Imperdible actuación de Silvia Dabul
Las obras que eligió la pianista le exigían ir mucho más allá de la simple interpretación
Recital de piano de Silvia Dabul . Obras: Klavierstück in sieben Sätzen "recycling der glocken", de Michael Gielen; Makrokosmos II. Twelve Fantasy-Pieces after the Zodiac, de George Crumb. Intérpretes: Silvia Dabul (piano), Lucas Urdampilleta (electrónica), Stefan Litwin (piano en cinta). En el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC).
Nuestra opinión: muy bueno
La partitura de Klavierstück in sieben Sätzen "recycling der glocken" (2001), del alemán Michael Gielen -la pieza para piano, piano preparado, cuencos tibetanos y cinta con la que Silvia Dabul abrió su recital-, está presidida por una cita del ensayista George Steiner tomada del libro Presencias reales . Escribe Steiner: "Pertenece a la naturaleza fundamental de los sistemas de signos el hecho de que las ficciones con plenitud de significado puedan ser insinuadas sólo desde lo que no está ahí".
Gielen explota este principio de ausencia en dos direcciones. Por un lado, en la construcción de una continuidad a partir de fragmentos e interrupciones; por el otro, en el desdoblamiento del piano en otro piano pregrabado en cinta (no se trata de una idea imitativa: el piano pregrabado es más bien el fantasma o el doble del piano en escena), pero también en un piano preparado que, con su efecto cercano al gamelan oriental, dialoga sutilmente con los cuencos tibetanos. Toda la obra está regida además por una simetría en paneles, según la cual la primera pieza se corresponde, por ejemplo, con la VII, y la II con la VI. La interpretación de Dabul, que había estrenado ya localmente estas Klavierstücke? en 2008, no pudo ser más lograda y precisa.
En una primera instancia, Makrokosmos II (1973), del estadounidense George Crumb, se presenta como un catálogo de todo lo que puede hacerse con un piano, menos, según señala la propia pianista en las notas del programa de mano, quemarlo, a la manera en que hizo Jimi Hendrix con su guitarra.
Hay papeles entre las cuerdas, escobillas e incluso dos vasos de vidrio que, frotados, producen un glissando casi acuático. Pero las preocupaciones espirituales desmarcan a las doce piezas del ciclo, correspondientes a los doce signos del zodíaco, del mero fetichismo de las técnicas extendidas. Se trata de una obra por momentos dramática y de una apelación emocional inmediata, como la secuencia Escorpio-Aries-Libra. La intérprete está obligada a convertirse en una performer, que debe también cantar, silbar y gritar. El final, Capricornio, con las palabras "Dona nobis pacem" del Agnus Dei susurradas, resultó conmovedor. La concentración de Dabul fue ejemplar, y no la abandonó ni aun concluido el concierto. En el momento del saludo parecía estar todavía en trance.
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