ruiz y Jacques Rivette.
Con La muerte de Luis XIV, de Albert Serra, volvió a sorprender por su interpretación del soberano francés ante los últimos momentos de su vida. La película de Serra fue una de las cuatro obras elegidas por el actor para proyectarse en el festival como parte del homenaje, que incluye una charla abierta, hoy, a las 18, en el Museo del Mar.
"Quise elegir películas que fueran las más importantes de las que yo considero la obra de mi vida –dice Leáud, en charla con LA NACION–. En la elección de las películas en las que trabaja, un actor puede construir una obra, como lo hace un novelista, un músico o un pintor. Esa es la impresión que quise trasmitir y es algo por lo que quiero agradecer al festival".
Aunque a sus 14 años ya había participado en otra película, fue la ópera prima de Truffaut la que cambió la vida de Léaud, comenzando una fructífera sociedad con el director que continuó en el corto "Antoine y Colette", incluido en el film El amor a los veinte años (que se proyectará el sábado en el Malba, junto con Los 400 golpes, en funciones que contarán con la presencia de Leáud). La historia de Doinel avanzó en Besos robados, otra de las películas elegidas por el actor para ser parte del foco del festival. "Besos robados es, ¿cómo decirlo en francés?, la más "champañizada". Uno puede hacer una película por miles de motivos. Hice Besos robados por mi propio placer, y por el placer de rodar con Truffaut". El personaje apareció en otras dos películas más: Domicilio conyugal y El amor en fuga.
"Hubo un momento en que hubo que parar con las aventuras de Antoine Doinel porque en El amor en fuga se habla del amor, de algo que dura toda la vida –dice el actor–. Queda un final abierto. Es un personaje que forma parte de la historia del cine y me produce mucho orgullo. Si hubiese hecho solamente eso en la vida, hubiera estado muy orgulloso. El personaje es una mezcla de Doinel, Truffaut y yo mismo". Leáud interpretó otros papeles en películas de Truffaut, como Las dos inglesas y el amor y La noche americana. Pero además trabajó con Godard, en los films Alphaville, Masculino-femenino y Pierrot, el loco, entre otros.
"De Truffaut y Godard me quedo con el amor profundo por el cine –dice Léaud, que prefiere no entrar en detalles sobre cómo era trabajar con cada uno de ellos–. En ese momento, la realidad es que estaba muy identificado con ambos. Pero trabajé también con Bertolucci, Pasolini y muchos otros que cuestionaban la forma y el contenido del cine. Son personajes que marcaron profundamente mi vida".
Leáud quiso incluir otra obra emblemática en la retrospectiva: La mamá y la puta, de Jean Eustache. "Es una película de culto –dice el intérprete–. Los hermanos Coen dicen que lo importante no es correr tras los Oscar sino hacer un film de culto. Tengo suerte porque hice dos: Los 400 golpes y La mamá y la puta, que para mí es la película más hermosa del cine".
Dos films de culto y muchas otras películas de directores destacados convirtieron a Léaud en leyenda, merecedora del homenaje que se le hizo anteayer ante la enorme sala del Auditorium llena. "Me siento muy halagado, me gusta ser una leyenda ¡La Ilíada y La Odisea son leyendas! –festeja el intérprete, cómodo con el estatus mítico–. Los 400 golpes y La muerte de Luis XIV son la Ilíada y la Odisea. Soy un mito de la Nouvelle Vague pero lo que es interesante es que la película de Serra es un poco la muerte del cine. Entonces es como si yo fuera un Luis XIV y ya no puedo ser ese mito ¿Y qué hace ese actor con estos directores jóvenes? Gana la Palma de Oro de Cannes. Eso es lo que pasa cuando combinamos estas cosas". La sonrisa aparece en su cara y, al mirarlo, se superpone como en un flashback con su rostro de joven y de adulto. Gran parte de la historia del cine está contenida en esos rasgo
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