Daniel Melero: "Soy la primera víctima de lo que hago"
El anti-músico por excelencia presentó su disco Por y habló con lanacion.com sobre Internet, lo monstruoso y las chicas somnolientas; accedé al video. Por Milagros Amondaray
Pensemos algo: que en el preciso momento en el que estás leyendo esta nota, alguien, en una habitación de su casa, con solo un teclado y/o guitarra está componiendo una canción. Y la está grabando. Y está diseñando el arte de tapa de su disco. Sí, en su casa. No en un estudio de grabación. No con un bagaje de aprendizaje académico encima. ¿Acaso es necesario ir a un conservatorio para componer un tema? Pensemos que, en cualquier parte del mundo, alguien hace canciones en un sentido no estrictamente convencional y que esas canciones, quién sabe, podrían llegar a convertirse en la música del futuro.
El rock nace en una habitación
Daniel Melero trae a cuestas muchas nomenclaturas: "anti-músico", "el Brian Eno argentino", "fundador del techno en nuestro país [con la banda Los encargados]" y otras, que no dejan de ser correctas. Pero, con tantos discos en su haber y tan disímiles, Melero es, además de cantante, compositor y productor (de Soda Stereo, Los brujos, Todos tus muertos, etc.), un oyente. Operación escuchar se llama uno de sus discos más arriesgados y escuchar es lo que Melero hace diariamente. "A mí me atrae mucho lo que está en la bolsa de la basura, lo que todos descartan antes de oírlo porque no es conveniente para como se manejan los códigos sociales en ese momento; pero esos discos son la llave para un futuro que no llegó, son pequeños legados construidos en el pasado para descubrir el futuro", expresó Melero a lanacion.com. Está claro que el concepto de música es constantemente mutable. Ahora, bien, ¿estamos realmente preparados para absorber todo aquello que está en los márgenes?: "Yo creo que existen los discos eternamente malos, pero la mayor parte de la música hoy aceptada es la que con el tiempo va a dar vergüenza. Eso es irrebatible".
En un mercado de consumo afecto a los rankings, a la delimitación de qué es lo mejor y lo peor, o, más grave aún, en un mercado afecto a seguir pensando que la música solo puede hacerse de manera unívoca, Melero tiene una discografía donde sobresale la diversidad. Y, para alguien que se despachó con trabajos instrumentales, techno pop, easy listening, melódicos, con el acento en las letras o desentendiéndose de ellas, Por, su última producción bajo la tutela de sus ahijados babasónicos Diego Tuñón y Diego Rodríguez, implicó encontrarse bajo otro contexto. "Yo creo que todo es válido. A mí me gustó mucho que en el último disco me pusieran en un marco de grabación grande, con productores del otro lado - comentó Melero -, fue realmente muy agradable. De todas maneras, la experiencia hogareña me sirvió para que exista otra dinámica, otras urgencias. Todo se hizo en consenso y con un despliegue de amor".
Recientemente, Melero presentó por tercera vez su nuevo disco en el Salón Real y, no se bien cómo, pero logró que sonara diferente, como si él estuviera pre-programado para autorenovarse o autoboicotearse. "A partir de Piano empecé a disfrutar mucho de los shows en vivo, la idea es siempre hacer algo desestructurado como hacía Can, el show es lo que ocurre, es música sin red". Lo mismo sucede con sus álbumes, cada uno de ellos podrán ser discutidos, desechados o abrazados, pero son un testamento de libertad artística: "Cada disco es una opinión del momento. Cuando los hago, me interesa producir una sonoridad diferente. Sin embargo, cuando me unen a ellos una relación personal, trato de alejarme. Antes tenía una relación más histérica. Mi plan actual es hacer un disco parecido a Por, pero seguramente no me va a salir. Desde Rocío que vengo pensando en no cambiar, pero soy la primera víctima de lo que hago".
La belleza de lo monstruoso
"Soy como un oyente de música que descendió a la categoría de músico y eso me facilita a no tener ideas previas de cómo tienen que ser las cosas y a estar más listos para escuchar, con la mínima de prejuicio que uno pueda tener". Esto explica que Melero sea el mismo compositor de la extraordinaria y narcotizante "La sed" como de la entrañable "Quiero estar entre tus cosas". Estamos hablando del monstruo de las mil caras. "Donde la gente ve caos, yo veo otro orden", sentenció Melero. "El monstruo es una cualidad que cuando estás manejando algo que podría llegar a ser arte aparece, porque es desacomodado, inesperado, no forma parte de presets o de lo que debería ser lindo. A mí lo lindo no me atrae, a mí me atrae lo bello".
Lo bello, en Melero, muchas veces surge de la contemplación de las mujeres. Como en "Chica somnolienta", gran tema de Por cuya génesis fue la progresión de acordes de Tuñón, y también en "Nena mía": "Hay algo que ocurre en casi todas mis canciones desde Travesti en adelante y es que las mujeres están siempre acostadas, semidormidas, como narcotizadas. Es una cosa muy extraña, un personaje raro en mí. Tiene que ver con contemplar a la otra persona en un momento muy vulnerable y sentir que dormir junto a otro es un acto que refleja confianza. Lo femenino languidece. Algo nos sucede a los hombres cuando vemos a una mujer dormida. Te produce más enamoramiento que las cosas que llevaron a tenerla ahí dormida al lado tuyo. Sí, dicen que soy un romántico", bromeó el músico.
Lo bello, también, puede provenir de la conjunción de lo musical con lo cinematográfico. No por nada Melero suele describir a todos sus discos desde Orquesta hasta Por con imágenes de película. "Cuando escucho música de otro, la asocio a cosas cinematográficas todo el tiempo. Me pasa con Scott Walker y mi sensación de que en los últimos discos lo sacaron de la casa en calzoncillos, borracho. Siempre algo me inspira para componer. Puede ser una película, un libro, lo que dijo el mozo del bar, en un zapping, en la unión de dos frases. Yo no tengo inspiración ´de la nada´, siempre es por un impulso externo que decido metabolizar".
La curiosidad como materia prima
Una vez leí una entrevista a Liniers en la que le preguntaron cuál es su materia prima. El dibujante la sintetizó en una palabra: "curiosidad". Si le hubiese hecho la misma pregunta a Melero, posiblemente me hubiese respondido lo mismo, no sin antes agregar su estrecho vínculo con Internet (el leit motiv de "Nueva Era"). "Todos los días estoy sumergido en la música. Actualmente, me llega por investigar en blogs. Yo creo el link es el nuevo signo de puntuación. Entrás en una nueva puntuación que no divide sino que multiplica". Melero es un hombre que se guía por la intuición, un valor escaso en este baile de oferta y demanda musical.
"La gente no tiene la curiosidad de ver nada nuevo. Si en otra época hubiese habido otra estructura, hubiese sido distinto. En los 70, la gente iba a la mañana a los festivales de rock y veía todo. El rechazo más que la abulia me da impresión. Lo peor es la falta de curiosidad por aquello que no tiene poder, porque aquello que tiene gran poder es la potencia". Y así, volvemos a esa habitación donde alguien, con un teclado, poco estudio, mucho oído y bastante libertad compone lo que bien podría ser la potencia, la música del futuro. O no. Qué importa. El valor está en el riesgo. En seguir en pie.
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