De qué se trata La bala perdida, una de las sorpresas del top ten de Netflix
La bala perdida (Balle Perdue, Francia/2020). Dirección: Guillaume Pierret. Guion: Guillaume Pierret, Alban Lenoir y Kamel Guemra. Elenco: Alban Lenoir, Nicolas Duvauchelle, Ramzy Bedia, Stéfi Celma. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
La bala perdida es una grata e inesperada sorpresa en el proceloso mar de los lanzamientos de Netflix. Lanzada sin el despliegue y el ruido de marketing de otras novedades de la plataforma se encaramó muy rápido al tope de la lista de títulos más populares. Desde ese lugar debe corregir ante todo un precipitado equívoco: ser presentada y vista como la versión francesa de Rápidos y furiosos.
Esa confusión podría corregirse con el tiempo si esta promisoria aparición encuentra tiempo y espacio para seguir a través de secuelas que ya empiezan a insinuarse. Es cierto que podría haber un par de puntos en común entre la exitosa saga automovilística de Hollywood y una producción francesa bastante más modesta, por momentos casi artesanal en su concepción por más que veamos aquí también unos cuantos coches destruidos en frenéticas persecuciones callejeras.
Bien mirada, la trama de La bala perdida es propia de un policial clase B. A Lino, un experto mecánico, y a su hermano menor les sale muy mal el plan que elaboraron para robar joyas con un auto "preparado". La máquina se pasó de revoluciones y Lino (Alban Lenoir, una especie de Jason Statham francés) termina en la cárcel. Hasta que el jefe de una brigada antidrogas lo recluta para asistir a la policía desde su especialidad. Al lacónico Lino le agrada ese trabajo como potencial camino redentor y de a poco va asimilándose con ese nuevo mundo. Pero las cuentas pendientes de ese fallido golpe se mezclan con una trama de corrupción policial y Lino se ve arrastrado por esos planes.
Todo empieza a complicarse y a hacerse cada vez más áspero, crudo y ultraviolento. Los personajes de esta historia casi circular empiezan a sentir que la vida vale para ellos poco y nada.
La trama avanza sin desmayos, con letra concisa, escenas que nunca duran más que lo justo y personajes con motivaciones claras. Las precisas secuencias de acción están muy bien diseñadas y hay alguna, como la extensa pelea cuerpo a cuerpo entre Lino y varios adversarios en una seccional de policía, que roza la excelencia. En el medio están en tensión los temas de siempre (lealtades, traiciones, ambiciones, afectos genuinos) que cuando están expuestos con convicción y sin énfasis funcionan. Basta un ejemplo: nunca se nos muestra el momento del flechazo entre Lino y una de las integrantes de la brigada policial. Pero ante la primera pista ya podemos reconstruir sin necesidad de explicación alguna toda esa conexión.
Por allí aparece algún exceso de imitación de los clisés hollywoodenses ya impuestos en el género, pero esa apelación a las fórmulas convive con giros y expresiones genuinamente francesas que le dan al cuadro un matiz distinto al habitual. Y con la duración justa: 90 minutos bien aprovechados y muy entretenidos.
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