Steve Carell es la otra cara del espionaje
El jueves próximo llegará a los cines argentinos la versión cinematográfica de la aún popular serie de los años 60, que tiene como protagonista al actor de The Office
LOS ANGELES.- "Mi cabeza explotó cuando me dijeron que me querían para el papel", dice Steve Carell con los ojos bien abiertos y un gesto que mezcla asombro, cierto despiste y el desconcierto de quien siente que la situación terminó sobrepasándolo por completo.
¿De qué habla Carell? De uno de los papeles más codiciados por los mejores comediantes de Hollywood desde hace al menos una década. El actor que en este terreno reparte entre la TV ( The Office ) y el cine ( Virgen a los 40 , Pequeña Miss Sunshine ) una carrera que no cesa de crecer es el nuevo rostro de Maxwell Smart, ese "temible operario del recontraespionaje" nacido de la imaginación de Buck Henry y Mel Brooks en 1965 y cuya mirada paródica del mundo de los espías sobrevivió a la Guerra Fría y a otras modas por larguísimo tiempo. Todavía lo celebramos hoy, cuando el inefable Don Adams reaparece en la pantalla chica (aquí por Retro y Nick at Nite) luchando contra KAOS.
En la imaginación de muchos seguidores de la serie, sólo alguien como Carell -célebre por su cara aparentemente inalterable a cualquier expresión, pero en el fondo capaz de transmitir ingenuidad, nobleza y decisión en iguales proporciones- podía llevar al cine un personaje con el que coquetearon Adam Sandler, Jim Carrey y Will Ferrell.
Lo mismo pensaron en Hollywood los ejecutivos de Warner, el estudio que anuncia para el próximo jueves el estreno en la Argentina de Súper Agente 86 , cuando invitaron a Carell a una reunión, un año atrás. "Fui con un portafolio, mi foto, mi currículum y la idea de encontrarme con otros colegas, todos preparados para una audición, como se acostumbra en estos casos", confiesa el actor durante una charla a solas con LA NACION y otros dos medios internacionales, propiciada por Warner, en la suite de un hotel de Beverly Hills bañada por la luz natural de un bellísimo mediodía casi veraniego.
"No hubo nada de eso. Aparecí en una sala de conferencias, rodeado por ejecutivos y productores que directamente me ofrecieron hacer la película. ¿Cómo iba a decir que no, si soy un fanático de la serie?", reconoce sin disimular en su voz las vacilaciones propias de quien todavía está lejos de sentirse una estrella y responde en cambio mucho más a la imagen de un vecino afable y algo distraído.
El Maxwell Smart siglo XXI de Carell es todavía un analista de la agencia gubernamental secreta Control que mientras se dedica a decodificar mensajes sueña con ser espía. Pero no tardará en concretar ese anhelo cuando el Jefe (Alan Arkin) le encargue junto a la agente 99 (Anne Hathaway, la misma de El diablo viste a la moda ) la misión de desbaratar un atentado urdido por Siegfried (Terence Stamp), apenas un ejemplo de los muchos homenajes a la serie original que aparecen a lo largo de este film dirigido por Peter Segal, entre los cuales sobresale una aparición del gran Bill Murray.
"Siempre imaginé esta película como una de espías, pero no en forma de parodia al estilo de Austin Powers , por ejemplo. Me gustan mucho estas parodias, llenas de chistes y burlas, pero mucho más me interesaba en este caso hacer una película en la que los villanos luzcan amenazantes, donde haya grandes peligros y suspenso y el público se preocupe por lo que le pasa al héroe y a la heroína, pero siempre con la comedia por encima de todo eso. El humor es un muy buen efecto especial, pero no el único", detalla Carell.
-¿En qué se parecen y en qué se diferencian el Maxwell Smart original y el suyo?
-El Maxwell Smart original interpretado por Don Adams tiene una cadencia vocal muy específica y algunas cualidades propias. Todo el tiempo traté de tomar distancia de él porque no encuentro manera de mejorar todo lo que hizo. Al que espere algo así le sugiero que vuelva a ver la serie original y no esta película, porque no me interesa hacer personificaciones, sino buscar mi propio camino.
-¿Tuvo oportunidad de hablar con Mel Brooks, uno de los creadores de la serie?
-Sí, antes de empezar el rodaje. Y lo encontré tan excitado como asustado. En rigor, traté de seguir lo que él y Buck Henry pensaron al crear el personaje. No se olvide que 86 y 99 se casaron en un momento por las presiones de la televisión. Ellos no querían que la historia tomara ese rumbo. Por otra parte, coincidimos hace poco con Leonard Stern, el productor ejecutivo de la serie original, en el hecho de que Max, en lo esencial, no es un tonto atolondrado, sino un tipo muy profesional, astuto y competente, que sabe disparar y combatir a los villanos. También es un hombre que jamás se rinde. Traté de conservar esa estirpe, pero sin reproducir la mímica inigualable de Don.
-Hablando de incompetentes, en la película se muestra de nuevo a un presidente de Estados Unidos, en este caso encarnado por James Caan, como alguien más torpe e incapaz de lo que aparenta el propio Maxwell Smart.
-Siempre dije que me siento orgulloso de ser norteamericano y de vivir en este país sobre todo porque tenemos la posibilidad de reírnos de nuestros líderes y tomarnos en solfa hasta a nuestro presidente sin tener miedo o preocuparnos por las consecuencias. Esto no significa admitir que vivimos en una sociedad perfecta y virtuosa, a la que no hace falta cambiarle nada. Todo lo contrario.
-Si la película es un éxito todos van a hablar de futuras secuelas. Mientras tanto, usted sigue en televisión con The Office . ¿Veremos de aquí en adelante alguna tensión entre un personaje suyo tan popular como Michael Scott y Maxwell Smart?
-Francamente no lo creo. Son personajes muy diferentes. No creo que pase algo así, pero se me ocurre que Michael Scott podría hacer una aparición especial en Superagente 86 IV.
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