Ready Player One. Spielberg se imagina el futuro a partir de la realidad virtual
El actor australiano Ben Mendelsohn, que creció bajo la influencia del cine de Spielberg, habla de su papel como el malo del film
LOS ÁNGELES.- En el futuro distópico de Ready Player One, la nueva película de Steven Spielberg , la mitad de la población mundial padece hambre. Y son muchos más los que viven bajo los efectos de la pobreza, la marginalidad, la falta de ideales. La única alternativa posible para compensar tantas penurias es la vida alternativa que les propone Oasis, un programa de realidad virtual de alcances globales creado por el visionario James Halliday, a quien Spielberg llegó a definir como una suerte de Steve Jobs del futuro.
El mejor narrador que el cine de Hollywood le dio al mundo en las últimas décadas casi tomó al pie de la letra todas estas premisas de la exitosa novela del mismo nombre escrita por Ernest Cline en 2011. También, la atracción que ejercen los clásicos videojuegos de los años 80 en las acciones y las decisiones que toman los personajes centrales de la historia. El propio Spielberg reconoció que es casi un experto en estos pasatiempos, todo un perdurable emblema de la cultura pop de su tiempo.
Para participar de este nuevo viaje al futuro comandado por el director de Encuentros cercanos del tercer tipo y A. I. Inteligencia Artificial hay que saber mucho de videojuegos. ¿Habrá elegido Spielberg a los protagonistas de su nueva película por el conocimiento previo de una de las cuestiones esenciales de su trama? En el caso de Ben Mendelsohn, el actor australiano que personifica al villano del relato, la respuesta es 100% afirmativa.
"He practicado videojuegos durante la mayor parte de mi vida. Llevo casi 40 años haciéndolo. Crecí con ellos y por eso creo que estoy en el punto óptimo para vivir esta experiencia a pleno. El pinball fue y será mi primer amor", dice Mendelsohn, el elegido por Spielberg para encarnar a Nolan Sorrento, el ambicioso geek que lucha en 2045 desde un privilegiado lugar en el mundo de las corporaciones contra un grupo de jóvenes por el control de Oasis, la colosal red de realidad virtual creada por Halliday (Mark Rylance) que funciona para la humanidad entera como única válvula de escape frente a una realidad llena de penurias.
Hasta que el visionario Halliday muere y deja como legado un enmarañado acertijo. En medio de todo ese inmenso universo virtual lleno de referencias a la cultura pop de los años 80 hay tres llaves que revelan un enigma. Quien las descubra primero se convertirá en el nuevo dueño de Oasis y heredará la inmensa fortuna de Halliday, el hombre más rico del mundo. Todos quieren hallarlo, desde el juvenil Wade Watts (Tye Sheridan), fan de Oasis y de los videojuegos ochentosos, hasta el poderoso Sorrento.
Mendelsohn llega al encuentro con el pequeño grupo de medios internacionales (entre ellos, LA NACION) que lo aguarda en un salón de los estudios Warner, en una soleada mañana del templado invierno californiano, con una carga extra de euforia. De campera marrón y jeans claros, el actor despliega a pura jovialidad un extenso arsenal de gestos teatrales y se esfuerza en repetir con énfasis aquellas palabras que quiere dejar más claras. Como cuando dice cuatro veces, una detrás de la otra, que la experiencia de haber visto Tiburón cuando era chico en un autocine de Melbourne lo dejó "aterrado". Lo subraya, como en todas sus respuestas, con un inglés de cerrado acento australiano que se parece mucho a una sucesión de amables (y sonrientes) gruñidos.
"En Ready Player One interpreto a un imbécil, un pobre tipo golpeado por la vanidad al que solamente le interesa escuchar cómo los demás lo adulan, un estúpido mandón en el mundo corporativo con manías e inclinaciones estalinistas. Nada puede rescatarse en una persona así. Pero les aseguro que el personaje impresiona. Tiene una apariencia mucho más poderosa de lo que sugiere la historia. Así al menos lo pensé", dice Mendelsohn.
Sorrento se suma al largo historial de villanos y personajes más bien incómodos o desagradables con los que el actor se viene luciendo desde hace un buen tiempo en el cine y en la televisión, entre los cuales sobresale su papel en la serie de Netflix Bloodline, que le valió una seguidilla de tres nominaciones consecutivas al Emmy. Pero la última vez que lo vimos en la pantalla grande, hace poco tiempo, fue como el dubitativo rey Jorge VI frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial y las decisiones de Winston Churchill en Las horas más oscuras, la película de Joe Wright que le dio el Oscar al mejor actor a Gary Oldman.
"Estoy seguro de que el señor Spielberg vio Bloodline antes de convocarme. Cuando nos reunimos lo primero que le dije fue: «Yo no sé si usted me va a elegir para este papel o no. Pero cualquiera que sea el resultado de esta charla me doy por satisfecho. Todo esto será lo suficientemente bueno como para disfrutarlo toda la vida", recuerda. Cuando finalmente fue elegido para el papel, decidió no tomar contacto con el libro de Cline. "Es que yo soy un script guy, una persona que se apoya 100 por ciento en el guion. Prefiero manejarme sin preconceptos. Así he conseguido, creo, los momentos más satisfactorios de mi carrera.
Para Mendelsohn, Spielberg y su cine fueron parte esencial de la infancia. "Crecí con sus películas -precisa-. Y Tiburón fue la primera que me inquietó de verdad. ¡Quedé traumatizado! No olvide que soy un muchacho que viene de los suburbios de Melbourne y que jamás imaginó convertirse en actor de cine. ¡Y teníamos ahí a los tiburones! ¡Qué Amity Island ni Amity Island, estaban ahí, en la playa! Y en esa época se hablaba nada más que de las películas, nunca de los directores. ¡Era Tiburón! Como después fue Poltergeist, otra película que tuvo un enorme impacto en mi vida. Creía que las cosas espantosas que se veían allí no se iban a terminar nunca. Más tarde, en otro sentido muy diferente, apareció Indiana Jones en Los cazadores del arca perdida".
De a poco, Mendelsohn fue descubriendo al hombre que estaba detrás de todas esas historias que tanta influencia ejercieron en su personalidad. Hoy tiene una idea definida al respecto, sobre todo después de haber trabajado con él. Por eso lo trata todo el tiempo con reverencia e inusual formalidad: "El señor Spielberg conoce al público como ningún otro director. Y tiene un instinto natural para entender el movimiento cinematográfico, su visión como cineasta es algo asombrosamente natural. Y, además de ser un artista de habilidad gigantesca, es una persona muy gentil, muy generosa. Uno no espera trabajar con él, sino trabajar para él. Es único y es extraordinario".
La actualidad del creador, en formato de libro
El estreno de Ready Player One también adquiere connotaciones literarias. El best seller de Ernest Cline que inspiró la película, publicado originalmente en 2011, acaba de ser reeditado en la Argentina por Ediciones B. Y casi al mismo tiempo llegó a las librerías Steven Spielberg, una vida en el cine (Paidós), del crítico y ensayista Leonardo D'Esposito, un texto tan riguroso como entretenido que funciona como puerta de entrada a la obra del realizador y a las constantes más importantes de su pensamiento, con un análisis pormenorizado de su vida artística (dividida en etapas cronológicas y temáticas) y de cada una de sus películas.
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