Giorgio Moroder: el padrino de la música disco ataca de nuevo
El músico y productor italiano vive una nueva juventud; con nuevo disco, Déjà Vu, gira por el mundo como DJ
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"Cuando tenía 15, 16, cuando empecé a tocar la guitarra de verdad, definitivamente quería ser músico", narra Giorgio Moroder en esa suerte de autobiografía musical que es "Giorgio by Moroder", la canción-homenaje con la que Daft Punk lo devolvió al centro de la música electrónica. Y el inicio del relato no es caprichoso: todo lo que sucedió antes de ese punto de giro en la adolescencia no hacía prever que se convertiría en una de las figuras clave de la música disco y definiría en buena medida el sonido de la segunda mitad de los 70.
Nacido en 1940 en Urtijëi, un pequeño pueblo al norte de Italia, los consumos culturales de Moroder durante su infancia se veían limitados tanto por el contexto geográfico como por la economía endeble de su familia. "En el pueblo había un solo cine y en casa no teníamos mucha plata", resume entre risas. Aunque recuerda haber visto "la primera de Drácula y otras donde sonaban grupos como Los Plateros", afirma que nada de eso influyó demasiado cuando décadas más tarde consiguió sus primeros trabajos como compositor de bandas de sonido.
"Por suerte, los directores siempre me dejaron trabajar con libertad", reconoce sobre su paso por Hollywood, que incluyó la musicalización de Scarface (1983). "Componer para Brian De Palma fue distinto a todo, pude presenciar las filmaciones, cosas que casi nunca hacía." Contagiado por la intensidad de Al Pacino frente a la cámara, Moroder dio con una banda de sonido que hasta hoy se mantiene entre los puntos más altos de su carrera. "Siento que toda la música está en el lugar correcto", afirma.
Pero el verdadero aporte de Moroder a la música se dio durante el auge de la música disco. Durante la década del 70 se convirtió en el nexo clave de la conexión Italia-Alemania que configuró los nuevos sonidos de Europa y, de a poco, desembarcó del otro lado del Atlántico. "En Estados Unidos estaban mucho con el Philadelphia Sound y nosotros salimos con algo nuevo, nuestros propios ritmos", explica sobre el uso de sintetizadores que los diferenció de las orquestaciones y las bandas con tracción a sangre que dominaban el r&b americano. La sensualidad gélida y robótica de "I Feel Love", el hit que compuso en 1977 para Donna Summer, se transformaría en un modelo a seguir para cualquier productor con ansias de modernidad, tan cerca de Motown como de Kraftwerk.
Dos años más tarde, sus preocupaciones futuristas lo llevaron a editar E=MC2, su autoproclamado "primer álbum digital grabado en vivo". Mientras en Chicago se producía la Disco Demolition Night, una quema de álbumes de música disco a modo de protesta rockera, no exenta de tintes conservadores y homófobos, Moroder, ya instalado en Los Angeles, llevaba su cruzada un paso más allá. "Ese disco ya fue definitivamente electrónico, trabajé con un solo músico [Harold Fartermeyer] y no se parece mucho a lo que hice antes", detalla. Sobre esos años en los que la música disco era tan consumida como denostada, reconoce que "hubo mucha gente que se metió para hacer plata, sobre todo después del 77, pasaron cosas geniales y otras muy feas".
Una vez consolidado en Estados Unidos como productor, compositor y hombre de cine, Moroder trabajó en la restauración de dos películas que corrieron distinta suerte. Para Metropolis, el clásico de Fritz Lang de 1927, el músico italiano arriesgó con una banda de sonido pop que incluyó a Freddie Mercury y Bonnie Tyler. "Es interesante que, al ponerle una banda de sonido pop, acercamos a muchos jóvenes a la película, pero nunca me sentí muy cómodo con lo que hice ahí, no es mi mejor trabajo", se sincera. Por otro lado, su participación en la remake de Cat People, la película de terror erótica de 1942, le valió la posibilidad de escribir música para David Bowie, en 1982. La canción, un in crescendo que coquetea con el dark y también con el power pop, fue rescatada dos décadas más tarde por Tarantino en una de las escenas memorables de Bastardos sin gloria. "Bowie demostró ser realmente talentoso, hicimos la toma en una mañana y ya la teníamos perfecta -recuerda Moroder-. Y anoche volví a ver la película de Tarantino y lo que hizo con la canción es increíble."
Desde mediados de los 80, la producción discográfica de Moroder decayó tanto en calidad como en cantidad y su interés se volcó a las artes visuales y algunos remixes eventuales. Recién en 2013, y en pleno auge de la retromanía, Daft Punk no sólo reivindicó su figura, sino que también le devolvió la juventud. "Estuve ausente de la música durante 15 años y de repente me invitan a participar de un disco que termina siendo número uno -todavía se sorprende Moroder-. Nunca creí que eso podía volver a pasarme."
Reformulado como DJ a los 72 años, Moroder se propuso recuperar el tiempo perdido, adaptarse a las nuevas modas de la música electrónica, girar por el mundo y grabar Déjà Vu (2015), un disco que cuenta con las colaboraciones de Britney Spears, Sia y Kylie Minogue, entre otras voces. Parte de ese disco va a integrar el repertorio de su show de hoy en Niceto. "Pero también van a estar los clásicos que toqué en mi visita anterior". En su búsqueda de actualización constante, composiciones y remixes de Calvin Harris, Avicii y David Guetta suelen colarse también durante sus sets. "Puede que melódicamente no sean lo mejor, pero el ritmo y el sonido de la EDM me gusta mucho", afirma sobre la música que, hoy, escuchan todos. Hasta él.
Giorgio Moroder
Presenta Déjà Vu
Hoy, a las 21
Niceto Club, N. Vega 5510
Entrada, $ 750
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