Netflix: La bala perdida versus Rápidos y furiosos: en qué se parecen y en qué se diferencian
Pasó poco tiempo entre el silencioso lanzamiento en Netflix de La bala perdida hasta el momento en que subió a lo más alto de la lista de lo más popular de la plataforma de streaming en la Argentina. Pero ese tiempo fue más que suficiente para que este largometraje francés de inesperado éxito local empezara a ser visto en el espejo de Rápidos y furiosos, una de las grandes franquicias creadas por Hollywood en los últimos años.
De no haberse interpuesto el coronavirus, ambas se habrían encontrado en este mismo momento. Rápidos y furiosos 9 iba a ser uno de los estrenos de cine más vistos de este año. Tenía como última fecha de estreno en la Argentina confirmada para este año la del 21 de mayo. Por su poder de convocatoria no hubiese tenido problema alguno en mantenerse en la cartelera cuatro semanas, hasta ahora. Y en los primeros puestos entre las películas más vistas. Con La bala perdida ubicada en el mismo lugar, pero en Netflix. Hasta que la pandemia forzó a los estudios Universal a postergar el lanzamiento en las salas para abril del año que viene en todo el mundo.
Algunos ya creen que la nostalgia por esta ausencia potenció el inmediato interés del público argentino por otra película en la que los autos "preparados" para frenéticas competencias y persecuciones callejeras son preparados por personajes que siempre se mueven en una frontera ambigua que separa al bien del mal. A falta de Rápido y furioso en el top ten de los cines hoy cerrados, hoy La bala perdida está en el top ten argentino de Netflix ¿Cuánto de parecido y cuánto de distinto tienen ambas producciones? Veamos algunos puntos de comparación.
1) Una cuestión de escala
La historia en el cine de Rápidos y furiosos cumplirá 20 años en 2021 y todavía tiene cuerda para rato. Sus ocho películas acumulan una recaudación global de casi 6000 millones de dólares, y a esos largometrajes se suman un par de spinoffs (Hobbs & Shaw es el principal, estrenado el año pasado), cortos, videojuegos, atracciones en parques temáticos, un show internacional de acrobacia sobre ruedas y una gama infinita de productos de merchandising. Rápidos y furiosos 9 cuenta con un presupuesto cercano a los 200 millones de dólares y las aventuras de sus personajes recorrieron a lo largo de las películas anteriores buena parte del mundo, de Tokio a Río de Janeiro y de Los Angeles a Londres.
El costo de producción de La bala perdida, en cambio, es infinitamente menor. Aunque ni los responsables de la película ni Netflix, su vehículo de difusión en todo el mundo, dieron a conocer esos números, un rápido vistazo permite comprobarlo. Las persecuciones son espectaculares y unos cuantos autos terminan destrozados, pero toda la acción transcurre en los mismos exteriores de la bella región francesa de la Provenza, en especial en el municipio de Séte. Allí parece que toda la ciudad se puso al servicio de una producción que aprovecha al máximo la geografía urbana para que los choferes y los dobles de riesgo puedan lucirse.
2) El lugar de los personajes
La saga de Rápidos y furiosos arranca en el mundo de las carreras callejeras de autos modificados y "preparados" para ese tipo de exigencia. Y de a poco va adoptando un perfil más cercano al de las películas de acción con buenos y malos. Desde la quinta entrega, sobre todo, vamos notando con claridad ese viraje. La cosa se hace todavía más clara cuando Dominic Toretto (Vin Diesel) se pone claramente del lado de la ley y deja atrás un pasado de convicto y fugitivo de la justicia. La presencia de Luke Hobbs (Dwayne Johnson) como líder de una agencia federal de investigaciones en las películas más recientes subraya todavía más ese giro. De todas maneras, Toretto y su clan siempre se mueven de manera ambigua y escurridiza dentro de ese mundo.
En La bala perdida, la historia comienza con el fracaso de un robo de joyas planeado por Lino (Alban Lenoir) y su hermano. Lino es un experto mecánico que adapta un vehículo callejero para el golpe y la posterior huida. Termina en la cárcel hasta que es reclutado por el jefe de una brigada antidrogas para aprovechar allí su expertise de mecánico. A Lino no parece disgustarle para nada esa nueva misión hasta que se ve envuelto en una complicada trama de corrupción policial y deudas por drogas que lo colocan en una situación muy incómoda entre el mundo del hampa y el de la ley. Aquí además no hay trabajo en equipo. Lino es un lobo solitario. El personaje que más se le parece en el universo de Rápidos y furiosos (y no solo físicamente) es Deckard Shaw, interpretado por Jason Statham.
3) El motor de la acción
Hay autos de sobra en las dos producciones y es ese mundo el centro de buena parte de la acción. En las dos películas los protagonistas se ocupan de adaptar y preparar vehículos callejeros para las operaciones especiales. Pero en el caso de Rápidos y furiosos, la primera intencionalidad de sus protagonistas es utilizar esos vehículos para competencias callejeras (equivalentes a nuestras "picadas") por dinero o diversión.
En La bala perdida, la relación del personaje principal con los autos es mucho más profesional. Para Lino, ese trabajo no tiene nada de divertido y de hecho jamás lo veremos cambiar en el rostro su gesto de molestia o irritación. Es casi el único personaje del film especializado en esas cosas y aquí la mayoría de los otros coches (policiales y civiles) son los que vemos en cualquier calle de Francia.
4) Causas y efectos
Esta referencia introduce otro matiz diferenciado entre ambas producciones. En Rápidos y furiosos, la maquinaria tecnológica de Hollywood y el creciente aumento del presupuesto disponible entre película y película puso al servicio de la producción efectos visuales de vanguardia para perfeccionar las escenas callejeras, que tienen cada vez más una dimensión digital. A las persecuciones de las películas de Rápidos y furiosos, además, se fueron sumando otros vehículos y máquinas, desde camiones hasta helicópteros, para darles mayor espectacularidad.
En La bala perdida, las persecuciones callejeras dependen mucho menos de los recursos digitales que de la acción propiamente dicha. Lo que se rompe, se rompe siempre frente a nuestros ojos y no a través de una operación de efectos visuales. Es una producción mucho más artesanal, que en el fondo también funciona como homenaje a las grandes películas populares protagonizadas en los años 80 por Jean Paul Belmondo, que en las escenas de acción además era su propio doble de riesgo. Los magullones y cicatrices que lucen los personajes de la película francesa son bastante más creíbles que los de Hollywood. Además, aquí hay un par de fantásticas peleas cuerpo a cuerpo coreografiadas como en los films de artes marciales.
5) Presente y futuro
Rápidos y furiosos llegó más lejos que cualquiera de sus competidores y a pesar de sufrir pérdidas muy fuertes en el pasado (como la muerte de Paul Walker, una de sus estrellas, en un accidente vial) sigue adelante. Llegó a nueve largometrajes y va por más. La saga tendrá al menos diez títulos. Ya se piensa en un nuevo spinoff con personajes femeninos y la continuidad de la multiplicación de sus historias a través de otras plataformas. Más allá de eso, las principales aventuras se exhiben en los cines. Rápidos y furiosos, por su magnitud y sus características, está pensada y hecha para ser vista en la pantalla más grande que sea posible. Por eso cada nueva entrega funciona tan bien en salas de formato Imax.
Enfrente, La bala perdida también piensa en secuelas, pero desde una dimensión mucho más modesta. Alban Lenoir dijo hace poco que el equipo creativo de esta producción (de la que participa como guionista, productor y actor protagónico) tiene en la cabeza unas cuantas historias para seguir contando. Y el cierre de la película que hoy está disponible en Netflix le abre las puertas a la continuidad. Ese final abierto encuentra en el gigante del streaming un aliado fundamental. Todo indica que la escala de esta producción francesa se adapta a la perfección a las dimensiones de la plataforma y a su alcance. Las persecuciones de autos con acento francés están llegando con éxito a 190 países. Con eso les alcanza para seguir en la ruta con futuros proyectos.
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