Moria Casán, con el poder de la resiliencia
Encarna a una mujer centenaria en Las tres viejas, de Alejandro Jodorowsky, que presenta todos los sábados a medianoche, desde hoy, en El Picadero. Asegura que la resiliencia le permite volver a empezar experimentando sin presiones ni culpas, y que el teatro es balsámico. El infalible diccionario enciclopédico Wikipedia define la resiliencia como la capacidad de las personas para sobreponerse a períodos de dolor emocional y circunstancias adversas. "Tengo el gran poder de la resiliencia", instruye Moria Casán, no desde la efigie inmarcesible de su divismo sino como una mujer sensible, que expresa sus emociones a corazón abierto. Habla de sí misma, pero también desde su personaje de Garga, su nuevo desafío teatral. Se trata de una de las criaturas de Las tres viejas, obra del chileno Alejandro Jodorowsky, que se presenta a los sábados, a medianoche, en El Picadero, junto a Alejandro Paker y Marko Vega, dirigida por Mariano Dossena.
"La resiliencia consiste en no quedarme, en experimentar, en darme permisos, en no tener miedos. Hay que salir del closet interior: lo que viene es lo mejor. Por eso elegí hacer esta obra, tan border, donde se juega con el elemento sorpresa para desinhibir al espectador. Es un melodrama grotesco, y también una comedia. Todo es muy performático, provocativo, con mucha información en un tiempo corto", se enciende Moria. Encarna a una sirvienta centenaria que asiste a dos mellizas de 88 años, aristócratas venidas a menos, que sobreviven en un castillo en ruinas, con vestigios de un antiguo esplendor.
Todo en ella es voluptuosidad y desborde, aun cuando presente una pieza que no tiene el brillo del mainstream teatral. "Hago lo que me da placer, sin esperar los resultados: firmé un contrato tipo cooperativa y ni sé lo que voy a ganar -detalla Moria-. Celebro la vida y el teatro, sin presiones ni culpas. No soy como algunos actores, conflictivos y laberínticos, a los que les cuesta disfrutar. Podría trabajar en la calle Corrientes, que es mi mundo de siempre. De hecho, voy a hacer algo muy jugado producido por Lino Patalano, en el Maipo o en el Roxy de Mar del Plata. Pero esto también es mi mundo. El teatro es balsámico."
Garga, la mucama de Melisa y Gracia, la que asiste, protege y soporta a esas dos hermanas que subsisten en un universo de fantasía, también sobrelleva la resiliencia: las tres viven su propio universo ficticio y, a medida que trascurre la performance, vuelven a otra realidad que las obliga a empezar todo de nuevo. En ese clima también aletea el fantasma de la muerte. Aunque sólo en la ficción. "Nunca tuve la idea de la muerte -revela Moria-. Creo absolutamente en la temporalidad, y en que todo depende de uno mismo. Más allá de mi documento y mi edad, me permito vivir sin límites, tanto en lo emocional como en el trabajo. Tengo el gran poder de la resiliencia, siempre enfrentando la adversidad. Pasé muchos sufrimientos pero nunca me victimicé: tuve una vida maravillosa, aunque no una vida fácil. Otros, con la mitad de lo que me ocurrió, estarían bajo tierra o en el loquero. No me interesa la opinión ajena. Por eso disfruto y me permito hacer cosas sin miedos. No tengo rencores: tengo el erase metido. Así como poseo una memoria prodigiosa y sé el libro desde el primer día, también tengo una memoria maravillosa para olvidar. ¡Hice diez años Brujas y no recuerdo ni una letra! La vida, como me llega, la batallo. Sé que vengo de otras vidas. Además, nací el mismo día que Napoleón? ¡y no sé si el mismo año!"
La Moria más performática y mediática, la tinelliana y camorrera, la chusca permanente y creadora de frases que ya pertenecen al imaginario colectivo ("Argentina, país de cabotaje", "bozal legal", "si querés llorar, llorá" o "touch and go", todas de su propio cuño), es antes que nada una artista. Que seguramente alcanzó este estado actual de disfrute por todo lo vivido entre tablas. "Empecé en el teatro de revistas desde hace casi cincuenta años. Salí de dar un examen de Economía Política en la facultad, me compré una maquinita de depilar, llegué a El Nacional, me pusieron unas pestañas postizas de cartón y salí al ruedo. Soy profesora de danzas clásicas, nativas y españolas desde los 12 años y profesora de piano, teoría y solfeo. Esa era mi única formación. Aprendí el género más difícil (lamentablemente tan devaluado, por la misma gente que lo hace), en años en que había una disciplina prusiana. Había que llegar y salir del teatro como diosas. Y yo rompí con eso: en los años setenta, fui la primera mina que bajaba del escenario y hablaba. Siempre trabajé con el cuerpo desnudo, y nunca tuve la presión de que me consideraran un objeto, porque sé bien que soy un sujeto. Fui mucho tiempo yo misma, exponiéndome: es algo muy fuerte hacer reír y entretener sin escudarse en un rol. Ahora me atrae jugar a ser otra, y estar protegida por un personaje. Y me gusta el concepto de Jodorowsky de vivir al límite y de generar sorpresa. Me permite seguir siendo una nena que cree en todo", revela Moria, ya intimista, despojada de la expansión catártica de los escándalos televisivos.
Como una señal del carácter contenedor que Moria le otorga el teatro, Las tres viejas se estrenó el mismo día de su cumpleaños: en los primeros minutos del día de hoy. Es factible que allí cite (o al menos evoque) una de las máximas del filósofo contemporáneo Leo Fariña, no citado por Wikipedia: "¿querían ficción? Les di ficción". Como una marca de fábrica de Moria.
Golpeada, pero no victimizada
- "Yo también fui una mujer golpeada hace 40 años. Pero devolví piña por piña. Y supe ponerle fin a tiempo. La primera trompada fue en un auto y me sorprendió: todavía tengo un hueso que sobresale por encima de mi ceja derecha. Conservo esa marca como un tatuaje. Ya la segunda vez estaba más colocadita: fue un ring. A la tercera, me separé. Me había casado, pero la relación no duró ni dos meses. Conocí a una persona maravillosa y me fui a España. Me quedó como saldo un ojo en compota y el dolor de no entender. Tuve una pareja golpeadora, otra alcohólica y otra drogadicta. Estuve con gente que tuvo que ver con excesos y adicciones, y de todo pude salir."
Las tres viejas
Dirigida por Mariano Dossena
Sábados, a la medianoche
El Picadero, Pje. Enrique Santos Discépolo 1857
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