Cómo fue el rodaje del film que dio comienzo a la popular franquicia que homenajeó -y redefinió- a las películas de terror
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En 1996, el director Wes Craven estrenó Scream: vigila quién llama, una película de terror que retomaba la tradición de los slasher, en el que un asesino comenzaba un raid de homicidios con jóvenes estudiantes como su principal objetivo.
Y un proyecto que no tenía grandes aspiraciones, se convirtió en un éxito que puso nuevamente de moda ese tipo de historias. Pero detrás del film que lo inició todo, hubo varios idas y vueltas, algunos rechazos, y una idea por la que nadie apostaba demasiado.
La importancia de Wes Craven
El guionista Kevin Williamson (futuro creador de Dawson´s Creek), como muchos aficionados al terror, era un gran fan de Halloween, la película de John Carpenter. Ese título ejerció una enorme influencia en muchos escritores y directores, y Williamson fue uno de los tantos que se inspiró en esa pieza para elaborar una historia. Y tomando como base el caso de un asesino de estudiantes ocurrido en 1990 (que la prensa llamó El destripador de Gainesville), el guionista pensó en un proyecto al que bautizó como Scary Movie.
Inicialmente, toda la trama iba a transcurrir en un único acto. Pero ese esquema pronto presentó muchas dificultades, y Williamson organizó su relato de un modo más convencional. Con el libreto terminado, se lo ofreció a distintos estudios, y su sorpresa fue mayor cuando vio que cinco distribuidoras se interesaron en la idea. Finalmente, Dimension Films se quedó con el guion por una suma de 400 mil dólares.
En ese momento, comenzó la búsqueda por encontrar al director ideal. Uno de los primeros nombres que surgió, fue el de Wes Craven. El director de Pesadilla era una opción ideal, pero sin embargo, él no se interesó. Por esa época, Craven estaba preparando la remake de la comedia de terror, La mansión embrujada. Sin perder tiempo, los productores intentaron reclutar a Robert Rodriguez, Danny Boyle, George Romero e incluso Sam Raimi, pero por un motivo u otro, ninguno de ellos fue confirmado. Williamson sentía que nadie entendía su idea, y que todos pensaban que Scary Movie era una comedia, cuando en realidad era un relato que reflexionaba de manera muy autoconsciente, sobre las estructuras del género al que pertenecía.
Finalmente, Craven volvió a aparecer en escena. Según contó en una oportunidad, cuando supo que Drew Barrymore estaba a bordo del proyecto, le gustó la posibilidad de trabajar con ella. Pero lo que más lo movilizó, fue la charla con un pequeño fan de diez años, que lo acusó de haberse “suavizado” a lo largo de los años, y que en sus épocas de La última casa a la izquierda, sus películas eran mucho más temerarias. De ese modo, el realizador cambió de idea y decidió llevar al cine el guion de Williamson.
La construcción del asesino
Craven sabía que el secreto del éxito, dependía del carisma e impacto que pudiera lograr con la figura del asesino. Teniendo en cuenta que el director había creado a Freddy Krueger, se podía asegurar que él era alguien que conocía perfectamente la importancia del villano. El realizador pensó al homicida a través de su voz, y con ese objetivo en mente, llamó a Roger Jackson. Craven dijo que Jackson tenía un tono “inteligente y malvado”, y con el fin de perturbar al resto del elenco, le solicitó al actor que no interactuara en persona con nadie, limitándose a hablarles por teléfono durante la filmación de las escenas que así lo requirieran.
El aspecto del asesino también era un elemento de gran importancia. Originalmente, Ghostface iba a lucir una túnica blanca, para darle un aspecto similar al de un fantasma. Pero miembros del departamento de arte señalaron que esa imagen remitía al Ku Klux Klan, y debido a eso cambiaron el blanco por el negro. Con respecto a la máscara, su diseño fue una combinación del cuadro El grito de Edvard Munch, el rostro del álbum The Wall, y el diseño de los fantasmas según los viejos dibujos animados de Betty Boop. Una vez terminada la famosa máscara, la diseñadora de disfraces Brigitte Sleiertin, aseguró que la expresión daba la sensación de alguien que parecía estar llorando y gritando a la vez, y que resultaba “tan horrible como frenética”.
La mirada de Drew
Originalmente, Drew Barrymore iba a interpretar a la heroína de la historia, Sidney Prescott. Pero la actriz quería provocar un shock en la audiencia, y de alguna manera sorprender con una vuelta de tuerca que nadie esperara. De esa manera, le hizo a la producción una curiosa contraoferta. Les dijo que en vez de ser la protagonista, ella prefería ser la víctima de la escena inicial. En un truco que remite ligeramente a Psicosis y a Janet Leigh siendo asesinada a mitad de la historia, la secuencia de Barrymore no solo sorprende (porque realmente nadie esperaba que la mataran tan rápido), sino que también sirve para construir un prólogo inmejorable, que sumerge al público en el terrorífico tono de la trama.
Al quedar vacante el puesto de la protagonista, la producción comenzó a negociar con otras actrices, entre las que se encontraron Melissa Joan Hart, Brittany Murphy y Alicia Witt. Kevin Williamson, un gran fanático de El club de los cinco, pidió que le ofrecieran el papel a Molly Ringwald, pero ella lo rechazó porque no consideraba que pudiera interpretar a una estudiante, cuando estaba a pocos años de cumplir los treinta. En ese momento, Craven recordó a la protagonista de la serie Cuenta conmigo, Neve Campbell. Inicialmente la actriz no se mostró muy interesada, debido a que su anterior largometraje, Jóvenes brujas, también era una historia de terror. Pero eventualmente cambió de parecer, y la posibilidad de trabajar nuevamente con Skeet Ulrich, terminó de convencerla.
Por su parte, el rol de la agresiva periodista Gale Weathers, debía quedar en manos de Janeane Garofalo. Sin embargo ella lo rechazó, y todo indicaba que su suplente iba a ser Brooke Shields. Hasta que Courteney Cox se enteró del proyecto, y se contactó con la producción para postularse. Su interés era el de personificar una mujer que estuviera en el extremo opuesto de la simpática Monica de Friends, y Gale Weathers era el boleto a mostrar una nueva faceta. Y aunque justamente por eso es que Craven y los productores no estaban muy seguros, Courteney les insistió lo suficiente hasta que obtuvo el rol.
Un éxito inesperado
Luego de cambiar el nombre de Scary Movie a Scream (en base a la canción de Michael y Janet Jackson), el director terminó la película con la intención de estrenarla en la Navidad de 1996, una fecha muy jugosa para el terror, teniendo en cuenta la amplia oferta de films familiares. Pero el comité encargado de clasificarla, la rotuló como “prohibida para menores de 17 años”. Esa calificación implicaba un desastre comercial, teniendo en cuenta que el grueso del público al que apuntaban, era justamente el de los preadolescentes. En las semanas siguientes, el director presentó nueve versiones levemente distintas, que suavizaban algunos aspectos violentos, hasta que finalmente logró bajar la calificación.
Scream: vigila quien llama llegó a los cines de Estados Unidos el 20 de diciembre de 1996. A nuestro país recién llegaría al año siguiente, el 11 de septiembre de 1997. En ambos lugares, y prácticamente en todo el resto del mundo, la película se convirtió en un fenómeno que superó las expectativas más optimistas. De una inversión de quince millones, el largometraje recaudó 175 millones de dólares, dando comienzo a una franquicia que se prolongó a lo largo de varios años. Williamson pronto escribió el guion de Scream 2, que se estrenó al año siguiente, y al que le siguieron una tercera y cuarta parte, lanzadas en el 2000 y el 2011 respectivamente.
Y este éxito que ya atrapó la atención de varias generaciones, vuelve el próximo jueves con una quinta entrega, que le permitirá al público reencontrarse con Sidney Prescott, en el marco de una saga clave en la historia del cine de terror.
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