Julio Bocca fue ovacionado por 5000 personas en Punta del Este: "Agradezco todo lo que me pasa en la vida"
El bailarín se despidió de la dirección del Ballet Nacional de Sodre en una función especial organizada por la Fundación Atchugarry
“La luna estaba perfecta. Como si se hubiera acomodado ahí detrás para que fuera una noche maravillosa”, dice Julio Bocca y tiene razón. Punta del Este le regaló un clima fabuloso para su despedida definitiva del Ballet Nacional del Sodre, compañía que dirigió durante siete años y que logró convertir en una de las más grandes del mundo. Hay mucho más que una apreciación sobre el clima detrás de estas palabras. Está diciendo adiós a un proyecto al que le puso toda su alma buscando la excelencia hasta en el más mínimo detalle. Julio Bocca, de ser posible, también hubiera hecho bailar a la luna.
La cita fue en la Fundación Atchugarry, que festejó con la presencia del gran maestro argentino sus diez años dedicados al arte en Punta del Este e invitó a todos los veraneantes a ver la última función del año del Sodre con Julio como cabeza de la compañía en su Parque de las Esculturas con entrada gratuita. Hasta allí fueron anoche cerca de 5000 personas cargando sillas de playa para contemplar un espectáculo que dejó muy en claro lo que Bocca logró con el ballet nacional uruguayo: posicionarlo entre los mejores del mundo.
En una hora y media de espectáculo, el Sodre mostró momentos de Don Quijote, Romeo y Julieta, Cascanueces, Corsario, la disruptiva Chacona, del español Goyo Montero, y la elogiadísima Encuentros, de Marina Sánchez, donde las zapatillas de punta se ponen al servicio de tango, un tango que puede ser de a dos, de a tres, de a cinco y más porque si alguien supo romper las reglas de la danza e inspirar la búsqueda de nuevas y exquisitas ideas y emociones ese fue y es Julio Bocca. Una vez terminada la última función de su ballet, ante cinco mil personas aplaudiéndolo, ante su compañía al completo rindiéndole un profundo homenaje, Julio Bocca, de bermudas, chomba y zapatillas, solo se atrevió a inclinarse una vez, señalar a sus bailarines y salir rápido del escenario. El estallido de emociones no lo dejó volver pese a que el público lo vivó y prolongó el aplauso de pie por largos minutos. “Terminó su trabajo y aunque lo llamen no va a volver a salir. Para él ya está, la compañía se merecía el aplauso, y eso es uno de los tantos detalles de su grandeza”, dijo a LA NACION Pablo Atchugarry, el anfitrión de la noche, al finalizar el espectáculo.
Detrás de escena, la compañía celebraba, aplaudía, se abrazaba, y la alegría de la última función del año y el comienzo de sus vacaciones tras un año muy intenso de trabajo se mezclaba con el final de una etapa. “Fue un cierre muy emotivo. Es un ciclo que termina, es observar todo lo que se ha logrado”, dijo Vanessa Fleita, estrella del Sodre, y agregó: “Sentimos mucha felicidad y también una enorme pena de que se vaya, que pase lo que muchos temían, que un día se terminara… No sé, para mí es un hasta pronto. Julio queda presente en todo lo que aprendimos. No es solo una enseñanza, son las experiencias que te enriquecen, es un camino que hicimos juntos, mucho compartido, de gira por meses, es una forma de caminar”.
Como todo lo que tiene a Julio Bocca al frente, la despedida viene preparándose con tiempo y en orden. El espectáculo en Atchugarry estaba planeado desde hacía meses. Pero también hay lugar para las sorpresas en la vida del gran maestro: la noche anterior a este viaje a Punta del Este, el Sodre presentó Cascanueces en el Auditorio por última vez y después del cierre, sorprendieron a Julio con un brindis y un video que repasó sus días juntos. Todos se emocionaron mucho. Quizás la camaradería sea una de las claves de este ballet.
Con la satisfacción del deber cumplido y el afecto de sus discípulos, Julio está exultante: “Haber terminado una etapa en muy buena relación con la compañía y ver que devuelven el cariño y el agradecimiento... Cerrar la noche acá, en un lugar espectacular, fue todo redondito. Me hizo acordar a mi despedida en 2007 en la 9 de julio que fue una noche mágica, que todo salió perfecto, con una luna espectacular, y hoy pasó lo mismo, todo salió perfecto”.
-¿Tuviste momentos de quiebre preparando este final?
-Sí, me emocionaba viendo algunas obras que son muy especiales para mí, Romeo y Julieta, Chacona, que es muy lindo, muy emocionante. Calculo que voy a caer cuando me desconecte y esté en casa.
-¿Qué expectativas tenés de tu vuelta al país, al Colón con Corsario?
- Espero que se acostumbren a mi forma de trabajar. Yo tengo mi forma, y ustedes vieron los resultados, todo el mundo los vio. Fuimos este año al festival de Cannes y las críticas lo compararon con la Opera de París. Hay una forma de trabajar que es la mía y espero que el Colón la pueda absorber como la absorbieron acá. Ojalá todo salga maravilloso. Quiero ver qué puedo dar que quede en el teatro. Voy a hacer algo específico que es Corsario, es ir, trabajar como trabajamos nosotros, con excelencia, va a bailar quien esté en forma, la idea es abrir el telón y que sea una función de excelencia.
-¿Pensás que podés volver al Sodre más adelante?
-Necesito un cambio, la compañía necesita un cambio, son siete años, creo que es bueno. Pero sigo viviendo acá y nunca se sabe. No lo descarto para siempre. El año que viene es una transición… Después del Colón tengo el American Ballet, Orlando, San Francisco, Praga, el English National Ballet donde tengo que ayudar con el montaje de La bella durmiente. Tengo Corea y Beijing. Así será el 2018. Después veremos.
-¿Por qué vas a brindar este 31 de diciembre?
-Lo que hago siempre, agradecer todo lo que me pasa en la vida, tener buenos amigos, familia, pareja, salir adelante con el trabajo. Estoy muy contento.
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