El gran arreglador que nos ha dado el tango
El recuerdo más vívido que tengo de él es de cuando iba a escucharlo al Club del Vino. Lo que siempre me llamó la atención de Salgán era cómo hacía para que resultara atractivo su mismo repertorio, que siempre tocaba igual y en el mismo orden, tema tras tema, incluso con los mismos gestos entre él y De Lío. ¿Cómo era posible que algo que era siempre igual y tan armado, rutinario, resultara nuevo y espontáneo? Ahí está parte de su genialidad. Es un misterio el swing con el que tocaba.
Otra cuestión que destaco de él es que pensaba el piano para orquesta, tenía un sentido orquestal del piano. Y es muy admirable que nunca reescribió un arreglo. Eso habla de excelencia, el que sus arreglos fueran definitivos, que no necesitaran que se les modificara nada. Salgán es el gran arreglador que nos ha dado el tango. Él fue la figura más destacada haciendo arreglos. Para todo pianista que quisiera tocar algo de tango, Salgán era la medida de todas las cosas, de lo que estaba bien y de lo que estaba mal.
A Salgán hay que pensarlo como algo superador. Cualquier homenaje futuro que se le haga debería saltar el alambrado, darle otra dimensión a su obra, versionar su música con otras músicas. No se debería intentar que sonara como él, sino mirarlo desde otro ángulo. Él era una figura tan fuerte y tan central que era como el sol, todo giraba alrededor de él. Fue difícil para los tangueros escaparse de esa fuerza de gravedad. Era como un imán.
En lo personal, nunca lo conocí, ni me atreví siquiera a saludarlo. Era como una figura reverencial para mí. También pienso que si escuchaba lo que yo hubiese hecho con el tango, no le hubiese gustado, porque era muy conservador.
- Julio Pane (bandoneonista): "Fue uno de los genios más grandes del siglo XX. Tocar con él fue como encontrar a la mujer ideal, porque para mí la suya era la orquesta ideal. Él era una catarata de música y enseñanza y creó una forma única entre los pianistas del tango."
- Pablo Mainetti (bandoneonista): "Trabajé con él en el Club del Vino, con el Quinteto Real y siempre fue un placer, musicalmente y por su calidad como ser humano. Estaba siempre de buen humor, y contagiaba alegría y placer con sus ganas de tocar. Hacía que, cuando tocabas, te sintieras libre y suelto y que fuera divertido. Todo lo que hizo, lo hizo bien. Nosotros lo tendremos siempre presente en el escenario.
El autor es pianista y director del festival de jazz y de la Usina del Arte
Adrián Iaies