Trama policial que no funciona
"Robando vidas" ("Taking lives", Estados Unidos/Canadá, 2004). Dirigida por D. J. Caruso. Con Angelina Jolie, Ethan Hawke, Kiefer Sutherland, Gena Rowlands, Olivier Martinez. Basada en una novela de Michael Pye. Guión: Jon Bokenkamp. Fotografía: Amir Mokri. Música: Philip Glass. Producida por Mark Canton. Presentada por Warner Bros. Duración: 103 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: regular
No es fácil urdir una trama policial que funcione, aunque no sea demasiado original. Lo sabe cualquiera que haya intentado hacerlo en su imaginación y es posible sospechar que, en algún rincón de la conciencia, lo saben también el autor de la novela en la que está basada "Robando vidas" y el guionista que, por desafortunado encargo, adaptó la historia para el cine.
El fracaso argumental, sobre todo en este género y aun en una película tan rutinaria como la que comentamos, no es un incidente menor. Ni la habilidad --en este caso, discutible-- de un director, ni una cámara ágil en la infaltable persecución automovilística, ni un elenco atractivo --en este caso, muy atractivo-- pueden suplir aquella debilidad de base, aquel talón de Aquiles de los films policiales destinados al olvido inmediato. Aquí hay un asesino serial que mata, en principio, para ocupar el lugar del muerto. Llega a hacerlo con bastante frecuencia y se supone que tiene un motivo: su hermano mellizo era el preferido de la mamá y se murió muy chico, cuando se tiró a un lago helado para rescatarlo, de modo que él ya no soporta ser él mismo. Criminalmente, se trata de una especialidad complicada, ya que hay que hallar una víctima muy parecida a uno para reemplazarla en vida, pero nuestro héroe la hace aún más difícil con su vocación por el cambio constante. Al final, desinteresado aun de su propia psicología, mata lo que encuentra a su paso, sin explicar por qué lo hace. Debe darle caza una chica, la agente del FBI Illeana Scott (Angelina Jolie, muy correcta), llamada a comprobar en carne propia que el trabajo y la sensualidad jamás deben mezclarse.
Como se intuirá por estas líneas, hay una pequeñísima cuota de suspenso: ¿quién es, verdaderamente, el mellizo asesino? Aunque nadie sea capaz de entender del todo por qué mata, aun el espectador más desprevenido resolverá el enigma cuando la proyección orille los veinte minutos. Antes de eso, sobre todo en la bien resuelta escena inicial, la del primer crimen, están los mejores momentos de "Robando vidas". Tras el planteo, cuya lógica es incoherente y cuya solución es tan fácil, sólo se sacará algún provecho al contemplar a la protagonista o al espiar, muy de pasada, uno de los mayores acontecimientos anuales del jazz, el Festival de Montreal, ya que el film transcurre, sobre todo, en esa ciudad canadiense.
Hablando de música, hay que consignar que el compositor Philip Glass no ganará un lugar en el cielo junto a Mozart por este trabajo. Hablando de actores, está muy bien Ethan Hawke en su sinuoso marchand de arte. Con ser brevísima, la aparición de Gena Rowlands (la madre, un personaje inexplicable) duplica en extensión a la de Kiefer Sutherland, cuyo papelito podría muy bien haber sido cubierto por algún extra. Lo ahorrado por esta vía podría haber sido aplicado a la contratación de un libretista decente.
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