El día que la danza entró al Congreso con un proyecto de ley y un homenaje
A los 96 años, el bailarín y maestro Enrique Lommi evocó años dorados del Colón
"Cuando empecé a bailar yo era un marciano: tenía 19 años y pude presentarme para integrar un cuerpo de baile en 1941". Así comenzó su breve discurso Enrique Lommi, quien, a los 96 años, recibió una Mención de Honor por la trayectoria que lo consagró como uno de los grandes intérpretes de su generación. La entidad convocante fue el Congreso de la Nación , con dos objetivos distintos pero, en el fondo, relacionados. Primero, el anuncio de un proyecto de ley destinado a que los bailarines egresados de instituciones reconocidas puedan, también, dedicarse a la docencia. El otro, un homenaje a Lommi, que fue maestro.
Al acto de anteayer en el Salón de los Pasos Perdidos asistieron figuras y enseñantes de la danza de distintas generaciones. Inauguró el acto el diputado Juan Fernando Brügge, cuya iniciativa dio lugar tanto al proyecto de ley como al homenaje al exbailarín. Brügge informó que la gestión es "continuación de una lucha que empezó en Córdoba, y que se redondeó en un encuentro con Maximiliano Guerra. Los estudiantes de danza egresan y bailan, pero no pueden enseñar. Decidimos modificar la ley para que eso sea posible".
Brügge aclaró que la inquietud está en manos de la Comisión de Educación parlamentaria. "Como modelo educacional tenemos al maestro Lommi, que en ese plano fue un baluarte", agregó, refiriéndose a la labor que desde 1971 Lommi y su esposa, la recordada y enorme bailarina Olga Ferri, ejercieron en el seno del Ballet Estudio, entidad por la que pasaron nombres claves de la danza argentina (Paloma Herrera, Ludmila Pagliero) y ensayaron mitos de la danza como Rudolf Nureyev y Sylvie Guillem, y que en la actualidad continúa con la conducción de Marisa Ferri, sobrina de los fundadores.
Patricia Casañas, profesora del ISA del Colón, ensayó una emotiva reseña biográfica del maestro, al cabo de la cual los diputados Eugenio Inchausti y Fernando Brügge entregaron el gran diploma de honor, enmarcado, a Lommi; en silla de ruedas y con una voz al principio dubitativa, el maestro fue fortaleciendo su tono a medida que recordaba situaciones en el Ballet del Colón de los años cuarenta. Hizo referencia a figuras de su época, al vasto repertorio de entonces y al entusiasmo con que se hacían las funciones (¡23 en un mismo mes!). "Quiero decir que se podía", agregó.
A modo de homenaje, el acto se cerró con integrantes de varias compañías (Edgardo Trabalón, Georgina Giovannoni, Maximiliano Guerra, entre otros), quienes bailaron fragmentos de piezas de distintos géneros.
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