
Míster Tentáculos
Alfred Molina será esta vez el archienemigo del superhéroe. En su entrevista con LA NACION cuenta cómo fue actuar cargado de amenazantes brazos
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NUEVA YORK.- De chico, Alfred Molina leía fascinado las aventuras del Hombre Araña y otros fantásticos personajes que aparecían en los cómics de Marvel. Jamás se imaginó que ya de grande se disfrazaría para encarnar en la pantalla grande a uno de los enemigos más temibles del hombre arácnido, Doctor Octopus, quien con sus poderosos tentáculos de acero amenaza a nuestro superhéroe en "El Hombre Araña II", que se estrenará el próximo jueves en la Argentina. Octopus, en realidad, es el alter ego del Dr. Otto Octavius, un brillante científico que investiga cómo hacer de la fusión una nueva fuente de energía. Cuando uno de sus experimentos se desvirtúa, él termina transformándose en un loco maniático que sólo busca el mal y destruir al Hombre Araña, nuevamente interpretado por Tobey Maguire como Peter Parker. Multifacético, actor de teatro, cine y televisión, Molina fue la primera opción para el director Sam Raimi, quien buscaba a alguien que pudiera capturar la dualidad del personaje, un hombre incomprendido que termina convirtiéndose en una bestia.
De barba larga con canas, grandes manos y sonrisa bonachona, a primera vista Molina, de 51 años, no parece muy amenazante cuando ingresa en la habitación del hotel Regency, de Manhattan, donde realizará la entrevista con LA NACION. Es que por estos días está personificando en Broadway al simpático lechero judío Tevye en una nueva producción del popular musical "El violinista en el tejado" y sin los tentáculos sobre su espalda incluso resulta difícil reconocerlo como Octopus. De su gran porte, vestido con traje negro y camisa bordó, más se parece al Stalin inmortalizado en miles de duros retratos soviéticos, pero con una sonrisa permanente. Lo primero que hace es disculparse por no poder hacer la entrevista en castellano. "Mi español no es tan bueno, no lo practicaba", explica este hijo de un mozo español y una ama de llaves italiana que nació en Londres en 1953. Ya de chico le gustaba la actuación y estudió en la Escuela Guildhall de Música y Drama. Vinieron luego largos años sobre las tablas en los numerosos teatros del West End londinense. Con la compañía del Royal National Theater hizo "La noche de la iguana", de Tennessee Williams, y "Speed the plow", de David Mamet. Se volvió un nombre más familiar sólo en 1998, cuando recibió una nominación al premio Tony por su actuación en "Art", de Yasmina Reza, en Nueva York.
En cine debutó con un pequeñísimo papel en la primera película de Indiana Jones, "Los cazadores del Arca perdida" (1981), y después le siguieron decenas de films, como "Abril encantado", "La familia Pérez", "Anna Karenina", "Boogie Nights" y, más recientemente, "Frida", en la que interpretó al muralista mexicano Diego Rivera, rol para el cual aumentó considerablemente de peso.
-¿Es cierto que cuando era chico era gran admirador de "El Hombre Araña"?
-Sí, cuando estaba en el colegio tenía una colección fantástica de los cómics de "El Hombre Araña" y otros de Marvel. Pero cuando ingresé a la Escuela de Drama no tenía dinero y los vendí. En ese momento no me importó, hacía tiempo que los tenía ahí apilados, pero ahora sí me arrepiento.
-¿Alguna vez pensó en interpretar alguno de esos personajes?
-No, nunca pensé en personificar un personaje de un cómic. Mis ambiciones siempre fueron más modestas, más realistas. Así que el que me hayan ofrecido este papel fue toda una salida sorpresiva, y eso fue lo que hizo más atractivo y desafiante. Hoy en día hay una forma de hacer films mucho más extraordinaria, la tecnología está tan desarrollada en cuanto a efectos especiales. Sólo la maquinaria que se usa para hacer este tipo de películas es tan distinta de la de los films de cuando yo era más joven que lo hace muy desafiante e interesante.
-¿Como actor le parece muy distinto el proceso de rodar una película con tantos efectos especiales?
-El trabajo es esencialmente el mismo en cuanto a la actuación, lo que cambia son las circunstancias. En vez de trabajar en una habitación con sólo una persona delante estás en un lugar mucho más grande con cientos de técnicos a tu alrededor. Pero el trabajo del actor es en esencia el mismo. Creo que se puede comparar con el escribir un artículo encerrado en una oficina, tranquilo, o tener que escribirlo en la sala de espera de un aeropuerto repleto de gente. No es igual de cómodo, pero la labor es la misma, su naturaleza no cambia.
-¿Y se sintió cómodo haciendo este tipo de film?
-Sí, siempre me gustó el costado técnico de hacer películas. Siempre me fascinó la tecnología. Muchos actores se quejan de que se aburren, de que es tedioso actuar frente a una pantalla azul. Y puede serlo, pero a mí no me importa porque le presto mucha atención al proceso, me gusta aprender.
-¿De qué estaban hechos los tentáculos?
-Creo que es una fibra de vidrio con resina. Eran bastante livianos, pero cuando me los ponía en la espalda todos juntos pesaban unos 20 kilos. Tenían dentro como un sistema de cadenas, muy flexibles, así que resultaban muy expresivos. Se podían lograr muchos movimientos. Y con los técnicos buscamos crear una suerte de lenguaje de movimiento con los tentáculos para que, de acuerdo con la situación, pudieran tener más vida, como si fueran un personaje más. Al final se convierten en una especie de accesorio de tu cuerpo, como si estuvieras actuando con una muleta o un bastón; se vuelve parte de ti, salvo que en este caso es más engorroso.
-El director, Sam Raimi, dijo que usted le agregó varias características al Dr. Octopus que no estaban en el personaje del guión inicial. ¿Cuáles fueron?
-Tuvimos varias conversaciones sobre el personaje, pero te diría que mi única preocupación era mantener el humor que el personaje tenía en los cómics originales. Volví a leer los ejemplares de los años 60 y si hay algo que encontré fue que Octopus siempre mantenía un sentido del humor muy agudo, muy irónico, como esos villanos memorables de Shakespeare. Como Ricardo III, que hacía cosas terribles pero se divertía con su maldad.
-¿Qué otro personaje le gustaría hacer en una película?
-Nunca he estado en posición de poder planear qué es lo que quiero hacer. Voy de trabajo en trabajo. Sé lo que no me gustaría hacer: películas que requieran escenas de sexo gráfico. Tampoco me gustaría hacer films en los que se muestre violencia contra chicos.
-¿Y "El Hombre Araña 2" no es ese tipo de película?
-Es una violencia de cómic, nadie muere. La gente atraviesa ventanas, es atropellada por autos, pero nadie pierde ni una gota de sangre. Es pura fantasía. A mí lo que no me gusta es la violencia gráfica, cuando un director busca volver las imágenes lo más realistas posible.
-¿Prefiere el teatro al cine?
-Siempre he sido muy reacio a decir qué prefiero. Es como preguntar si uno prefiere la carne o el pescado cuando te gustan ambos. Me gusta volver al teatro, y hubo una época en mi vida en la que el teatro era mi principal empleador, pero el mundo ha cambiado. Yo comencé a actuar hace 30 años y en esos días, en Londres, para un actor que recién salía de sus estudios, el teatro era la opción más fácil para conseguir trabajo. Hoy hay muchos menos teatros, y la televisión y el cine se han expandido. Así que ahora, para mis estudiantes, es más común que consigan su primer empleo en la TV o el cine.
-¿Dónde enseña?
-Enseño en Circus Theatricals, en Los Angeles.
-Y como profesor de teatro, ¿qué le parece Tobey Maguire?
-Tobey es parte de esta joven generación de actores que son mucho más inteligentes de lo que yo era a su edad. Tienen mucha experiencia, talento y un entendimiento extenso y profundo de cómo funciona la industria del cine. El incluso ya empezó a producir sus propios proyectos. Es un jugador serio en este negocio. No descartaría que se convirtiera en director, es uno de esos actores para los cuales la actuación no es suficientemente estimulante.
-¿No cree que esta joven generación es mucho menos arriesgada?
-No, es muy difícil comparar generaciones. Porque cuando mi generación empezó a actuar en Gran Bretaña no había muchas películas rodándose. Una generación antes que la mía, gente de los 60, como Peter Fonda, Jack Nicholson, Dennis Hopper, Robert De Niro, hacía películas arriesgadas como resultado directo de lo que le sucedió a la generación anterior. La generación de Tobey tiene muchas habilidades, sabe mucho de películas, cómo se hacen. Cuando yo empecé no sabía nada, me encantaban las películas, pero no sabía nada de cómo se hacían. Tuve que aprender haciéndolas.
-¿Planea dirigir algún film?
-No. Cuando era chico sí soñaba con eso. Pero es un trabajo muy complicado. El mundo está lleno de actores que dirigen una película y luego jamás vuelven a hacerlo.



