Las claves del éxito de un tipo normal y con mucho talento

¿Cómo sucedió que esta pequeña promesa del pop, que podría haber sido un suceso momentáneo, se convirtió en esta maquinaria de llenar y vender frente a una industria desde hace años en picada?

En mayo de 2011 me tocó entrevistar a Bruno Mars, una figura en ascenso que ya se postulaba como "el futuro Michael Jackson". Fue en el hotel Gansevoort, al día siguiente de su show en el teatro Fillmore, en Miami. Y, si bien era difícil suponer entonces el crecimiento de este músico, algunas semillas estaban sembradas. Y otras se gestaron después, ad hoc. No es que Mars fuera un megaestratega y tampoco que todo dependiera de un golpe de azar. Es la perfecta combinación. Hace seis años y medio ya la había pegado con sus participaciones con B.o.B y con Travie McCoy, y con su patadón inicial, Doo-Wops & Hooligans. Y su presencia escénica era imponente. Pero todavía no estaba aceitada. Y, sin embargo, su actitud de seductor, de simpático anfitrión que tiene claros sus objetivos, permitía presentir el estallido. Excelente bailarín y coreógrafo, dúctil en su voz y conocedor de su público, cada movimiento (incluso su tosquedad de pandillero con guita) tiene un porqué.

Y acaso esta fuera la única fórmula posible para triunfar.

Por entonces le preguntaba si se ubicaba dentro de una gran tendencia del siglo: la hip-hopización del pop. Y él, como la mayoría de los artistas, no terminaba de asentir que esa también era una clave que le allanaría el camino del éxito. Porque no le gustaban las etiquetas.

Sin embargo, la honestidad brutal (aunque premeditada) le daba puntos a favor. "Ahora soy un tipo normal... ¡pero con plata", decía.

¿Y el ahora-ahora? Tras su show en La Plata, hoy lo seguimos viendo como un tipo normal, con dinero. Y con talento.