La ejecución de Aramburu al cine
Secuestro y muerte, de Rafael Filippelli, relata el juicio hecho por Montoneros
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El cine enfrenta un tema que parecía imposible de tocar, el del suceso que tuvo como protagonistas a Pedro Eugenio Aramburu -el militar que en 1955 había respaldado la autoproclamada Revolución Libertadora, que derrocó a Juan Domingo Perón, y quien poco después se haría cargo del gobierno por casi tres años- y al grupo guerrillero Montoneros, y como hecho en sí su secuestro y posterior muerte.
¿Quién tiene razón en una discusión en la que ninguna de las dos partes está dispuesta a aceptar a las leyes como regla máxima? ¿Cómo contar lo ocurrido desde esa perspectiva, la de quien observa el pasado intentando entenderlo y, a la vez, exponerlo para poder discutirlo en profundidad? En 2009, Rafael Filippelli ( Música nocturna ) se propuso releer desde el cine un capítulo de La pasión y la excepción , un ensayo de su esposa Beatriz Sarlo destinado al debate ideológico, que abordaba el secuestro y ejecución del ex militar, en 1970, a manos del naciente grupo guerrillero. El resultado es Secuestro y muerte , la película que desde el jueves se proyecta en al Cosmos-UBA (Corrientes 2046, jueves a domingo, 18 y 22, entradas $ 15).
En mayo de ese año, en un momento crítico de la dictadura militar, un pequeño comando de cuatro integrantes decidió secuestrar a Aramburu, a quien recluyeron en el sótano de una casa de campo. Argumentaron que era para "juzgarlo" por la ejecución del militar insurrecto Juan José Valle y la masacre de un grupo de civiles de orientación peronista en José León Suárez en 1956, y por la desaparición del cadáver de Eva Perón. Con ese hecho, que culminó con el hallazgo del cuerpo de Aramburu y la identificación de los implicados, nacía Montoneros y cambiaba la historia del país.
Sarlo se pregunta "¿crimen o acto de justicia?", definiciones en todo caso contradictorias que ahora mismo vuelven a debatirse tras la ejecución extraterritorial y sin juicio de Osama ben Laden. El tema de si "el fin justifica los medios" es usado habitualmente en función de la aprobación de un hecho ocurrido fuera de la ley. Lo que intenta (de)mostrar Filippelli es cómo en aquel momento crucial de la historia unos y otros usaron argumentos entendibles (no precisamente aceptables) al dar las razones de las decisiones tomadas o por tomar, respaldados por una justicia que, cada uno a su manera, se adjudicaba como propia.
Filippelli, respaldado por el guión coescrito entre Sarlo, Mariano Llinás y David Oubiña, construye personajes creíbles más allá de sus apariencias. Es que no está contando "la historia" sino interpretándola, como si se tratara de una puesta en escena en la que tienen mucha importancia los encuadres, las palabras (los juegos del grupo son memorables), pero también los silencios y la fina ironía. El resultado es inquietante. En el film no se dan nombres ni apellidos. Ni Enrique Piñeyro se parece a Aramburu ni quienes interpretan a sus victimarios a los auténticos, y es seguro que estos diálogos son de pura ficción. Pero, ¿eso es importante?
Secuestro y muerte es, como varias otras obras de investigación (libros y documentales) sobre este tema, detonante de nuevas discusiones acerca de un pasado que sigue doliendo, incluso más allá de sus protagonistas, en busca de respuestas esclarecedoras a muchas preguntas que hace rato nos venimos haciendo los argentinos.



