Halloween: secretos del rodaje de una película de bajo presupuesto que se transformó en un clásico del terror
Estrenada en 1978, el film de John Carpenter se realizó con apenas 300 mil dólares y fue un éxito formidable de taquilla
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Esta semana se reactiva una de las sagas más ilustres del terror cinematográfico con el estreno de Halloween Kills: la noche aún no termina, que es esperado con ansiedad por los fans del género luego de su lanzamiento en la última edición del Festival de Venecia, en donde fue exhibida fuera de concurso. La nueva parte de esta historia truculenta tiene varias novedades: su director David Gordon Green -el mismo de la muy divertida comedia Pineapple Express (se encuentra como Superfumados en Apple TV)- armó un historia coral en la que Laurie Strode, el inolvidable personaje que marcó el debut en el cine de Jamie Lee Curtis, comparte protagonismo con algunos de los vecinos de la comunidad de Haddonfield asediados por el sanguinario Michael Myers, un asesino que ya apareció, entre secuelas y reboots, en doce largometrajes. Además el argumento tiene una impronta claramente anti-Trump y feminista, aunque en su momento hubo quejas porque se aseguraba que la película exaltaba como ningún otro slasher la persecución de mujeres.
El film original de John Carpenter se estrenó en 1978 y causó sensación: producido con apenas 300 mil dólares terminó recaudando más de US$ 70 millones y se convirtió con el paso del tiempo en un clásico del cine de terror. Halloween fue parte de la efervescencia del género en la década del 70, impulsada por el suceso de películas tan veneradas como El exorcista (1973) y La matanza de Texas (1974).
Irwin Yablans, productor a cargo de la compañía Compass International Pictures, tenía en mente una historia de terror que reprodujera el clima de Psicosis (1960), el clásico de Alfred Hitchcock, pero con la idea de redefinir el slasher (subgénero caracterizado por la presencia de un psicópata que asesina brutalmente a adolescentes y jóvenes) a partir de un guion que tuviera potencia y personalidad. Lo consiguió gracias al aporte de una mujer: Debra Hill, en ese momento pareja de Carpenter y pieza clave en el libro de Halloween. Hill también tuvo un rol decisivo en la producción de la película, que fue el primer paso de una gran carrera que en 2003, poco antes de su temprana muerte a los 54 años en 2005, fue premiada por la asociación Women in Film “por guiar a las mujeres productoras en un mundo dominado por hombres”.
Siguiendo los cánones del cine fantástico, Carpenter utilizó como referencia la tradición de la cultura anglosajona en torno a las casas encantadas para filmar en las locaciones de Los Ángeles, en donde se hizo la mayor parte de la película, de tal manera que ese contexto tuviera una influencia importante en el desarrollo de los personajes y la historia. Y también visitó un psiquiátrico de Kentucky para capturar algunos de los comportamientos más comunes de los internos y usarlos como ingrediente para la construcción del perfil del malvado Michael Myers.
Así como el director usó algunas de sus experiencias personales -el nombre de la protagonista, Laurie Strode, era muy parecido al de una exnovia y los de algunas calles que aparecen en la película son referencias a lugares de Bowling Green (Kentucky), en donde había vivido unos cuantos años-, Debra Hill decidió centrar la historia en una ciudad imaginaria que tuviera el mismo nombre del que la vio nacer (Haddonfield, que en la película es parte de Illinois, en lugar del New Jersey real).
El homenaje a Psicosis no se limita a las cuchilladas del asesino. Hay más de una similitud argumental con la película de Hitchcock: el apellido del neurólogo interpretado por Donald Pleasence (Loomis) es el mismo del novio de Marion Crane, el papel de Janet Leigh en el famoso film de 1960, y, por sobre todas las cosas, Leigh es la madre de Jamie Lee Curtis, quien no tenía ninguna experiencia en cine antes de Halloween y fue convocada en buena parte por ese parentesco, soñado como un talismán para el film.
Carpenter había pensado inicialmente en Anne Lockhart para el protagónico, pero la actriz estaba ocupada con proyectos televisivos, entonces su lugar fue ocupado por una joven sin experiencia que años más tarde se luciría en películas como Los enredos de Wanda y Mentiras verdaderas. El resultado fue óptimo: Jamie cumplió con creces con las exigencias del papel y su trabajo fue el puntapié inicial de una gran carrera en Hollywood.
Para el resto del elenco, Carpenter resolvió hacer gala de su inconmovible cinefilia: fan de las producciones de la legendaria Hammer Films, cuyas películas de vampiros lo habían encandilado en la adolescencia, eligió a Donald Pleasence, un héroe del cine clase B, para interpretar a Loomis, un psiquiatra que podría asimilarse a un Van Helsing dedicado a estudiar al asesino Myers como si fuera una nuevo Drácula. Se dice que Pleasence dio el sí porque su hija, estudiante de música, había quedado maravillada con la banda sonora de Asalto al precinto 13, compuesta por el propio director, también responsable del inquietante soundtrack de Halloween, una de las fortalezas indiscutibles de la película. Antes de cerrar con Pleasence, Carpenter había sondeado a Christopher Lee y Peter Cushing, a quienes les pareció muy poco el salario de 20 mil dólares que les ofreció el por entonces joven cineasta. Para evitar problemas con Pleasence debido al exiguo pago que le propuso, concentró los dieciocho minutos de película en los finalmente apareció el actor británico en solo cinco jornadas. Y la experiencia de las grabaciones con él fueron también muy buenas, ya que el actor sugirió modificar algunos pasajes del guion para acentuar la imaginería inquietante de la historia, proponiendo que algunas escenas fueran más sugestivas que explícitas.
Para Michael Myers, Carpenter eligió a un compañero de la USC Cinema, donde habían estudiado cine juntos: Nick Castle aceptó trabajar por 25 dólares diarios y terminó encarnando a uno de los íconos del terror contemporáneo, un personaje salvaje y frío oculto detrás de una máscara amenazante cuyos pavorosos asesinatos fueron filmados tomando como referencias principales la mencionada Psicosis y El fotógrafo del miedo, otro clásico de 1960.
A pesar de que este papel lo consagró como una estrella entre los fans del cine de terror, Castle -quien luego desarrolló una modesta carrera como guionista- reveló alguna vez que sufrió bastante con las exigencias del rodaje, especialmente durante la escena en la que Myers escapa del sanatorio, en donde está internado bajo una lluvia torrencial. La producción consiguió la famosa máscara blanca que usó por apenas dos dólares en una tienda de Hollywood Boulevard dedicada a la venta de productos relacionados con la saga Star Trek. Otro amigo de Carpenter fue el artífice de la modificaciones que se hicieron a la máscara original para que luciera más escalofriante: la ampliación de las cuencas oculares, la eliminación de cabello y patillas y la acentuación de su tono blancuzco (todas características que reforzaron el aspecto mecánico e inhumano del asesino) fueron ideas de Tommy Lee Wallace, que pasó a la historia como director artístico de Halloween, pero también colaboró en el guion y el montaje del film. Wallace también tomó la acertada decisión de que Myers usara un mono azul oscuro que resaltó todavía más la palidez de la máscara. Y de yapa fue quien sugirió varias de las locaciones, en donde se filmó Halloween, marco perfecto para la historia que Carpenter quería contar. Había crecido en el mismo lugar en el que pasó su infancia el director: Bowling Green, Kentucky, y ya había trabajado con él en otras dos películas, Dark Star (1974) y Asalto al precinto 13 (1976). Fue él quien encontró en South Pasadena, el barrio de Los Ángeles ideal para recrear el ambiente de pueblo pequeño y tranquilo del desolado Haddonfield de Halloween, un sitio que de pronto se vuelve un infierno para sus escasos habitantes. Carpenter volvería a usar ese mismo escenario para Christine (1983). Además South Pasadena entraría más tarde en el foco de más de un director: allí también se rodaron escenas de la saga Volver al futuro, Muchacho lobo y la versión de Halloween que Rob Zombie estrenó en 2007.
Pero el ancla de las locaciones fue la arquetípica casa encantada, en donde Michael Myers perpetra su primer y apabullante crimen siendo un niño. El lugar era un antiguo asilo de ancianos que había quedado relegado a depósito de sillas de ruedas y muletas. La reparación de esa casa saltbox, típica de la Nueva Inglaterra de finales del siglo XIX, fue parcial (solo se arreglaron los lugares que se usaron para el rodaje, y se terminó muy cerca del inicio de las jornadas). “La pintura se estaba secando y el papel tapiz aún se estaba levantando cuando empezamos la filmación”, recordó años más tarde Wallace. Sin embargo, allí se lograron hacer las tomas del famoso inicio de la película: “Fueron apenas cuatro, de las cuales usamos tres muy bien combinadas en la sala de montaje”, declaró Wallace. Hoy conocida como Century House, es considerada por los historiadores de South Pasadena como una de las primeras casas construidas en el pequeño suburbio allá por 1888. Corrió el riesgo de ser demolida varias veces, pero un concejal del lugar (David Margrave, ya fallecido) pudo salvarla: la compró por un valor simbólico y para dejar espacio al complejo de departamentos que se quedó con el terreno la trasladó íntegra (es una estructura de madera que lo permite) a un espacio lindante con las vías del tren que atraviesan la intersección de Mission Street y Meridian Avenue. Fanáticos de Halloween de todo el mundo la visitan regularmente, aunque deben abstenerse de tomar fotografías en la entrada para no molestar al corredor de seguros y el agente financiero que hoy tienen sus oficinas ahí.
La casa de Laurie y el colegio que aparece en la película también son locaciones de South Pasadena. La única escena para la cual el equipo tuvo que hacer el esfuerzo de alejarse un poco fue, paradójicamente, una que no tiene demasiada importancia en la historia: aquella en la que el doctor Loomis advierte a la policía de Haddonfield sobre el regreso del asesino Michael Myers desde un teléfono público ubicado al borde de la ruta. Esos planos se hicieron en un tramo estéril de ruta, que la producción encontró al este de Los Ángeles, en City of Industry.
Filmada con muchas limitaciones debido al exiguo presupuesto disponible, Halloween fue presentada oficialmente el 25 de octubre de 1978 en el AMC Empire Theatre de Kentucky y tuvo una salida de 240 salas en todo los Estados Unidos. Muy pronto se perfiló como una de las películas independientes más taquilleras de su época y, con el paso de los años, se consolidó como un film de culto que estableció nuevos parámetros para el cine de terror. A partir de allí, la crítica -que empezó a familiarizarse con el tipo de películas que dirigían cineastas tan personales como Carpenter, George A. Romero, Tobe Hooper y David Cronenberg- acuñó el concepto “knife film” para este tipo de thrillers protagonizados por asesinos seriales que matan a cuchillazos. Es la huella que dejó una película de bajo presupuesto y expectativas iniciales moderadas que finalmente fue el disparo de largada de una saga, que ya tiene listo su capítulo número doce (Halloween Kills: la noche aún no termina, el film que se estrena en la Argentina esta semana) y que contará todavía con uno más, Halloween Ends, cierre de la trilogía de David Gordon Green iniciada con Halloween (2018, a la vez secuela y semi-reboot), programado para el año que viene.
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