El cantautor canadiense reconoció que demoró años en terminar de escribirla; la religiosidad de la canción y las distintas versiones que se grabaron en las últimas cuatro décadas
La situación no será difícil de imaginar. Londres, julio de 2008. Leonard Cohen se acerca al proscenio del O2 Arena. Viste traje oscuro, camisa al tono, abrochada al cuello, y su sombrero característico. En la mano derecha empuña el micrófono, en la izquierda nada, pero igual cierra el puño hasta que comienza a cantar esa especie de plegaria que atraviesa la religiosidad y el agnosticismo en escasos minutos. Sus brazos encogidos se extienden, su mano izquierda se abre mientras la otra sigue sosteniendo el micrófono. Entre el vals y el blues puede haber un abismo o un aleluya. Un aleluya coral de camisas blancas y chalecos negros que suenan a caricia gospel, arropados por los acordes de un órgano blusero. Como dice la canción: “el menor baja y el mayor se eleva” y por eso se entiende que habla de acordes (en realidad, las sensaciones que se generan en el cuerpo cuando los escucha). También habla de acordes cuando pronuncia “It goes like this...”, “el cuarto”, “el quinto” y lo que suena detrás son el cuarto y el quinto acorde de la tonalidad que eligió para su canción, “Hallelujah”.
Claro que, más allá de estos pequeños juegos entre música y palabras, “Hallelujah” tiene algo que resultará difícil de explicar. Y es justamente eso lo que le ha abierto la puerta hasta convertirse en uno de los grandes clásicos de su repertorio. Con su andar lento y cadencioso, con ese tono que invoca lo espiritual, “Hallelujah” se escuchó por primera vez en el álbum Various Positions, de 1984. Cuenta la leyenda que el cantautor canadiense escribió unos ochenta versos y que luego fue descartando hasta que encontró la síntesis en esos que hablan del Rey David, con su canto a Dios a través del descubrimiento de un acorde secreto y, luego, su fascinación por Betsabé aunque no la nombre.
Las escrituras de la tradición judeocristiana dicen que después de una siesta, el Rey David salió a su terraza y vio a una mujer hermosa que se estaba bañando. Se enamoró al instante y preguntó quién era. Se trataba de Betsabé, quien estaba casada con el soldado Urías, que en ese momento se encontraba luchando en el sitio de Rabbah.
En otro momento las sagradas escrituras hablan del poderoso Sansón y de Dalila, la mujer a la que varias veces había engañado. Dicen los textos: “‘Ya me has engañado tres veces y no me has declarado aún en qué consiste tu gran fuerza’. Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le declaró, pues, todo su corazón y le dijo: ‘Nunca a mi cabeza llegó navaja, porque soy nazareo para Dios desde el vientre de mi madre. Si soy rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres’. (...) Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los príncipes de los filisteos (...) Hizo que Sansón se durmiera sobre sus rodillas y llamó a un hombre, quien le rapó los siete mechones de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se había apartado de él”.
En apenas una estrofa, Cohen resume estas dos historias. Sin duda pueden sonar un poco crípticas y hasta confusas porque no deja en claro que habla de personas diferentes, pero las imágenes son lo suficientemente elocuentes para reconocer a los protagonistas de estos dos importantes pasajes bíblicos.
Diez años después de haber editado el álbum Various Positions, durante una entrevista con el periodista Paul Zollo para SongTalk, Cohen habló del tiempo que le tomó escribir esa canción: ”Me llevó mucho tiempo escribirla. Bob Dylan y yo estábamos tomando café el día después de uno de sus conciertos en París. Él estaba cantando esta canción y me preguntó cuánto tiempo tardé en escribirla. Y le dije un par de años. Mentí, en realidad. Fueron más de un par de años. Entonces elogié una canción suya, “I and I”, y le pregunté cuánto tiempo había tardado. “Quince minutos”, me dijo.
Para la época en que se publicó “Hallelujah”, Dylan aseguró que las canciones de Cohen eran casi como oraciones. “Sé que él se interesa por mis canciones -había dicho Cohen-. Tenemos un interés mutuo. Todo el mundo está interesado en Dylan, y es agradable tener a Dylan interesado en mí. “If It Be Your Will” es realmente una oración. Y “Hallelujah” tiene ese sentimiento.”
El estribillo consiste, únicamente, en la repetición de la palabra aleluya, casi en un sentido mántrico, lo que le da al tema, además de un énfasis directo de su placidez, ese ánimo espiritual o casi litúrgico con lo rodea. Y, otra vez, hay que decir que no hay una deliberada pasión por convertir la canción en un oración. Es evidente en una de las últimas estrofas. “Tal vez hay un Dios arriba. En cuanto a mí, todo lo que he aprendido del amor es como dispararle a alguien que te superó. Pero no es para llorar lo que escuchas esta noche (...) es un roto Aleluya.”
Versiones
Bob Dylan, confeso fan de Cohen, hizo una de las primeras interpretaciones fuera del canon original, cuando la interpretó por primera vez, en 1988, en Montreal, donde Leonard había nacido cincuenta años antes. En cuanto a las versiones grabadas, el ex The Velve Underground John Cale la incluyó en I’m Your Fan, un álbum que fue, justamente, de tributo a Leonard Cohen. La producción se realizó en 1991. Además, la versión que grabó el músico galés también se utilizó en la película Shrek, de 2001. Sin embargo, la que se escucha en la banda sonora del film no es esta sino la que grabó, en 1997, Rufus Wainwright.
El registro que Cohen hizo para su álbum de 1984 no tuvo mayor trascendencia. Fue con el paso de los años y, sobre todo, de otras voces, que la canción tomó nuevo impulso. El norteamericano Jeff Buckley fue quien registró la versión más conocida, aunque no habría tomado como base el original sino la versión de Cale. Ese registro se realizó para su disco solista Grace, que publicó en 1994. No cuenta con el ceremonioso sonido coral de fondo sino con una guitarra que acompaña las palabras. En realidad, el efecto de cámara que usó para su guitarra Telecaster es lo que crea esa atmósfera contemplativa, en reemplazo de las voces del original.
En su serie de habituales rankings, cuando la revistas Rolling Stone encaró la producción de “Las 500 mejores canciones de todos los tiempos” la ubicó en el puesto 259 (la original de Cohen no figura.) Jeff Buckley falleció en mayo de 1997, tras ahogarse en el Río Wolf de Tennesse. Diez años después su sello discográfico lanzó su versión de “Hallelujah” como single, para recordarlo.
Probablemente, la versión más llamativa que se ha hecho de la canción haya sido la del cantaor flamenco Enrique Morente, junto a la banda Lagartija Nick. Si bien el estribillo está ceñido al original, las estrofas se alinean con el cante flamenco cultivado por este artista. Se la puede encontrar en el álbum Omega, de 1996. No hubo resistencia de parte del compositor en cuando a esta versión, ya que se pueden encontrar diversas fotografías de Cohen y Morente conversando amigablemente.
Cada tanto, surgen artistas o grupos que echan mano a esta rareza que, por otra parte, no deja de ser un tema bien en el estilo Cohen. En 2008, el cuarteto vocal de crossover Il Divo, en ese momento integrado por el suizo Urs Bühler, el español Carlos Marín, el estadounidense David Miller y el francés Sébastien Izambard, también dejó su interpretación para que fuera sumada a sus repertorios de clásica ligera.
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