El corazón de Palermo: tuvo su bautismo durante una inundación, cumplió 25 años y una pareja le puso el nombre del lugar a su hijo
El clásico de Niceto Vega y Humboldt es una de las paradas preferidas de las bandas emergentes y consagradas y de las fiestas de largo aliento, como El Club 69 y, los últimos años, la exitosísima Bresh
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Adentro, Los Visitantes presentaban Desequilibrio (1998) y a la vez inauguraban una sala de conciertos en medio de un Palermo muy distinto del actual, con más depósitos y talleres mecánicos que cervecerías y negocios de ropa en el paisaje. Afuera, mientras tanto, la tormenta se ponía cada vez más intensa pero nadie le prestaba demasiada atención, porque cuando Palo Pandolfo y los suyos tocaban “Estaré” y “Playas oscuras” no quedaba margen para interesarse por otras cuestiones.
El baño de realidad llegaría después de los bises: ese barrio rústico a años luz de todo glamour también tenía serios problemas de desagüe, con lo cual, en la esquina de Niceto Vega y Humboldt, el agua pasaba las rodillas y los autos iban y venían a flote. No había forma de salir, así que... no se salió: el público se quedó hasta el mediodía del día siguiente en una especie de after cruzado con campamento de crisis. Así de intensa empezó hace 25 años la historia de Niceto Club, un local que surgió como un espacio alternativo en la escena y con el tiempo se convirtió en un hito del circuito musical porteño.
La génesis de Niceto es El Santo, una fiesta con perfil electrónico que pasó por Punta Carrasco y La Trastienda hasta que empezó a pedir techo propio. Así desembarcó en el solar de Niceto Vega 5510, donde los DJ fueron de a poco confraternizando más y más con las bandas en un display ecléctico que siempre puso el foco en el futuro. “Niceto se caracteriza por la toma de riesgos. Elegimos ser vitrina de la vanguardia internacional y espacio de visibilización de las nuevas escenas federales”, dice el propietario, Nicolás Pinto. En ese plan, el ciclo IndieFuertes (antes Martes Indiegentes) contribuyó a poner en el mapa a bandas como Usted Señalemelo, Perras on the Beach, Mi Amigo Invencible y -post cuarentena- Winona Raiders, entre muchas otras. Y todo eso, sin dejar de darle espacio a las propuestas internacionales que, a partir de aquel show iniciático del dúo alemán Mouse on Mars, en 2001, no pararon de llegar.
El team Niceto destaca algunas victorias en ese campo: haber albergado en su escenario a artistas que llegaron como novedades y luego fueron exitosos en todo el mundo (la francesa Zaz, el catalán Albert Pla, los australianos Tame Impala, los ingleses Jungle, el ecuatoriano Nicola Cruz), haber recibido a leyendas del rap como Chuck D o DJ Maseo, haber sido sede del concierto local de Tony Allen en lo que fue su última gira. También subrayan otro logro: la producción del show que dio Pulp en el Luna Park en 2012.
Hubo bandas que adoptaron Niceto para jugar de locales. Tal es el caso de Dancing Mood, que hasta editó un DVD llamado 100 Nicetos en 2009. Y el conteo, lejos de haber parado en la centena, sigue aumentando hasta nuestros días: el 10 de septiembre pasado la banda de Hugo Lobo dio su último recital (“último” como en “más reciente”, no como en “final”) en Niceto Vega 5510. Anécdotas sobran: aquella vez en la que Hugo sacó a todo el público a dar una vuelta manzana en medio de un concierto, o aquella otra vez en la que cerraron la calle Fitz Roy y tocaron gratis para quien quisiera verlos. “Ese momento no sólo reflejó el auge del reggae y el ska, lo que evidencia nuestra condición de amplificador y vanguardia de tendencias musicales, sino que también fue el primer gran ciclo que organizamos”, dice Pinto. El modelo de “residencia” se aplicó a otros artistas: Bandalos Chinos, por ejemplo, agotó diez funciones en agosto.
Las fiestas son otro de los highlights de la programación de Niceto. El Club 69 es una de ellas: el ciclo -que también cumple 25 años- no nació en el local pero lo adoptó como su casa y hoy se desarrolla ahí cada sábado. Lo mismo pasó con la Bresh, que todos los viernes hace base en el club mientras abre franquicias en Nueva York, Madrid, Miami, Ibiza, Tokio y más. Esto es posible gracias a una innovación de Niceto: el doble turno, que permite organizar un recital en horario tradicional y abrirle las puertas a una fiesta en la trasnoche, lo cual se potenció aún más con la incorporación de la sala Lado B, sobre la calle Humboldt (un espacio para los productores, músicos y DJ incipientes) y con la de Niceto Bar, enfrente del club.
Puestos a elegir sus momentos históricos del club, quienes hacen Niceto coinciden en señalar entre ellos la charla que David Lynch dio por streaming en 2017, con la conducción de Kevin Johansen. También las visitas de Luis Alberto Spinetta y Charly García, presentando este último la edición en vinilo de uno de sus discos. Y de Fito Páez, quien se reencontró con los escenarios chicos en su Niceto de diciembre de 2019. “Hubo una pareja que le puso Niceto a su hijo, en honor al lugar donde se conocieron y se enamoraron. Miles de situaciones así sucedieron, que amplifican la historia más allá de la misma sala”, dice Pinto.
Con un cuarto de siglo en pie, habiendo sobrevivido a inundaciones, crisis y hasta una pandemia, Niceto Club es hoy -con su aforo de 1118 espectadores- un paso más en el circuito consagratorio de los artistas locales, ese que en un momento tenía como peldaños a Cemento, Obras y el Luna Park. “Las mismas bandas, productores y hasta esos espacios más grandes nos hacen sentir parte del circuito. Ellos nos ayudaron a ponernos en el lugar donde estamos. No hay dudas de que en el circuito somos considerados el trampolín de la nueva escena musical, así como de una nueva audiencia”, dice el fundador. ¿Las claves? La proximidad con el público, la intimidad que transmite, la comodidad a la hora de trabajar. Reza la leyenda popular que todo lo que se empieza con lluvia saldrá bien: con aquel show de Palo que vino con diluvio propio como puntapié inicial, Niceto Club puede dar fe.
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