Charles Manson: un gran éxito en el cine, un terrible fracaso en la música
En definitiva: lo que dejó la semana
Charles Manson está en todos lados. La fascinación por uno de los personajes más insondables, perturbadores y crueles de la historia policial norteamericana (y del mundo) es un arcano documental inagotable. No decae con el pasar de los años, al contrario, crece.
Por estos días el estreno de Había una vez... en Hollywood, la película de Quentin Tarantino, y la segunda temporada de la serie de Netflix, Mindhunter, abordan por distintas aristas creativas al gurú de la muerte a 50 años del asesinato en Los Ángeles de la actriz Sharon Tate y otras cuatro personas en su casa, y de Leno y Rosemary LaBianca al día siguiente. La "familia Manson" es un hechizo para el cine, la literatura, la música y el arte y aún resulta muy redituable en términos de consumo cultural.
No es la primera vez que inspira a series y películas. Helter Skelter (1976), The Manson Family (2003), el capítulo de South Park titulado "Merry Christmas, Charlie Manson!". La serie Aquarius o la comedia independiente de 2015, Manson Family Vacation, además de documentales como Manson o Life after Manson, entre otros. La sociedad aún no llega a desentrañar qué pasaba dentro de ese grupo de chicos blancos hippies, bohemios, vitales bajo el sol californiano, amantes de la música y bastante inocentes (en un primer vistazo) para que terminaran convirtiéndose en una maquinaria asesina en plena era del amor y paz. El caso llegó a romantizarse culturalmente e incluso fue tratado con condescendencia.
El dato vidrioso de que Manson estaba obsesionado con el Álbum Blanco de los Beatles de 1968 abonó la idea de que algunas piezas de arte podrían ser disparadoras de circunstancias trágicas. La canción "Helter Skelter", de lo más agresivo que hicieron los Beatles, había empezado a romper el molde de la música rock que hasta ese momento consistía en un entretenimiento juvenil con dosis de provocación tolerables (sexo, libertinaje).
Poco antes, en 1965, la salida de "Like a Rolling Stone" de Bob Dylan había encaminado a ese género cada vez más popular y global a una fase de seriedad desconocida, con un relato desangelado y realista de seis minutos; ese zeitgest termina de galvanizarse con "Gimme Shelter" (1969) de los Rolling Stone, donde se plantea la pérdida total de la inocencia, el fin de la búsqueda de la satisfacción inmediata, y el inicio de una nueva etapa del rock inmerso en un mundo áspero y cínico, según marca como hito Greil Marcus en su libro Rastros de Carmín. Manson surge de ese humus.
No pocos mansófilos consideraron a este personaje revulsivo como un preclaro que explotó violentamente frente al engaño simbólico de los productores culturales de la industria, puntualmente, la del cine. A la vez, Manson era un compositor mediocre de folk. En 1968 conoció a Phil Kaufman, un productor discográfico más conocido por robar el cuerpo del músico de country Gram Parsons y quemarlo en Joshua Tree. Después de mudarse un tiempo con la "familia", Kaufman alentó a Manson para que grabara sus canciones que luego intentó vender a las discográficas.
Tras los asesinatos, las compañías se negaron siquiera a analizar la posibilidad de publicar el material. Kaufman, en un rapto de oportunismo clásico, decidió en 1970 hacer 2000 copias caseras de Lie: The Love and Terror Cult, que no funcionaron comercialmente, pero que circularon como objeto de culto durante décadas. Manson murió en 2017 y nunca logró su cometido en la música, pero sí tuvo un gran éxito en el cine: el arte que curiosamente quiso asesinar.
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